Bruselas

La recuperación de la Unión Europea y de España tras la pandemia de Covid-19 está en riesgo. Aunque el crecimiento se reanudó en primavera alimentado por la reapertura económica, desde el final del verano han empezado a arreciar "vientos en contra" que amenazan el efecto rebote. Crecen los nubarrones en el horizonte, en particular la escalada imparable del precio de la energía y su efecto contagio en la inflación, la crisis mundial de suministros y la nueva ola de contagios que afecta a buena parte del continente, según ha avisado la Comisión Europea.

En sus previsiones económicas de otoño, Bruselas ha calculado que la economía de la eurozona crecerá un 5% este año (dos décimas más de lo esperado en julio) y mantendrá un avance sólido del 4,3% en 2022, antes de ralentizarse al 2,4% en 2023. Sin embargo, el Ejecutivo económico parece no creerse del todo sus propias cifras y avisa de que "la incertidumbre sigue siendo muy alta" y "el equilibrio de riesgos se ha inclinado a la baja".

"Se están acumulando nuevos vientos en contra para las perspectivas económicas. El lado de la oferta tiene dificultades para seguir el ritmo de los abruptos cambios en el nivel y la composición de la demanda global. Esto afecta a varias industrias clave, incluida la logística global y la producción de materias primas y microprocesadores. Los confinamientos esporádicos y localizados relacionados con la pandemia y la creciente escasez de mano de obra se suman a las perturbaciones", dice el informe de la Comisión.

En contraste con la ligera revisión al alza de los números para la UE, Bruselas ha aplicado un fuerte recorte en sus previsiones para España. Nuestra economía se expandirá este año un 4,6%, por debajo de la media de la eurozona y casi dos puntos menos de lo que había calculado la vicepresidenta Nadia Calviño (6,5%) para hacer los Presupuestos. En 2022, el avance de España será del 5,5%, un punto y medio inferior a lo que espera el Gobierno de Pedro Sánchez.

Los "vientos en contra" han golpeado a España antes que al resto de socios europeos. En particular, la subida de los precios de la luz y los problemas de suministro por los cuellos de botella en las cadenas de aprovisionamiento mundiales. Además, el consumo privado registra un menor dinamismo de lo previsto, según el diagnóstico de Bruselas. El resultado es que nuestro país será el último de la UE en alcanzar el nivel de riqueza previo a la pandemia: no lo logrará hasta el primer trimestre de 2023, un año más tarde que la media de la eurozona.

España será el último país de la UE en recuperar su nivel de PIB previo a la pandemia

Los riesgos económicos empiezan a afectar también a Alemania, el motor de la eurozona, cuya previsión de crecimiento para este año empeora hasta el 2,7% (la más baja de toda la UE) frente al 3,6% que se esperaba en verano. Su PIB repuntó en el segundo y tercer trimestres a medida que la relajación de las medidas de confinamiento estimuló el gasto en servicios. No obstante, la crisis de suministros está ralentizando a la industria alemana y pone freno al rebote de las exportaciones y la inversión. Además, la escasez de materiales y el alza de la luz aumentará las presiones inflacionistas en los próximos meses, avisa la Comisión.

En contraste, tanto Italia como Francia crecen más de lo esperado. La economía francesa se expandirá este año un 6,5% (cinco décimas más), aunque sólo avanzará un 3,8% en 2022. Por su parte, la previsión para Italia mejora hasta el 6,2% en 2021 (1,2 puntos más) y el 4,3% en 2022. Aunque la economía italiana registró un desplome similar al de España por la Covid, recuperará su nivel previo a la crisis mucho antes, en el segundo trimestre de 2022.

Vuelve la amenaza de la pandemia

La amenaza más grave ahora mismo para la recuperación en Europa es la nueva ola de la pandemia. El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha avisado este viernes de que 10 Estados miembros se encuentran en una situación "muy preocupante": Bélgica, Bulgaria, Croacia, Chequia, Estonia, Grecia, Hungría, Holanda, Polonia y Eslovenia. En Alemania, la evolución de la Covid es "preocupante", mientras que en Francia el riesgo es "moderado" y en Italia y España "bajo".

"Aunque el impacto de la pandemia en la actividad económica se ha debilitado considerablemente, la Covid-19 todavía no ha sido derrotada y la recuperación depende en gran medida de su evolución, tanto dentro como fuera de la UE. El reciente aumento de casos en muchos países puede conducir a la reintroducción de restricciones con impacto en la actividad económica. En la UE, este riesgo es particularmente importante en los Estados miembros con tasas de vacunación relativamente bajas", apunta la Comisión en sus previsiones económicas.

Incluso en los países donde la Covid 19 está ahora controlada gracias a la alta tasa de vacunación, como es el caso de España, los riesgos económicos siguen siendo altos. "La persistencia o el resurgimiento de la pandemia en otros países podría pesar sobre el crecimiento económico, sobre todo retrasando la plena recuperación del sector turístico", señala el Ejecutivo comunitario.

"Los cuellos de botella en el lado de la oferta y los precios de la energía y del transporte podrían retrasar la recuperación a corto plazo, mientras que los desajustes en el mercado de trabajo podrían afectar a la puesta en marcha de las inversiones verdes y digitales del plan de recuperación", asegura Bruselas en su análisis del caso español.

En cuanto a la inflación, el Ejecutivo comunitario prevé que el nivel de precios en la eurozona alcance un máximo del 2,4 % en 2021, para descender al 2,2 % en 2022 y el 1,4 % en 2023. No obstante, el informe admite que las cifras finales pueden ser todavía más altas si los problemas de suministro se vuelven persistentes, la energía prosigue su escalada al alza, y las presiones de costes y salarios se acaban traslandado a los precios que pagan los consumidores, generando una espiral inflacionista.

A su vez, las tensiones inflacionistas globales podrían obligar a los bancos centrales a acelerar la retirada de estímulos monetarios y la subida de tipos. Esto provocaría un endurecimiento en las condiciones de financiación, en particular para los Estados miembros más endeudados, como es el caso de España, lo que acabaría afectando también al crecimiento.

El otro gran riesgo es precisamente una prolongación o agravamiento de las actuales restricciones de la oferta, cuellos de botella y escasez de materiales y mano de obra. "Esto dificultaría todavía más la actividad en los sectores y mercados afectados, pesaría en la confianza y aumentaría los costes de producción", dice el estudio. Todo ello podría asfixiar o como mínimo ralentizar la recuperación.

Finalmente, Bruselas avisa de los riesgos que plantea la crisis de deuda en el sector inmobiliario de China. Una crisis que ante todo amenaza con socavar las perspectivas de crecimiento del gigante asiático, pero que también podría generar un efecto contagio al resto del mundo.

Pese a todas estas amenazas, el comisario de Asuntos Económicos, el italiano Paolo Gentiloni, mantiene una visión optimista. "El panorama general sigue siendo positivo, pero debemos mantenernos vigilantes y actuar según sea necesario para garantizar que estos vientos en contra no hagan descarrilar la recuperación", sostiene Gentiloni.

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