Deutsche Bank, el mayor banco de Alemania uno de los grandes actores de la banca mundial, “lleva años cayendo en picado”. Así lo describía hace unos días el periodista Tim Kanning en las páginas del influyente diario generalista germano Frankfuter Allgemeine Zeitung. Tal vez la mejor prueba que demuestra la crítica situación en la que se encuentra la entidad financiera con sede en Fráncfort (oeste germano) es la evolución del precio de sus acciones, que esta semana tocaron fondo al alcanzar un mínimo histórico.
Los 12,32 euros por título con los que cerró el jueves es un valor nunca visto en los últimos treinta años. Desde que comenzó el presente ejercicio, el precio de las acciones se ha contraído casi un 50%. En términos de capitalización, ha pasado de ser el gran banco europeo a valer tres veces menos que el español Banco Santander o que el francés BNP Paribas.
No contribuye en modo alguno a la apreciación de los títulos de Deutsche Bank el que el Fondo Monetario Internacional (FMI) haya descrito recientemente en uno de sus informes al banco germano como “el contribuyente neto más importante para los riesgos” existentes en el mundo financiero, ni los últimos resultados de la entidad teutona el último 'test de estrés' de la Reserva Federal de Estados Unidos, una evaluación suspendida por Deustche Bank por segundo año consecutivo. Al otro lado del Océano Atlántico, los responsables del banco germano aseguran, tras haber repetido el fracaso en las pruebas de la Fed, que van a aplicar “las lecciones aprendidas”.
“A Deutsche Bank le ha pasado lo que a España, que creció demasiado rápido y por encima de sus posibilidades”
Sin embargo, que Deutche Bank levante el vuelo no depende exclusivamente de ese proceso de aprendizaje. “A Deutsche Bank le ha pasado lo que algunos países, como España, que ha creció demasiado rápido y por encima de sus posibilidades”, dice a EL ESPAÑOL, Rainer Stachuletz, experto en finanzas y profesor de la Escuela de Economía y Derecho de Berlín. Para él, los problemas del banco datan de cuando empezó “a desarrollarse en el negocio del mercado de capitales, para obtener mayores márgenes de beneficio”, porque “lo hizo de forma muy agresiva, sin construir la infraestructura necesaria que va con ella” y a pesar de que “en Alemania nunca ha habido tradición de entrar en el mercado de capitales”.
En consecuencia, este experto prevé entre cinco y diez años de trabajo para adaptar al banco a una realidad que abrazó falto de preparación. Precisamente en esa tarea trabaja desde que llegara ahora hace justo un año a la dirección de la entidad el británico John Cyran. Pese al aniversario el 1 de julio de su entrada en la sala de mandos del banco, “no hay razón para estar de fiesta” en Deutsche Bank, según escribían esta semana Frank Wiebe y Robert Landgraf en el diario económico Handelsblatt. En realidad, es momento de apretar los dientes en la institución germana, porque en la agenda de Cyran figura perder lastre con la idea de hacer remontar el vuelo. Esto significa, entre otras cosas, despidos y cierres de oficinas.
DESPIDOS Y MULTAS MILLONARIAS
De ahí que ya se hayan registrado acuerdos como el alcanzado hace apenas una semana con el comité de empresa por el cual se recortarán hasta 3.000 puestos de trabajo, dejando además la puerta abierta a otros 1.000 despidos. Asociado a estos recortes está la intención de cerrar una de cada cuatro oficinas, cerca de 200. “Tenemos que reducir nuestros costes y al mismo tiempo reorganizar nuestro trabajo”, ha explicado a los trabajadores de la entidad Cyran en una reciente misiva destinada a los empleados de cuya existencia han dado cuenta los medios de comunicación alemanes.
La reestructuración está saliendo cara a la entidad. Pero crucial para que el banco presentara a principios de año pérdidas de hasta 6.700 millones de euros en 2015 - mucho más que en 2008, el peor año de la crisis financiera (3.900 millones) - son los costes legales que está asumiendo la entidad por diferentes problemas judiciales. Sólo la implicación de Deutsche Bank en los escándalos del Líbor y Euríbor, donde hubo manipulación de los tipos de interés del mercado interbancario, se han valorado en miles de millones de euros. Así, hasta 2.300 millones de euros acordó el año pasado Deutsche Bank ante las autoridades británicas y estadounidenses por el caso del Líbor. También en 2015 se impusieron sanciones millonarias al banco alemán por haber realizado operaciones con países sujetos a sanciones internacionales como Irán, Sudán, Libia, Birmania o Siria.
“Poner en orden Deutsche Bank llevará unos cinco o diez años y, como el escándalo de Volkswagen, se traducirá en años de pérdidas”
En este contexto, resulta casi anecdótico que la filial en España de Deutsche Bank presentara hace un mes un beneficio neto de 91,4 millones de euros en 2015, tras un ejercicio de 2014 marcado por pérdidas de 1,8 millones de euros. “Poner en orden Deutsche Bank llevará unos cinco o diez años y, como el escándalo de Volkswagen, se traducirá en años de pérdidas para la compañía”, estima Stachuletz, el profesor de la Escuela de Economía y Derecho de Berlín. En este sentido, en los primeros tres meses del año los beneficios de la entidad menguaron un 58% respecto al año anterior, quedándose en unos 236 millones de euros.
PROBLEMAS ESTRATÉGICOS
Deutsche Bank emplea a cerca de 100.000 personas en todo el mundo. John Cyran tiene idea de reducir ese número en 9.000 trabajadores, del mismo modo que quiere dejar en 24.000 el número de colaboradores externos con los que cuenta el banco, que son actualmente unos 30.000. “Cyran tiene que ser persistente y hacerse con el apoyo de los órganos de gobierno de la entidad, debe mantenerse como CEO, porque un barco que se mueve en aguas turbulentas no podría salir adelante con un cambio de capitán”, dice a este periódico Johanna Mair, profesora de gestión, organización y liderazgo en la prestigiosa Hertie School of Governance de Berlín.
“Si trabajara con el Deutsche Bank me diría '¡Dios mio!', un año tienes un bonus, otro no, un día tienes una estrategia, otro día es otra”
Precisamente la falta de consistencia es lo que Stachuletz cree que ha puesto al banco en su situación actual. “Si trabajara con el Deutsche Bank me diría '¡Dios mio!'”, porque “un año tienes un bonus, otro no, un día tienes estrategia, otro día es otra”, asegura el experto en finanzas de la Escuela de Economía y Derecho de Berlín.
Alude así este académico, entre otras cosas, a los movimientos que viene realizando el banco germana con la entidad de banca minorista Postbank, adquirida en 2008 y de cuya posible venta se habla desde el año pasado. El indio Anshu Jain, que fue co-CEO de Deutsche Bank hasta la llegada a la dirección de Cyran, fue el encargado de anunciar que Postbank se vendería. Con el británico al frente, esa venta parece descartada para este año.
Más allá de la incómoda situación en la que deben estar viviendo los casi 15.000 empleados de esa entidad, lo que Stachuletz asegura que aún puede ser más complicado de resolver para Deutsche Bank es que haya “perdido contacto con la realidad del mercado de la banca minorista”.