La guerra, o más bien la invasión de Rusia a Ucrania, está produciendo una tormenta cuyas ondas sísmicas ya afectan a los mercados y amenazan con acabar vaciando los bolsillos de los españoles con una inflación que podría dispararse todavía más, obligando a revisar a la baja toda previsión económica. Todo va a depender de lo que se prolongue el conflicto y la respuesta que dé Rusia a las sanciones europeas.
Aunque a cierre de esta noticia los precios del gas y el petróleo se suavizan poco a poco, siguen lejos de las cifras que registraban hace solo dos días, cuando las fuerzas militares dirigidas por Vladímir Putin pusieron rumbo hacia la capital ucraniana, Kiev. De hecho, el gas natural se apuntó subidas del 63% y el barril de Brent superó los 100 dólares.
El temor de los economistas es que este fenómeno se repita, o continúe, si Rusia no detiene las hostilidades, y se cronifique a través de los precios de la energía. "Habrá que ver lo que dura esta crisis y si se encauza de manera civilizada", considera Ángel de la Fuente, director de la Fundación y Estudios para la Economía Aplicada (FEDEA).
"El principal efecto del conflicto está siendo la subida de los precios de la energía. Va a ir a la vena de la inflación. Eso va a agravar el problema que ya tenemos. Esto no es bueno". De hecho, De la Fuente teme el hecho de que los bancos centrales puedan acabar subiendo tipos de interés en este contexto. "No es bueno. Es demasiado pronto".
De hecho, eso va a generar más "incertidumbre y esto puede ser malo para la recuperación económica".
Funcas coincide con el diagnóstico y le pone cifras. El think tank de las cajas de ahorros había previsto que, sin el conflicto, en España se experimentaría un descenso de los precios de la electricidad que dejaría la inflación anual de 2022 en un 4,6% 'no bélico'. Pero los encarecimientos generados por la invasión rusa, de mantenerse, llevarían a un incremento del IPC de un punto, hasta el 5,6%.
Por otro lado, si el incremento de precios se perpetuase este año, la inflación sería todavía mayor: se alzaría hasta el 6,5%, casi dos puntos más que en el escenario no bélico. Esto tendría efectos inevitables sobre la economía española.
Menos fuelle para crecer
"Una inflación más elevada erosionaría la capacidad de compra de los hogares y, por tanto, restaría fuelle a la recuperación del consumo privado, con una incidencia muy importante en el crecimiento", indican desde Funcas.
"También afectaría a las exportaciones hacia países como Alemania, aún más expuestos que el nuestro a los recortes de suministro de gas ruso. Todo ello sin contar el previsible deterioro de la confianza, factor clave de la inversión empresarial, o el impacto sobre los tipos de interés y las primas de riesgo", añaden
"Por tanto, de mantenerse las actuales tensiones, la economía española crecería a una tasa significativamente inferior al 5,6% anticipado por Funcas", alertan. Es decir, que la previsión de que el PIB retornara a niveles pre-Covid en 2023 estaría en riesgo.
"Se nos va a volver a disparar la inflación. Al final esto va a incrementar los costes de las empresas y las familias", admite Andrei Boar, profesor de Finanzas y Contabilidad de la Universidad Pompeu Fabra. En este sentido, recuerda que la subida de precios no va a ser solo por la energía, sector en el que Rusia es uno de los países líderes: es el segundo mayor exportador global de petróleo y provee el 40% del gas natural que se consume en la UE.
Boar indica que Ucrania y Rusia son los graneros de Europa. "Muchos de los cereales que utilizamos en España son de allí". Una interrupción del suministro o un encarecimiento de estas materias primas como respuesta rusa a los aranceles europeos tendían un efecto inmediato. "El encarecimiento de los piensos llevaría a una subida del precio de la carne" para el consumidor final, por ejemplo.
Se trata de una potencial amenaza que Putin tendría fácil cumplir. Oriol Montanyà, director del Postgrado en Total Supply Chain Management de la universidad catalana, explica que tanto Ucrania como Rusia son principales productores de trigo, maíz, centeno y cebada. De hecho, Rusia es por sí sola la primera potencia en exportación de trigo del mundo.
Por otro lado, un incremento de los tiempos de la invasión o de la 'venganza' rusa por sanciones europeas, también tendría efecto en dos sectores como el de la automoción y el tecnológico. Rusia tiene entre el 2% y el 6% de reservas mundiales de platino, aluminio y cobre. Y Ucrania es uno de los principales productores de níquel", elemento clave para la fabricación de microchips y semiconductores.
De cerrarse el suministro, esto impactaría en las cadenas de producción mundiales, y se trata de algo que también afectará a España, como ya ocurrió con la interrupción del abastecimiento de materiales que ha sucedido con la pandemia.
Todo ello a pesar de que la pérdida de ventas de las empresas españolas no sería elevada. "Las exportaciones totales a Rusia de productos españoles solo suponen un 0,7% (2.213,3 millones de euros) del valor global de nuestras exportaciones, mientras que en el caso de las exportaciones españolas a Ucrania supone solamente son un 0,2% (681,8 millones de euros) del total", indican desde la Secretaría de Estado de Comercio.
A solo unos días de que se conozca el dato del IPC adelantado de febrero -cuya publicación está prevista para este lunes-, la marea bélica parece comprometer de nuevo a una inflación que ya carga con el aumento de los precios industriales. En enero subieron un 3,8% en relación con diciembre y se dispararon un 35,7% en tasa interanual, cinco décimas por encima de la de diciembre y con crecimiento récord en 46 años.
Unas cifras y proyecciones que comprometen el crecimiento del consumo y de la inversión. También, por tanto, la evolución de la economía española y el esperado pronóstico de que para 2023 se haya vuelto a cifras pre-Covid.
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