Las rebajas en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) supusieron una pérdida recaudatoria de más de 4.150 millones de euros el pasado año. El tributo sobre el consumo fue el que más perjudicó la entrada de dinero en las arcas públicas, con 2.452 millones que el Estado dejó de ingresar, mientras que en el caso del IRPF la pérdida fue de 1.700 millones.
Así se desprende del informe anual de recaudación tributaria de la Agencia Tributaria (AEAT), según el cual el pasado año los ingresos por el cobro de impuestos alcanzaron los 271.935 millones de euros, un 6,4% más que lo recaudado en 2022. Se trata de un avance muy inferior a los de 2021 y 2022 (15% y 14%, respectivamente), aunque el organismo del Ministerio de Hacienda lo achaca a la excepcionalidad de esos dos cursos.
El crecimiento de los impuestos, pese a las rebajas, se explica por el aumento de las bases imponibles, en especial las vinculadas a las rentas, en un año en el que las remuneraciones de los asalariados bajo convenio experimentaron un crecimiento en el entorno del 3% y el 4%. Según la AEAT, los salarios aumentaron un 7,6%, dos puntos menos que el pasado año.
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Por su parte, el gasto se mantuvo más moderado, con un incremento del 3,6%. Esto fue debido especialmente a la caída de los precios energéticos, que redujo el valor de los consumos sujetos a los impuestos especiales. Ocurrió lo contrario con el gasto sujeto a IVA, que subió un 7,1% a lo largo del año.
En su conjunto, la base imponible de los principales impuestos creció un 7,6%, es decir, más de un punto por encima del avance de la recaudación tributaria. La razón de esa diferencia (de 1,2 puntos) no es otra que las citadas rebajas impositivas. De hecho, la propia Agencia Tributaria calcula que, de no haberse aplicado esas medidas, la recaudación habría aumentado un 7,8%.
Asimismo, también remarca que el aumento de la recaudación "se produjo en un contexto de progresiva moderación de la actividad, pero alto crecimiento en las variables nominales". De hecho, explica que la recaudación acompañó al ritmo del avance económico, con "una gradual tendencia decreciente solo alterada en el último tramo del año".
En cualquier caso, el desigual crecimiento de las bases supuso un mayor empuje de los impuestos directos. De esta manera, tributos como el IRPF o el Impuesto sobre Sociedades (IS) crecieron un 10,1%, mientras que el conjunto de los impuestos indirectos lo hizo un 1,7%.
En concreto, la recaudación por IRPF creció un 9,9% gracias al aumento del empleo y las subidas salariales y de pensiones. También influyó el incremento del tipo efectivo de este tributo, incluso pese a la rebaja del impuesto a las rentas más modestas. Por su parte, en el IS los ingresos aumentaron un 9%, según la AEAT "por el crecimiento de los beneficios de grandes empresas".
En el lado contrario se encuentra la recaudación por el IVA, que creció un 1,6%, muy por debajo del aumento del gasto, como consecuencia de las medidas de alivio para las familias, en especial la rebaja del impuesto a los alimentos básicos.