
El canciller alemán Olaf Scholz y el candidato a canciller de la CDU, Friedrich Merz, debaten en el canal de televisión Welt TV en Berlín.
Alemania tendrá que renunciar a la austeridad para activar su economía porque el BCE no será su salvación
La modificación del límite de deuda es una cuestión central en las elecciones que se celebrarán este domingo. Hizo saltar por los aires el Gobierno de Scholz.
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Los alemanes acudirán a las urnas este domingo. De los comicios saldrá un nuevo Gobierno que deberá solucionar los problemas económicos que sufre la locomotora de Europa. Ni siquiera las bajadas de tipos del Banco Central Europeo (BCE) pueden sacarla del hoyo. La clave, señalan los analistas, es que el próximo Ejecutivo modifique el límite de deuda recogido en su Constitución.
Los últimos sondeos pronostican una clara victoria de los dos partidos afines de derechas, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), con el 29,8% de la intención de voto.
La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) sigue ganando fuerza, con el 21,5% de la intención de voto, mientras que los Verdes (die Grünen) y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD, de centro) acaparan el 13,1% y el 16,1%, respectivamente.
Otras tres formaciones políticas, el Partido Democrático Libre de Alemania (FDP), la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW, extrema izquierda conservadora) y Die Linke (extrema izquierda) rondan el umbral del 5%, necesario para obtener representación parlamentaria.
Sea cual sea la composición del próximo Gobierno alemán, los miembros del Ejecutivo deberán hacer frente a los problemas económicos que sufre el país. La mayor economía de Europa se ha visto principalmente afectada por la caída del sector industrial, que es el gran motor del país.
Este sector sufrió el impacto de un fuerte aumento en los precios de la energía tras la guerra en Ucrania, una situación agravada en Alemania por su combinación energética —abandono de la energía nuclear y gran dependencia del gas ruso—, así como por la desaceleración económica en China, uno de los principales mercados para el modelo exportador industrial alemán.
De hecho, la economía alemana se contrajo por segundo año consecutivo en 2024. Su Producto Interior Bruto (PIB) se redujo un 0,2%. Las previsiones para 2025 siguen revisándose a la baja de forma generalizada. El banco central alemán, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Instituto de Kiel estiman que el crecimiento será, en el mejor de los casos, marginalmente positivo en 2025.
Impacto en la política monetaria
La debilidad de la economía alemana influye en la política monetaria de la zona euro. “Ya está afectando a las decisiones del BCE”, señala Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep Finance.
Es uno de los factores que está detrás de los descensos de las tasas de referencia aprobadas por la institución. En total, desde el pasado septiembre, el guardián del euro ha recortado los tipos de interés en cinco ocasiones, hasta situar la facilidad de depósito en el 2,75%.
Los miembros del BCE “son conscientes de que Alemania, y también Francia, están en recesión o bordeándola. Europa, en general, está estancada”, subraya Alvargonzález.
“El hecho de que una parte importante de las economías europeas, singularmente la alemana, se encuentre en un entorno de crecimiento más débil supone, sin duda, un añadido favorable a poder llevar a cabo estas medidas de normalización monetaria. No es la razón principal, pero sí un efecto colateral”, subraya en el mismo sentido Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad.
Las bajadas de tipos no son suficientes
Dicho eso, Del Pozo advierte de que “la política monetaria no es el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura”. Considera que “los males de la economía alemana tendrían mucho más sentido ser tratados con una política fiscal más activa, incluyendo permitir un mayor endeudamiento, algo que, con las cuentas del país germano, es perfectamente factible”.
Las bajadas de tipos no son suficientes para hacer frente a los problemas de Alemana, que tienen “un origen principalmente estructural, derivados de su política industrial, energética y fiscal, más que de factores coyunturales relacionados con el tono de la política monetaria”, explica Omar Rachedi, profesor del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade.
“Es cierto que una bajada de los tipos de interés tendría un efecto positivo sobre la economía alemana, pero este sería transitorio y no alteraría sustancialmente la situación de su tejido productivo, con un sector manufacturero —especialmente el automovilístico— en crisis”, añade el mismo experto.
Por tanto, lo que sí puede hacer la normalización de la política monetaria es, tal y como señala Alvargonzález, “ayudar a financiar el cambio”. O, como indica el economista Javier Santacruz, “endulzarlo”.
Límite de deuda
La clave para mejorar la situación económica de Alemania es, según señalan economistas y gestores de fondos, que el próximo Gobierno alemán modifique el conocido como freno de la deuda. Fue la causa del colapso del Ejecutivo de coalición liderado por Olaf Scholz.
“Reformar el freno de la deuda, autoimpuesto e innecesariamente estricto, proporcionaría más margen de maniobra fiscal”, subrayan desde J. Safra Sarasin Sustainable AM.
Adoptada en 2009, tras el estallido de la crisis financiera, el freno de la deuda es una norma presupuestaria consagrada en la Constitución alemana. Está destinada a limitar estrictamente el endeudamiento público.
Exactamente, prohíbe aumentar el endeudamiento por encima del 0,35% del PIB en un año determinado. La norma es aún más severa para los 16 estados federados —los länder—, ya que no pueden contraer nueva deuda.
En definitiva, es la razón que explica el reducido déficit de Alemania. No es de extrañar, por tanto, que se haya convertido en uno de los principales temas de las próximas elecciones del 23 de febrero.
Para los expertos de Crédit Mutuel Asset Management, lo más relevante de los comicios es conocer si los partidos que se oponen a la reforma del freno de la deuda conseguirán una representación superior al 33% de los escaños.
La reforma de la Constitución alemana requiere una mayoría de dos tercios. Mientras que SPD, los Verdes y hasta la CDU han indicado que están dispuestos a avanzar en la modificación de la norma, AfD se opone actualmente, al igual que BSW y Die Linke. “Si estos dos últimos partidos superan el umbral del 5%, podría dificultar enormemente cualquier cambio”, subrayan desde la gestora.
Desde Ostrum AM defienden que “una reforma es necesaria dadas las enormes inversiones necesarias en infraestructuras, digitalización y defensa. La infrainversión crónica está lastrando la productividad y el crecimiento de Alemania y de los demás países de la eurozona”.
Impacto en otras economías
La debilidad de Alemania, y también de Francia, podría hacer que el BCE continúe bajando los tipos de interés, incluso mientras otros países, como España, siguen disfrutando de un sólido crecimiento.
¿Qué implicación puede tener para la economía española? “Puede suponer gasolina extra en un motor que ya funciona a buen ritmo”, contesta Del Pozo. Y ello, a su vez, “puede devenir en nuevos flirteos inflacionistas, de la mano de un mayor consumo y empuje de sectores clave, como la construcción”.
Santacruz también pone en el foco en un posible “repunte de la inflación de manera considerable”. Un segundo efecto es que se perpetúe “el modelo de crecimiento basado en el consumo, especialmente público, porque unos tipos de interés más bajos significan menores costes de la deuda”.
Alvargonzález, por el contrario, descarta cualquier impacto en la economía española —porque “España va a ir perdiendo fuelle”— con una excepción: “Sí puede notarse en una mayor burbuja inmobiliaria”. La bajada de los tipos de interés, apunta, puede acelerar las compras de viviendas.