El empresario inmobiliario Joaquín Rivero Valcarce ha fallecido este domingo a los 72 años de edad a consecuencia de "una enfermedad neuronal de rápida evolución", según informaron en fuentes próximas al empresario. Rivero, natural de Jerez de la Frontera (Cádiz), acumulaba una dilatada trayectoria y experiencia en el sector inmobiliario, en el que llegó a controlar y presidir las inmobiliarias Bami y Metrovacesa.

Bien conectado con la clase política, el empresario tuvo como mano derecha hasta 2012 al empresario Ignacio López del Hierro (marido de la secretaria del PP, Mª Dólares de Cospedal). Fue protagonista indiscutible de la burbuja inmobiliaria en España, Rivero condujo la mayor compañía del sector por valor en bolsa hacia su expansión por Europa con la compra de la francesa Gecina o la sede central del banco HSBC en Londres.

Pero fue en 2006 cuando se produjo el episodio más mediático de su carrera con la guerra accionarial multimillonaria en Metrovacesa con la familia Sanahuja. Aliado con el expresidente del Valencia, Bautista Soler, Rivero acabó perdieron la batalla por la empresa, pero salió bien parado a medio plazo debido a que luego pinchó el sector y se llevó por delante a la mayoría de fortunas del ladrillo.

A su faceta empresarial se suma su afición por la cultura, especialmente por el arte, que le convirtió, junto con su familia, en uno de los mayores coleccionistas de privados de arte de Andalucía. También contaba con negocios bodegueros (Bodegas Tradición) y deportivos (Puerto Sherry).

La trayectoria profesional de Rivero está marcada por protagonizar una de las mayores 'guerras de OPA's' del panorama empresarial español de los últimos años. En el año 2006, en pleno 'boom' del sector inmobiliario, mantuvo durante casi un año una intensa pugna con la familia de promotores catalanes Sanahuja por el control de la inmobiliaria Metrovacesa.

La 'lucha' concluyó a mediados de 2007 con un acuerdo 'salomónico' para dividir los activos de la entonces Metrovacesa en dos partes. Rivero refundó Bami con los negocios que le correspondieron de la inmobiliaria, una firma que finalmente acabó en liquidación como consecuencia de la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria que sobrevino en los años posteriores.

DILATADA TRAYECTORIA

Joaquín Rivero Valcarce inició su trayectoria profesional en la empresa familiar, si bien a los 23 años de edad ya constituyó una empresa fabricante de materiales de construcción y una constructora.

En 1983 dejó el sector de la construcción y, junto con varios inversores, fundó distintas sociedades inmobiliarias con las que participó en la promoción de más de 25.000 viviendas dentro y fuera de España.

Unos años después, en 1997, entró en la inmobiliaria Bami al comprar la participación que el entonces Banco Central Hispano tenía en la compañía, de la que se convirtió en accionista de referencia y presidente ejecutivo.

OPA tras  OPA

Tras varios ejercicios centrado en el crecimiento de Bami, a partir del año 2000, y al calor del crecimiento del sector inmobiliario, inició un periodo de expansión con el que, a golpe de OPA, se convirtió en uno de los principales empresarios inmobiliarios del país y de Europa. Así, ese mismo año lanzó una OPA hostil sobre Zabalburu, inmobiliaria entonces participada por Altadis, y dos años después, compró el 23,9% de la entonces Metrovacesa, que en aquel momento estaba en manos de BBVA.

En 2003, tras salir airoso de una OPA hostil que dos grupos italianos lanzaron por Metrovacesa, fusionó esta empresa con Bami, una operación que dio lugar a la entonces primera inmobiliaria de España y una de las primeras de Europa. La compañía fortaleció aún más su liderato cuando en 2005 compró la mayoría del capital social de la patrimonialista francesa Gecina.

No obstante, un año después arrancaría la referida 'guerra' de OPA's entre Rivero y la familia Sanahuja en el seno de Metrovacesa, que finalmente concluyó en 2007, en vísperas de la crisis, con la división entre ambos de la empresa. En cuanto a la parte de la inmobiliaria que se quedaron los Sanahuja, finalmente pasó a manos de la banca acreedora de familia. Los bancos que aún quedan en el capital de la empresa, actualmente controlada por el Santander, acaban de acordar su fusión con Merlín para dar lugar de nuevo a la mayor inmobiliaria del país.

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