El paquete de ayudas masivas por valor de 200.000 millones de euros que acaba de aprobar el Gobierno alemán para amortiguar el impacto de la crisis energética en hogares y empresas ha disparado todas las alarmas en el resto de capitales europeas.
Los socios de la UE -así como la Comisión de Ursula von der Leyen- temen que esta carrera de subvenciones degenere en una fragmentación del mercado único, dado que los países altamente endeudados (como Italia, España o también Francia) no disponen de la misma potencia de fuego que Alemania para salir al rescate de sus empresas.
Lo que más indigna al resto de Estados miembros es que Berlín está bloqueando al mismo tiempo la adopción de soluciones comunes a escala de la UE, como un tope al precio del gas importado o un nuevo plan anticrisis inspirado en los fondos Next Generation.
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La inquietud generada por el plan alemán ha dominado los debates del Eurogrupo celebrado este lunes en Luxemburgo y ha obligado a Berlín a ponerse a la defensiva. "Si se compara el tamaño de la economía alemana y el volumen del 'escudo protector', es [un plan] proporcionado", ha replicado el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner.
"No es nuestra intención impulsar la demanda en la economía ni asumir todas las cargas de los hogares o de la economía. Es una medida para proteger la estructura central de nuestra economía", sostiene Lindner. Los 200.000 millones de euros son un tope máximo y se desplegarán en un periodo de dos años: no sólo en 2023 sino también en 2024, ha relatado.
A su juicio, la situación en Alemania es "diferente" al pánico bursátil desatado por el plan fiscal de la primera ministra británica, Liz Truss. "Nosotros nos atenemos a unas finanzas públicas sólidas y a una financiación pública sostenible y por eso la reacción del mercado frente a las decisiones que adoptamos la semana pasada es diferente de la de Reino Unido", asegura Lindner.
Pero las explicaciones de Berlín no terminan de convencer al resto de socios europeos. El primero en criticar el "escudo protector" alemán fue Mario Draghi, primer ministro italiano saliente. "Ante las amenazas comunes de nuestro tiempo, no podemos dividirnos según el margen en nuestros presupuestos nacionales", dijo Draghi la semana pasada.
Le siguió el representante francés en la Comisión Europea, Thierry Breton, que reclama un "análisis cuidadoso" del plan alemán con el fin de garantizar la "igualdad de condiciones" en el mercado único. "Mientras que Alemania puede permitirse pedir prestados 200.000 millones de euros en los mercados financieros, otros Estados miembros no pueden hacerlo", denuncia Breton.
Durante el fin de semana, la propia Von der Leyen se ha sumado a las críticas, aunque sin citar directamente a Berlín. "Sin una solución europea común, corremos un grave riesgo de fragmentación. Por lo tanto, es fundamental que mantengamos la igualdad de condiciones para todos en la Unión Europea, en el mercado único. Y es primordial evitar las distorsiones del mercado único", avisa la presidenta.
En el Eurogrupo de este lunes, el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, también ha evitado arremeter directamente contra Berlín, pero ha reclamado "una estratégia económica coordinada de la eurozona" para hacer frente a la crisis energética. "Es esencial que preservemos unas condiciones de competencia justa entre los Estados miembros" porque de lo contrario "nos arriesgamos a la fragmentacion de la eurozona", asegura Le Maire.
También la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, apuesta por una acción conjunta de la UE para hacer frente a la crisis energética, aunque se muestra comprensiva con las ayudas masivas aprobadas por Berlín. "Está claro que el impacto de la guerra en Ucrania es diferente en los distintos Estados miembros. Es evidente que hay algunos países, como por ejemplo Alemania, que se ven más directamente afectados y que se enfrentan a riesgos diferentes en términos del suministro energético o de ralentización económica", ha explicado.
Para el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis, lo importante es que las ayudas de los Estados miembros a hogares y empresas sean "temporales" y "selectivas" y se adopten "de forma coordinada". "No podemos continuar con un apoyo presupuestario general. Debemos ser más selectivos y cautos y garantizar que las medidas fiscales que tomamos no contradigan el objetivo del Banco Central Europeo de reducir la inflación al 2%", ha dicho.
"La reacción de los Estados miembros está justificada. Al mismo tiempo, hay que preservar nuestro mercado único, evitando la fragmentación y reforzando todas las herramientas que podamos tener de solidaridad", señala el comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, respecto al plan alemán. A su juicio, la UE debería ofrecer una respuesta conjunta similar a la que dio a la pandemia, aunque la alta inflación reduce considerablemente el margen de maniobra.
Gentiloni ha dibujado un panorama muy negro de la evolución de la economía europea en los próximos meses. "Estamos sufriendo las consecuencias de la guerra y los altos precios de energía, la confianza de empresas y hogares cae, no podemos descartar el riesgo de recesión y tenemos una inflación de doble dígito por primera vez en la eurozona", ha apuntado.
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