Olaf Scholz y el Parlamento de Alemania.

Olaf Scholz y el Parlamento de Alemania. Diseño: Arte EE.

Macroeconomía

Alemania llega a sus elecciones en recesión y con escasos síntomas de recuperación económica

Pese a que  los comiciones se ven como una "oportunidad", los analistas se muestran pesimistas tras dos años de recesión y un 2025 en el que no se prevé crecimiento.

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Alemania afronta las elecciones de este 23F en una situación delicada. La locomotora germana, motor financiero de la zona euro, ha gripado y encadena dos años consecutivos en recesión. 2025 apunta a ser un año de estancamiento para su PIB y los analistas se muestran pesimistas respecto a su futuro... a no ser que el nuevo ejecutivo que salga de los comicios tome decisiones audaces.

El PIB alemán está en senda descendente desde hace años. Su evolución tocó máximos de los últimos siete años en 2021 (3,7%), por el efecto de la recuperación de la actividad económica tras la Covid.

Desde entonces y bajo los mandos del todavía canciller Olaf Scholz, su economía ha perdido fuelle hasta caer en cifras negativas en 2023 y 2024 por el importante incremento de los precios de la energía causado por la guerra en Ucrania y la ruptura de la UE con Rusia por el conflicto.

"Alemania se enfrenta desafíos estructurales que lastran su crecimiento económico y merman su competitividad internacional", explica Walther von Plettenberg, director gerente de la Cámara de Comercio Alemana para España, a EL ESPAÑOL-Invertia.

"Altos costes energéticos, burocracia y carga fiscal están en la diana del empresariado alemán. Además, la escasez de mano de obra cualificada es cada vez más acuciante en un país con un problema demográfico conocido", indica el analista. 

No sólo eso. A su juicio, "las ganancias en productividad ya no pueden aportar al crecimiento como antes, debido a la creciente terciarización de la economía y el desacoplamiento entre empleo y producción". 

"Todo esto son problemas también europeos, pero Alemania los sufre particularmente por su idiosincrasia industrial", sentencia.

La columna vertebral de su economía está en horas bajas. La producción industrial ha disminuido tanto que en 2024 fue apenas el 90% de la de 2015.

El punto de inflexión fue la decisión de Moscú de cortar el suministro de gas natural a Alemania con la invasión rusa de Ucrania. Durante años, el modelo económico alemán se basó en la energía barata para alimentar la producción de bienes industriales destinados a la exportación.

Pero esto se acabó. Desde hace tres años, los precios del gas y de la electricidad se han disparado en Alemania. Y son los costes clave para industrias con un uso intensivo de energía como el acero, los fertilizantes, los productos químicos y el vidrio.

Otro gran sector de la industria alemana pasa por un momento complicado. Hablamos del automóvil. Y también es por cuestiones relacionadas con la energía, pero también por el medioambiente. La transición a la movilidad eléctrica ha sacudido, y sacude, a este sector.

Un gigante como Volkswagen ha anunciado la supresión de decenas de miles de puestos de trabajo, y algo parecido han hecho otros grandes en el país como Ford y Bosch.

Los pronósticos para el futuro no son precisamente halagüeños. El Fondo Monetario Internacional (IMF) avisa de que este 2025 la economía germana se estancará en un crecimiento del 0,8% (muy por debajo de España, por ejemplo).

Pese a ello, Von Plettenberg es optimista. "Alemania ha demostrado en el pasado su capacidad de reacción y adaptación ante situaciones complicadas. Un nuevo gobierno es un buen momento para demostrarlo una vez más y que Alemania vuelva a ser la locomotora europea, término con el que se ha asociado gráficamente Alemania tantas veces en España".

Para el representante de las empresas alemanas en España, "las elecciones ofrecen una oportunidad para redefinir el rumbo económico del país". Con todo, asume que dicho cambio de rumbo generará "efectos dolorosos por los recortes que supondrá".

Dentro de las medidas a aplicar, Von Plettenberg reclama reducir las tasas fiscales y burocráticas, así como medidas fiscales para rebajar el precio de la energía. Y da por hecha "la abolición del freno constitucional al endeudamiento público", aunque eso "no será la panacea". Serán necesarias "decisiones impopulares" para las que será necesario "un gobierno fuerte y estable", señala.

Los analistas coinciden en esto. Pese a que las encuestas dan como ganador a Frederick Merz, el candidato conservador, de formar un ejecutivo de coalición fuerte depende la prosperidad económica alemana.

"Hay poco optimismo en una verdadera reactivación económica, simplemente esperanzas de que la desaceleración pueda frenar por sí misma", opina Lewis Grant, gestor principal de cartera de renta variable global en Federated Hermes Limited.

A su juicio, "la fuerza de la coalición determinará si se pueden promulgar cambios significativos en el mecanismo de freno de la deuda para proporcionar el tan necesario estímulo económico".

"Quienquiera que forme la próxima coalición tiene ante sí una ardua tarea ante las ondas geopolíticas que emanan en gran medida de Estados Unidos, el debilitamiento de la demanda en China y el mantenimiento de los elevados precios de la energía", añade.

En Natixis son más pesimistas. Recuerdan que "existe desacuerdo entre los principales partidos sobre las causas profundas del estancamiento económico y, en consecuencia, sobre cómo abordarlas".

Además, "algunos de los retos estructurales a los que se enfrenta la economía alemana son posiblemente muy difíciles de abordar y pueden requerir mucho capital político. No es un panorama alentador para el próximo gobierno".

Bolsas

Si bien el horizonte macroeconómico de Alemania parece empañado, el de los mercados bursátiles no lo está tanto. Los analistas dan por hecho que, si la formación de gobierno de los conservadores con los socialdemócratas o los Verdes es rápida, el impacto para las bolsas continentales sería positivo a corto plazo, aunque no tendría demasiado recorrido alcista a largo.

Alemania constituye menos del 15% de todo el mercado, menos que, por ejemplo, Suiza, el Reino Unido o Francia, como recuerda Vincenzo Vedda, director de Inversiones de DWS. Además, las acciones de referencia alemanas tienen una exposición muy limitada a la economía doméstica. Por otro lado, “cualquier coalición concebible en este momento parece probable que entregue sólo cambios de política marginales”.

Roberto Scholtes, jefe de Estrategia de Singular Bank, subraya en un documento para clientes del banco que lo que cotiza en el índice bursátil Dax no es una suerte de Alemania S. A. .

En agregado, apenas la quinta parte del volumen de negocio de los integrantes del selectivo germano proviene de Alemania. Un 30% procede de Europa; casi la cuarta parte, de Norteamérica; más de un 15%, de China, y casi una décima parte, de otros países emergentes.

“Habrá que estar muy atentos al resultado electoral y a sus consecuencias, pero sin perder de vista que las acciones alemanas dependen mucho más de cómo vaya el mundo que de su coyuntura doméstica”, advierte Scholtes.

No en vano, a pesar de la desaceleración económica y recesión sufrida por el país germano en los últimos años, el Dax se revalorizó un 20% en 2023, otro 19% en 2024 y lleva un 11,5% en lo que llevamos de ejercicio.

Impacto escaso en los 'bunds'

Los analistas descartan un impacto significativo –positivo o negativo– en la deuda, tanto alemana como europea, prácticamente sea cual sea el resultado de los comicios.

En el caso de una formación rápida de una coalición con apoyo mayoritario en el Bundestag, el impacto en los bonos europeos y alemanes será limitado “aunque eso podría cambiar si se producen cambios de política más radicales”, señalan desde DWS.

El factor más importante para los bonos, opinan, “será si vemos o no un ajuste en el freno de la deuda. Pero, incluso entonces, "los impactos en el crecimiento, el déficit fiscal y las previsiones de deuda sobre PIB serán grandes y, por lo tanto, es poco probable que tengan un gran efecto en los bunds", como se conoce a los bonos alemanes.

Incluso si se produce un largo periodo de incertidumbre y parálisis política el impacto en la deuda será limitado. Eso sí, siempre que "surja un gobierno, sin la participación de la extrema derecha o la extrema izquierda".

Este artículo cuenta con la colaboración de Laura Piedehierro, Rubén Escudero, Laura Ojera y José Luis Cano