El Banco Central Europeo (BCE) no saldrá esta vez al rescate de la economía de la eurozona pese al impacto negativo de la guerra en Ucrania. El descontrol de la inflación, que marcó un nuevo máximo del 5,8% en febrero y seguirá subiendo a causa del conflicto, ha dejado a la institución dirigida por Christine Lagarde sin margen para intervenir. Al contrario, un Consejo de Gobierno más fracturado que nunca ha decidido adelantar el fin del arsenal de estímulos desplegado tras la Covid-19. El BCE se retira del campo de batalla y deja en manos de los Gobiernos de la UE la respuesta a esta nueva crisis.
En concreto, el Consejo de Gobierno ha aprobado este jueves acelerar la retirada de su programa ordinario de compra de deuda (APP, por sus siglas en inglés), que en teoría debía continuar hasta el final del año. Ahora, las compras netas mensuales se reducirán desde 40.000 millones de euros en abril a 30.000 millones de euros en mayo y 20.000 millones de euros en junio.
Si la inflación se mantiene al alza, el programa concluirá definitivamente durante el verano, lo que despeja el camino para una primera subida de tipos de interés a finales de año. No obstante, Lagarde deja también la puerta abierta a una prórroga de la compra de deuda si las presiones inflacionistas remiten, algo que ahora mismo no se contempla en ninguna previsión.
El agresivo endurecimiento de política monetaria ha pillado por sorpresa a los analistas, que esperaban que el Consejo de Gobierno se tomaría una pausa este jueves debido al alto nivel de incertidumbre causado por la guerra en Ucrania.
En diciembre, el BCE había anunciado que el volumen de adquisiciones del APP sería de 40.000 millones al mes durante todo el segundo trimestre, 30.000 millones en el tercer trimestre y 20.000 millones en la parte final del año, sin ponerle ninguna fecha final. Los expertos esperaban que este calendario se mantuviera sin cambios, al menos de momento.
División interna
La propia Lagarde ha admitido que el Consejo de Gobierno estaba muy dividido sobre el camino a seguir. Por un lado, las 'palomas' como el italiano Fabio Panetta o el irlandés Philip Lane, que en los días previos a la reunión defendieron mantener los estímulos para hacer frente al nuevo contexto de guerra. Por otro, los 'halcones' como el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, que apostaba por seguir adelante con la normalización de la política monetaria.
"Voy a ser muy clara sobre esto. Había algunos miembros que pensaban que, teniendo en cuenta la incertidumbre que sufrimos, nosotros deberíamos ser también indecisos y no hacer nada. Hubo otros miembros que creían que, pese a la incertidumbre, debíamos avanzar (en la retirada de estímulos) sin establecer ninguna condición. Estos son los dos extremos del espectro. Y creo que la propuesta que se ha aprobado es un enfoque equilibrado", ha relatado.
La presidenta del BCE sostiene que no está "acelerando" la retirada de estímulos ni "endureciendo" la política monetaria. "Lo que estamos haciendo es confirmar nuestro enfoque paso a paso, mantener una opcionalidad máxima frente una máxima incertidumbre, pero también cumplir nuestro mandato que es la estabilidad de precios".
Según las proyecciones publicadas este jueves por el BCE, la inflación anual en la eurozona se disparará este año hasta el 5,1% en el mejor de los escenarios. Pero podría avanzar incluso hasta el 7,1% en el peor de los casos: una prolongación del conflicto, más sanciones contra el Kremlin, reducción importante del suministro del gas ruso y una espiral inflacionista que se contagie a los salarios.
En todos los escenarios, el Consejo de Gobierno "considera que cada vez es más probable que la inflación se estabilice en su objetivo del 2% a medio plazo", es decir, en los años siguientes 2023 y 2024. De ahí su decisión preliminar de poner fin al programa APP en verano. Por su parte, el programa de emergencia frente a la pandemia (PEPP), concluirá al final de este mes tal y como se había anunciado. De su dotación total de 1,85 billones de euros, el BCE lleva gastados ya 1,69 billones.
El BCE solo está dispuesto a intervenir en la actual crisis si la guerra en Ucrania pone en riesgo la "estabilidad financiera" en la eurozona. En ese caso adoptaría "cuantas medidas sean necesarias" para restablecer la normalidad, ha insistido la presidenta.
Subida de tipos
¿Qué pasará con los tipos de interés? ¿Habrá ya una primera subida a finales de este año? Lagarde no ha querido aclararlo. "Cualquier ajuste de los tipos de interés oficiales del BCE tendrá lugar transcurrido algún tiempo desde el final de nuestras compras netas en el marco del APP y será gradual", reza el comunicado hecho público al final de reunión.
"De cara al futuro, las decisiones de hoy mantienen la puerta abierta a una primera subida de tipos antes de que acabe el año", explica el economista jefe de ING, Carsten Brzeski.
"El BCE ha adoptado un tono claramente agresivo, lo que sugiere que está más preocupado por las cifras de la inflación europea que por las condiciones del mercado en el momento actual. Si el BCE sigue adelante con la aceleración de la reducción de las compras de activos, los inversores podrían encontrarse pronto en un nuevo entorno de mercado en el que los bancos centrales ya no proporcionen una red de seguridad", sostiene Wolfgang Bauer, gestor del equipo de renta fija en M&G Investments.
La responsabilidad de los Gobiernos
De hecho, Lagarde ha lanzado la pelota al campo de los Gobiernos europeos. "Las medidas presupuestarias, incluidas las adoptadas a nivel de la Unión Europea, también ayudarían a proteger la economía", ha dicho en su rueda de prensa.
"Llevamos tiempo defendiendo algún tipo de fondo presupuestario a nivel europeo con el fin de responder a shocks. Nos enfrentamos claramente a un gran shock, tanto por la guerra como por los precios de la energía. Esta facilidad presupuestaria sería extremadamente útil, en particular para avanzar en la integración europea", insiste la presidenta del BCE.
El impacto económico de la guerra en la eurozona será considerable, aunque no provocará una recaída en la recesión en ninguno de los escenarios, según las primeras estimaciones de los expertos de Fráncfort. En la estimación central, la eurozona registrá una expansión del 3,7%, en lugar del 4,2% calculado en diciembre. En el peor de los casos, el crecimiento podría ralentizarse hasta el 2,3%.
"Al contrario de lo que dijo la presidenta Lagarde durante la conferencia de prensa, la decisión de este jueves equivale a un ritmo acelerado de endurecimiento. La conclusión es que las preocupaciones sobre la inflación dominan los debates del Consejo de Gobierno, y los 'halcones' tienen ventaja", explica a este periódico Nadia Gharbi, economista principal de Pictet Wealth Management.
"La responsabilidad está ahora en manos de los Gobiernos para compensar el impacto de la guerra. Pero la retirada acelerada de las compras de activos dificultará que los Gobiernos implementen la política presupuestaria necesaria, en nuestra opinión, para proteger a la economía de de estos shocks", argumenta Gharbi.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha propuesto crear un nuevo fondo, que se financiaría con la emisión conjunta de deuda europea, para aumentar la inversión en defensa, energía y transición climática. Una iniciativa que cuenta con el apoyo de España e Italia. Pero que choca con la resistencia de los frugales, en particular Holanda, que pide agotar antes todo el dinero de Next Generation. Así que de momento no se espera ningún movimiento en la dirección que reclama Lagarde.