El gasto público, el turismo y la inmigración dan la vuelta al PIB y convierten a España en el país más robusto de la OCDE
- Se espera que ambos factores rebajen su impulso en 2025, para cuando la inversión y la productividad serán la clave de bóveda del crecimiento.
- Más información: 'The Economist' destaca a España como la economía más sólida de 2024.
El semanario The Economist ha elegido a España como la economía más robusta entre los países desarrollados. Con un crecimiento del PIB cercano al 3% y la Europa del sur como motor del Viejo Continente, la elección de la prestigiosa publicación británica no es ninguna sorpresa. Sin embargo, al echar la vista sólo un año atrás, nada hacía presagiar que sería precisamente España quien obtendría el galardón.
En diciembre de 2023, instituciones y centros de estudios hacían sonar los tambores de la desaceleración económica. Los días de liderar el crecimiento en la zona euro, decían, habían llegado a su fin. Así, en las previsiones de diciembre del pasado curso, el Banco de España rebajó en dos décimas su estimación de crecimiento del PIB para 2024, que fue del 1,6%.
El Panel de Funcas, que recoge una media de consenso entre las estimaciones de varios analistas, también preveía un crecimiento del 1,6% en 2024. Además, de entre todos los análisis que recogía dicho Panel, la previsión de crecimiento más elevada se quedaba en el 2,1%. Ni el más optimista de los centros de estudios fue capaz de acercarse al avance real de la economía española.
Sin embargo, ya en el primer trimestre el PIB dio la campanada, al registrar un alza del 0,9% respecto al mismo periodo del año anterior —una vez el INE revisó los datos—. La historia se ha seguido repitiendo en los trimestres posteriores. Incluso en el tercero, una vez que ya se pensaba que la economía española comenzaría a desinflarse.
"Es un cambio colosal. Tiene mucho que ver con dos factores: el consumo público, que se esperaba que evolucionara de manera moderada, en un contexto de prórroga presupuestaria; y el turismo, que ha seguido creciendo cuando se pensaba que ya había tocado techo", explica Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas.
En el caso del consumo público, el economista destaca la importancia de las entregas a cuenta a las comunidades autónomas, que han recibido más dinero que el año anterior y, por supuesto, lo han gastado. También hay que tener en cuenta el impacto del Plan de Recuperación y los fondos europeos NextGen, que han supuesto una movilización nada desdeñable de recursos públicos.
Además, la llegada de trabajadores de terceros países ha seguido impulsando el empleo, lo que ha llevado al récord de 21,8 millones de trabajadores. La inmigración está detrás de ese boom del empleo que en buena medida explica el crecimiento económico.
Ahora bien, ¿qué puede ocurrir de cara a los próximos años? "Otras variables pueden tomar el relevo", señala Torres, ya que es previsible que tanto los desembolsos del Estado como el turismo hayan llegado a su máximo. Con una menor inflación, la actualización de las entregas a cuenta deberá ser más moderada y, además, en 2025 ya "entran en funcionamiento plenamente" las reglas fiscales europeas, que obligan a limitar el gasto público.
Por el lado del turismo, el director de Coyuntura de Funcas afirma que "ya hay síntomas de saturación en los destinos tradicionales y particularmente en verano; un problema casi de espacio", de manera que el crecimiento tenderá a reducirse. También porque el margen fuera de esos destinos tradicionales de sol y playa es escaso.
Entonces, ¿qué variables pueden tomar el relevo? Por un lado, el consumo privado, toda vez que las familias han ahorrado los últimos años y han recuperado parte del poder adquisitivo tras la crisis inflacionista. Con un avance de precio previsiblemente menor, comenzarán a gastar más que hasta la fecha.
Y, por último, "la variable más ansiada": la inversión. Según Torres, la caída de los tipos de interés puede ayudar a que las empresas aborden más inversiones en capital fijo, si bien no será tan fácil.
"La verdadera razón por la cual no despega la inversión en equipamiento tiene que ver con el entorno general de incertidumbre, no solamente en España, sino en toda Europa", explica Torres. Una "incertidumbre regulatoria" cuyos efectos se ven a las claras en el caso de la industria del automóvil, con vaivenes constantes sobre el futuro del coche eléctrico.