Berlin

El gigante de las finanzas germano Deutsche Bank presenta un frente abierto clave para su existencia al otro lado del Océano Atlántico. En Estados Unidos, la entidad bancaria suma algo más de 10.000 de los 100.000 empleados que tiene distribuidos por todo el mundo. Sus actividades en territorio estadounidense contribuyeron en buena medida a que en el continente americano el banco germano generara, en 2015, unos ingresos cercanos a los 8.000 millones de euros.



Ahora bien, ni siquiera esos ingresos servirían a Deutsche Bank para pagar los 14.000 millones de dólares (unos 12.400 millones de euros) que el Departamento de Justicia estadounidense quiere que pague la institución teutona por la venta de valores vinculados a las hipotecas basura entre 2005 y 2007. Que se supiera el montante de la multa deseado por las autoridades estadounidenses ha estado asociado a la última gran caída del precio de los títulos de la entidad. En el último año, el precio de las acciones de Deutsche Bank ha caído un 50%.



Ese eventual castigo también ha multiplicado los rumores sobre el futuro de Deutsche Bank en Estados Unidos. Hace unos días, el diario muniqués Süddeutsche Zeitung incluso evocaba la posibilidad de que el banco abandone sus negocios en el país que todavía algunos llaman en Alemania “la tierra de las posibilidades ilimitadas”.



Según ese periódico, que citaba fuentes anónimas conocedoras de la entidad germana, en las altas instancias de Deutsche Bank “ya no hay prohibición de pensar” incluso en soluciones tan radicales como abandonar Estados Unidos. “Tal vez [y, ndlr.] simplemente fuera de aquí”, titulaba el diario generalista editado en la capital bávara al informar sobre esta circunstancia.



El semanario Welt am Sonntag también indicaba hace unos días que Deutsche Bank tendría que realizar “cambios en su modelo de negocio” en Estados Unidos. Precisamente contra el modelo de negocio de la entidad se ha pronunciado recientemente una figura notable del Gobierno germano como es Sigmar Gabriel, el vicecanciller y ministro de Economía alemán. Gabriel ha reprochado, en concreto, el carácter especulador de la actividad de Deutsche Bank que habría desencadenado las ventas de aquellos valores vinculados a las 'subprime', los responsables de la crisis financiera de 2008.



En este contexto, los representantes de Deutsche Bank en Nueva York y Fráncfort – donde tiene su sede central la entidad germana –, prefieren mantenerse en silencio. “No hacemos comentarios”, dicen a EL ESPAÑOL desde la entidad a ambos lados del Océano Atlántico. “A Deutsche Bank lo que le interesa es que haya calma a su alrededor”, explica a este periódico la actitud del banco Dorothea Schäfer, experta en cuestiones financieras del Instituto Alemán para la Investigación Económica de Berlín (DIW, por sus siglas alemanas).



Sin embargo, en las últimas semanas la situación del gigante de las finanzas teutón se ha caracterizado por ser todo lo contrario de tranquila. “Tenemos tantos rumores últimamente...”, reconocen dentro del banco alemán.



CUALQUIER ESCENARIO ES POSIBLE



Para Zacharias Sautner, director del departamento de Finanzas de la Escuela de Finanzas y Gestión de Fráncfort, que la entidad teutona se planteé todo tipo de escenarios está justificado. “Habida cuenta de que Deutsche Bank está realizando actualmente una revisión estratégica de su negocio, creo que es creíble imaginar que sus líderes piensen ahora en reducir su presencia en Estados Unidos, es una buena idea”, dice Sautner a este periódico.



Así alude este experto, entre otras cosas, a las reformas puestas en marcha por el CEO de Deutsche Bank, el británico John Cyran. Entre esas reformas figuran los despidos de hasta 9.000 empleados y el poner punto y final a la relación con unos 6.000 colaboradores externos. Con ello se busca hacer de la entidad un banco “más eficiente” y “más competitivo”, según los términos del propio Cyran.



Entre los últimos rumores sobre Deutsche Bank también figura el que la entidad busque la posibilidad de separarse de más empleados, especialmente en Estados Unidos. Allí, el prestigioso diario New York Times ha informado de que el banco ya ha echado el freno en las contrataciones.



La comentada reducción total de la presencia en Estados Unidos de Deutsche Bank es para Sautner una opción a valorar dentro de la partida de póquer que desarrolla el banco en sus negociaciones con el Departamento de Justicia estadounidense. “Es algo a considerar como una apuesta”, dice este experto. “Si estás negociando un castigo y amenazas con retirarte del mercado, hay una cantidad potencial de empleados que van a perder sus trabajos”, porque “si te vas el Estado recibirá menos impuestos, los de tu empresa y de los trabajadores que perderán sus empleos, esto puede afectar en la negociación”, añade.



SANCIONES MILLONARIAS ANTERIORES



Los 14.000 millones de dólares de castigo que quiere la justicia estadounidense superan con creces los montantes de las multas que ha tenido que sufragar Deutsche Bank en los últimos doce meses en Estados Unidos. El pasado mes de noviembre el banco ya fue sancionado a pagar 258 millones de dólares (unos 234 millones de euros) a las autoridades del país por haber realizado operaciones con estados que prohibe la legislación estadounidense. Entre ellos figuran Irán, Sudán, Libia y Siria.



Por su participación en el escándalo del Líbor, donde hubo manipulación del tipo de interés del mercado interbancario de Londres, Deutsche Bank ya tuvo que pagar 2.175 millones de dólares (cerca de 2.000 millones de euros) a las autoridades estadounidenses en 2015. Otros cerca de 300 millones de euros fueron a parar a la instancia de vigilancia financiera británica.



Sin embargo, según Schäfer, la experta del DIW, esta acumulación de sanciones no pone realmente en peligro la presencia de Deutsche Bank allí. “Irse es algo radical, muy difícil de que ocurra”, comenta la experta del DIW. Sobre todo, a sabiendas de que “un banco de inversiones como Deutsche Bank, cuya filosofía se basa en la presencia internacional, no es compatible con salir de Estados Unidos”, añade.



En suelo estadounidense, además, hay “muchas empresas multinacionales alemanas que están haciendo negocios a través de Deutsche Bank, que actúa como un socio comercial entre Estados Unidos y Alemania”, recuerda por su parte Sautner, el profesor de a Escuela de Finanzas y Gestión de Fráncfort. Ese papel es, a buen seguro, de los que el banco alemán se va a esforzar en mantener, contra viento, marea, rumores y multas.

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