Bruselas

El Banco Central Europeo (BCE) seguirá subiendo los tipos de interés en sus próximas reuniones con el fin de tratar de controlar la inflación desbocada. Y lo hará pese al frenazo económico que ya sufre la eurozona, provocado entre otros factores por el encarecimiento del precio del dinero. Este es el mensaje que su presidenta, Christine Lagarde, ha transmitido durante su comparecencia este lunes ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara.

"Tal como están las cosas actualmente, esperamos aumentar aún más los tipos de interés durante las próximas reuniones para frenar la demanda y protegernos contra el riesgo de un aumento persistente en las expectativas de inflación", ha dicho Lagarde a los eurodiputados. El BCE ya subió los tipos 0,5 puntos en julio y 0,75 puntos -un incremento sin precedentes- en septiembre. 

La próxima reunión del Consejo de Gobierno se celebra el 27 de octubre y los halcones nórdicos ya reclaman otro aumento de 0,75 puntos. No obstante, la presidenta del BCE ha eludido dar pistas sobre la cuantía del próximo incremento. "Nuestras futuras decisiones sobre tipos seguirán dependiendo de los datos y decidiremos reunión a reunión", se ha limitado a señalar.

[El BCE ejecuta la mayor subida de tipos de su historia y eleva el precio del dinero tres cuartos de punto al 1,25%]

Pese al buen comportamiento del sector turístico durante la temporada estival y a la resiliencia del mercado de trabajo, Lagarde espera que la actividad económica "se desacelere sustancialmente en los próximos trimestres". Los principales factores que explican este frenazo son precisamente la alta inflación, que "está frenando el gasto y la producción en toda la economía", así como los cortes de gas que está llevando a cabo Rusia.

A ello hay que sumar que "la fuerte demanda de servicios que surgió con la reapertura de la economía está perdiendo fuerza". Además, el debilitamiento de la demanda global "en el contexto de una política monetaria más estricta en muchas de las principales economías" y el enfriamiento del comercio significará "menos apoyo para la economía de la zona del euro". Finalmente, la alta incertidumbre ha hundido la confianza de hogares y empresas.

Todos estos factores han hecho que el BCE empeore sus previsiones de crecimiento para la eurozona: hasta el 3,1% en 2022, el 0,9% en 2023 y el 1,9% en 2024 en su escenario central. En el escenario más pesimista (que implica un corte total del gas ruso), el BCE prevé una recesión (-0,9%) en 2023. Lagarde ha admitido que la eurozona está ya entre estos dos escenarios.

"2023 será ciertamente un año difícil, en el que el primer trimestre muy probablemente será negativo y también pensamos que el cuarto trimestre de 2022 será negativo. Pero tenemos que continuar luchando contra la inflación, porque esa es la misión del Banco Central: mantener la estabilidad de precios", ha dicho.

Es decir, a la presidenta le preocupa ahora mucho más el descontrol de precios que el riesgo de recesión. El IPC de la eurozona marcó un nuevo récord del 9,1% en agosto, una cifra que prácticamente multiplica por cinco el objetivo del 2% del BCE. La energía y los alimentos siguen siendo los principales motores de la inflación, pero la presión en materia de precios se contagia a cada vez más sectores. La depreciación del euro agrava todavía más las cosas.

[La inflación vuelve a marcar otro récord del 9,1% en la eurozona, con España en el grupo de cabeza]

El BCE calcula que la inflación se situará de media en el 8,1% este año, en el 5,5% en 2023 y en el 2,3% en 2024. Pero siguen predominando los riesgos al alza para los precios, que reflejan sobre todo la posibilidad de cortes más graves en el suministro de energía.

A Lagarde le han preguntado varias veces por la situación en Italia tras la victoria de la coalición de derecha radical liderada por Giorgia Meloni en las elecciones de este domingo, pero la presidenta no ha querido entrar al trapo. Tampoco ha aclarado si activará para Italia el nuevo instrumento anticrisis para mantener bajo control las primas de riesgo de los países más endeudados. 

La banquera francesa se ha limitado a señalar que este instrumento no ha sido concebido para ningún país en concreto y que su objetivo es garantizar que la política monetaria del BCE se transmita correctamente a toda la eurozona, evitando los riesgos de fragmentación. Lagarde ha recordado también las condiciones que tiene que cumplir Italia o cualquier país beneficiario, que son básicamente cumplir las recomendaciones de Bruselas en materia fiscal y de reformas. Algo que está por ver que Meloni vaya a hacer.

Noticias relacionadas