La guerra de Vladimir Putin contra Ucrania, las sanciones a Moscú y su impacto económico en la eurozona ha monopolizado el debate de la reunión informal de ministros de Economía de la UE celebrada este viernes en París. El Ecofin admite que el conflicto tendrá un "coste económico" para los Estados miembros, pero no hará descarrilar el crecimiento porque la recuperación pospandemia tiene bases sólidas. En todo caso, Bruselas se muestra dispuesta a relajar de nuevo las reglas que limitan el déficit y la deuda si es necesario para afrontar una nueva crisis.
No obstante, la intervención que ha suscitado más expectación ha sido la de la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde. Tras la última reunión del Consejo de Gobierno en febrero, Lagarde indicó que el BCE aceleraría el fin de todos los programas de compra de deuda pública y no descartó una primera subida de tipos a finales de 2022 para combatir una inflación descontrolada. ¿Obligará la guerra de Ucrania a un cambio de planes?
"El BCE está dispuesto a tomar las medidas que sean necesarias, dentro de su responsabilidad, para garantizar la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la eurozona", ha proclamado Lagarde a modo de respuesta en la rueda de prensa final del Ecofin. Eso sí, sin asumir ningún compromiso concreto, dejando abiertas todas las posibilidades.
Factores de riesgo
La presidenta afirma que todavía es demasiado pronto para evaluar en cifras el impacto económico de la guerra de Putin, porque la situación sigue evolucionando. No obstante, ha señalado que los dos principales canales de contagio son los precios de la energía y el aumento de la incertidumbre económica, ya que el comercio de la eurozona con Rusia "es limitado".
En cuanto al alza de la energía, Lagarde resalta que los precios del gas son ahora seis veces más altos que hace un año, mientras que el petróleo se ha encarecido un 54%. "La incertidumbre ya se ha reflejado en los mercados financieros, en los que la confianza se ha deteriorado, pero no de forma desordenada", ha relatado.
En todo caso, el impacto de la guerra de Ucrania en la economía de la eurozona será doble. Por un lado, la escalada continua de los precios de la energía a corto plazo disparará todavía más la inflación, que seguirá muy por encima del objetivo del 2% del BCE. Al mismo tiempo, "la incertidumbre persistente lastrará probablemente el consumo y la inversión y obstaculizará el crecimiento", sostiene la presidenta.
El Consejo de Gobierno tendrá en cuenta todos estos factores en su próxima reunión del 10 de marzo, en la que en principio había previsto acelerar el fin del programa de compra de deuda. Lagarde ha insistido en que cualquier decisión se basará en dos principios: la opcionalidad, para adaptarse a las situaciones cambiantes; y la flexibilidad, para tener plena capacidad de respuesta a los tiempos de crisis.
"Operamos dentro de nuestro mandato, que es la estabilidad de precios y la estabilidad financiera, nos basamos en los datos y nos moveremos de forma gradual. Pero, en cualquier caso, actuaremos de forma veloz en caso de emergencia (ya lo hicimos durante la Covid), nos guiaremos por la necesidad de mantener la confianza, garantizaremos que la liquidez esté disponible y los sistemas de pago funcionarán adecuadamente", ha señalado la presidenta.
Por su parte, el vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis, ha explicado que la guerra de Ucrania "puede pesar sobre el crecimiento en la UE, pero no lo detendrá porque fundamentos económicos son fuertes". Bruselas espera que la economía europea crezca un 4% este año tras la expansión del 5,3% del año pasado. La eurozona en su conjunto ha recuperado ya su nivel previo a la pandemia.
Previsiones
"En nuestro escenario central, el crecimiento económico continuará, aunque este conflicto pesará sobre él y el impacto se sentirá de forma desigual entre sectores y países", ha dicho Dombrovskis.
El Ejecutivo comunitario todavía espera que el Pacto de Estabilidad, suspendido desde el estallido de la pandemia, vuelva a aplicarse en 2023. "No obstante, vigilamos la situación de cerca y estamos dispuestos a ajustar nuestra política si es necesario", ha explicado el vicepresidente económico.
Su colega Paolo Gentiloni ya ha anunciado su intención de relajar el ajuste presupuestario que se exigirá en 2023 a los países de la eurozona, especialmente a los más endeudados como España. Una flexibilidad que se reflejará ya en las directrices de política fiscal que Bruselas aprobará la semana que viene. "Esto deberá tener en cuenta el aumento de la incertidumbre que nubla las perspectivas económicas como resultado del ataque de Rusia a Ucrania", ha explicado Gentiloni.