La pandemia que impulsó a los PIGS: cómo el sur de Europa pasó de rémora económica a motor de crecimiento
- Grecia, Portugal, España e Italia son los países cuyo nivel de PIB más ha mejorado con respecto al registrado antes de la Covid-19.
- Más información: España, el país con 2,7 millones de desempleados en el que cada mes renuncian a su trabajo casi 300.000 personas
La pandemia del coronavirus marcó un antes y un después en la economía mundial. Sin embargo, pocos habrían imaginado que los denominados PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España), asociados a crisis económicas y déficits estructurales, emergerían como líderes del crecimiento económico en Europa.
Según los últimos datos, el PIB de estos países no sólo ha recuperado los niveles previos a la Covid-19, sino que los ha superado con creces. Los Estados que más sufrieron la Gran Recesión son también los que se han sobrepuesto con más rapidez al shock pandémico, a lomos de una recuperación económica sustentada en buena medida en los nuevos patrones de consumo y el músculo público.
Entre 2019 y 2024, el PIB de Grecia ha aumentado un 8,5% respecto a los niveles prepandemia. Portugal le sigue con un 6,8%, mientras que España e Italia han alcanzado incrementos del 5,7% y 5,5%, respectivamente. Estas cifras contrastan con la moderación de Francia (3,7%) y la debilidad de Alemania (0,2%), de acuerdo con un reciente artículo del Banco de España.
El conjunto de la zona euro registra un crecimiento promedio del 4,2%, un dato influido a la baja por la economía alemana, cuya recuperación se ha visto frenada por problemas estructurales y una elevada dependencia energética de Rusia.
El éxito de los PIGS puede atribuirse a varios factores. En España, el dinamismo del consumo público y la inversión pública han sido decisivos. La contribución del sector público al crecimiento alcanza un 54%, reflejando el impacto positivo de los fondos europeos Next Generation. A su vez, el sector privado, aunque más rezagado, comenzó a mostrar signos de recuperación gracias a las mejoras en la inversión residencial y el turismo.
Por su parte, Grecia y Portugal, tradicionalmente dependientes de sus sectores primarios y turísticos, han logrado diversificar sus economías. En particular, Grecia se ha beneficiado del auge en la industria manufacturera, que representa el 28,4% de su crecimiento. En el caso de España, la contribución de este sector explica el 20,5% del crecimiento en los últimos años.
No obstante, la reapertura de fronteras ha sido un motor económico crucial para estas economías mediterráneas. España y Grecia, con su elevada dependencia del turismo, capitalizaron la demanda reprimida por las restricciones sanitarias. Además, el turismo de calidad, orientado a visitantes con mayor poder adquisitivo, impulsó los ingresos fiscales y la creación de empleo en sectores relacionados.
En este sentido, cabe destacar la importancia de las ramas de servicios relacionadas con el comercio, el transporte y la hostelería. España es el país que presenta una mayor contribución de estos sectores, que explican en torno al 24% del crecimiento entre el último trimestre de 2019 y el segundo de 2024, frente a contribuciones inferiores en Italia, Grecia, Portugal y Francia, e incluso negativas en el caso de Alemania.
Es relevante también la desigual evolución del PIB per cápita. Mientras la economía en su conjunto ha avanzado ese 5,7%, en caso de tener en cuenta la población el avance se reduce al 2,4%. Esto es así porque buena parte del crecimiento de España tras la crisis de la Covid-19 se explica por la llegada de población inmigrante, en gran medida detrás del boom del empleo.
Estado y turismo
En cualquier caso, la situación de España, aun dentro de ese auge de los PIGS, es en sí misma particular. "En todos los países se aprecia una contribución positiva del consumo público, si bien es especialmente elevada en el caso de España", explica el Banco de España. Y es que ese aporte del 54% destaca frente al 22% de Italia y el 16% de Portugal.
Respecto a la demanda exterior neta, que incluye el turismo, esta ha sido más positiva en España, donde explica el 25,6% del crecimiento total. En Italia y Portugal, por el contrario, la contribución es negativa, y sólo Francia, con un 22%, se acerca.
Por último, el supervisor destaca que "el consumo privado y la inversión han registrado una cierta atonía tanto en España como en Alemania y Francia, en claro contraste con el dinamismo en sus contribuciones al crecimiento del PIB de Grecia y Portugal".
"En el caso de Italia —continúa el Banco de España—, si bien el consumo privado ha registrado también una debilidad similar a la de España, Francia y Alemania (frente al dinamismo de Portugal y Grecia), destaca el dinamismo de la inversión, especialmente en el componente de la inversión en construcción".
Pero, pese a los avances, los PIGS enfrentan desafíos significativos. En España, por ejemplo, los costes laborales unitarios han aumentado más que en otros países, un 21,5% desde 2019, lo que erosiona parte de la competitividad exterior. Además, la inversión privada sigue por debajo de los niveles prepandemia, y sectores clave como el consumo privado y la construcción muestran una recuperación más lenta.
Por su parte, Italia, aunque beneficiada por su dinamismo en construcción, deberá abordar problemas estructurales como el envejecimiento de la población y la baja productividad. En Portugal, el reto será mantener el ritmo de diversificación económica y reducir la dependencia de los flujos turísticos internacionales.
En cualquier caso, la transformación de los PIGS no es sólo un logro económico, sino también un ejemplo de cómo las políticas públicas y la cooperación internacional pueden revertir año de estancamiento. El término PIGS surgió con connotaciones peyorativas, pero hoy simboliza la capacidad de adaptación y el potencial de estas economías para liderar en tiempos de incertidumbre.