Son tres de las empresas más valoradas del mundo. Entre todas ellas suman más de 1,4 billones de dólares de valoración bursátil (algo más de todo el PIB español). El devenir de sus negocios concentra una gran atención. Y el primer trimestre no ha sido plácido para ninguno de ellos. Google, Apple y Microsoft han sufrido un serio varapalo con unos resultados financieros que han decepcionado a propios y extraños en el mercado. La consecuencia de esta particular ‘trampa’ de las expectativas ha sido la pérdida de más de 100.000 millones de dólares de capitalización entre las tres.
Con esas cifras sobre el papel, cabría pensar que en esos resultados financieros el rojo ha sido el color mayoritario. Nada más lejos de la realidad. Sólo Microsoft ha sufrido una caída tanto en sus beneficios netos como en sus ventas en plena reconversión como compañía. Entonces, ¿cuál es el problema? El de (casi) siempre: las expectativas generadas entre los inversores.
Apple, un antes y un después
De estos tres gigantes, Apple fue el último en ponerse frente al espejo. Los resultados trimestrales han servido para llegar a una conclusión: la compañía es vulnerable. En el año 2013, las dudas sobre su capacidad para innovar y crecer castigaron duramente a la acción. Ahora, esa incertidumbre tiene que ver con su capacidad para seguir exprimiendo su gallina de los huevos de oro: el iPhone.
El problema de la joya de la corona -un 16% de descenso en el número de teléfonos vendidos- tiene el origen en el incremento de la competencia en el mercado, con la entrada de oponentes chinos como Huawei que se introducen en la gama alta. Y también en el estancamiento de las ventas de dispositivos. Durante el primer trimestre del año, según la consultora IDC, el número de teléfonos entregados a vendedores (que no tiene por qué ser vendidos) subió apenas un 0,2% hasta alcanzar los 334,9 millones.
Sufre una fuerte dependencia hacia el iPhone (casi siete de cada diez dólares de sus ingresos provienen de este producto), al no contar con otro que lo supla. El iPad podría ejercer ese papel, pero lleva en horas bajas varios trimestres, después de que el mercado de las tabletas siga en caída libre. En esta ocasión, el descenso de las ventas fue del 19%.
Si en esta coctelera se introduce el factor de China y su ralentización (los ingresos en esta zona del mundo cayeron más de un 26% en este trimestre), tras erigirse en una de las grandes esperanzas de crecimiento de la compañía, el resultado pesa como una losa. La primera caída en ventas de los últimos trece años y el primer tropiezo del iPhone en sus casi diez años de vida.
La consecuencia en el mercado se percibió el miércoles con una caída que llegó a ser del 8% y que a media sesión se redujo al 6%. Eso significaba que en una sola jornada se dejaba más de 37.000 millones de dólares de capitalización bursátil.
Google y la ralentización
En el caso de los de Mountain View, los inversores apenas se inmutaron por el nuevo golpe de la Unión Europea a su sistema operativo móvil Android. Pero sí reaccionaron empujando a la baja a sus acciones tras unos resultados en los que no lograron superar el siempre alto listón de los inversores. Los ingresos, que superaron la barrera de los 20.000 millones de dólares (un 17% más), se quedaron algo por debajo de las previsiones.
La capacidad para ganar espacio en la publicidad en el móvil es analizada al milímetro por los analistas. La compañía no desglosa aún la división entre la publicidad de escritorio o la procedente de estos dispositivos. Sin embargo, un estudio mencionado por WSJ confirma que los clicks en anuncios de búsquedas en móviles se duplicaron en este primer trimestre.
¿Y el gasto? En Wall Street existía preocupación por el incremento del gasto y la inversión en la empresa del buscador. Parece que hay signos de una corrección a la baja: subieron un 16%, a un ritmo inferior a los ingresos. Los beneficios crecieron también un 16% hasta los 4.200 millones.
El otro foco estaba sobre los gastos en sus proyectos más allá de la publicidad online, como la automatización en el hogar o los coches autónomos. Lo que la compañía denomina ‘Other Bets’ (otras apuestas, en español). Esta división incrementó sus pérdidas hasta los 800 millones de dólares y sus ingresos se duplicaron hasta los 166 millones.
Pese a que en cualquier compañía estas cifras serían envidiables, para los inversores de Google no fue suficiente. Y la caída fue de casi el 6% al día siguiente en el mercado. En estos días se ha dejado más de un 7,5%, es decir, más de 42.000 millones de dólares de valoración en bolsa.
La nube de Microsoft se ralentiza
El tercero en escena es Microsoft. La compañía creadora del sistema operativo Windows atraviesa una transición en la que la nube es su principal esperanza. Como es lógico, todas las miradas estaban puestas en este segmento y su comportamiento decepcionó. Los ingresos en este campo crecieron un 3% (un 8% si se excluye el impacto de las divisas) hasta los 6.100 millones de dólares.
La caída en el mercado de los ordenadores llevó a que Windows redujera sus ingresos un 2%. En el lado de los móviles, el volumen de negocio se desplomó un 46%, aunque las tabletas (y ordenadores ‘móviles’) Surface crecieron un 61%.
El resultado fue una caída tanto en ingresos (20.500 millones de dólares) como en beneficios netos (3.800 millones). Fue mayor de lo esperado y los inversores castigaron en bolsa. En estos días la acción se ha resentido y ha perdido casi un 9% de su valor. En total, más de 37.000 millones de dólares de capitalización en el parqué.
Ni los ‘regalos’ a inversores
Es evidente, los tres han sufrido las consecuencias en bolsa. Todos ellos han acumulado caídas que van del 7 al 10 por ciento en estos últimos cuatro días. Y estos tropiezos han llegado pese a los ‘caramelos’ que Apple y Microsoft han ofrecido a los inversores.
Apple anunció el incremento de su programa de recompra de acciones y la subida del dividendo. Su objetivo: gastar más de 250.000 millones de dólares hasta marzo de 2018 de su dinero en efectivo para devolverlo a sus accionistas. Microsoft, por su parte, sumó 6.400 millones de dólares en forma de recompras y de dividendos durante este último trimestre. No fueron suficientes para frenar la desconfianza.
Los resultados de la compañía del iPhone, y sobre todo sus conservadoras y negativas previsiones para el próximo trimestre, representaron el jarro de agua fría definitivo para un sector, el de las grandes empresas tecnológicas, que ha vivido un idilio casi continuo con los mercados financieros. Este primer trimestre ha roto la racha.