En la lista de grandes agraviados por el ‘brexit’, los productos de la 'huerta española' ocupan un papel destacado. Sólo la industria automovilística exporta más que la alimentaria al Reino Unido y cualquier varapalo en el consumo de los británicos o una caída en picado de la libra tiene consecuencias.
El valor de las exportaciones españolas de productos agroalimentarios a Reino Unido alcanzó los 3.524,2 millones de euros en 2015. Un sector que no ha parado de avanzar en los últimos diez años, en los que disparado su crecimiento casi un 60%, según los datos recopilados en un estudio sobre la industria de la alimentación y las bebidas publicado por la consultora KPMG.
Y de esa cifra, más de la mitad vino directamente de la huerta. “En cuanto a los diferentes tipos de productos dentro del segmento agroalimentario, el de frutas, hortalizas y legumbres es el mayor posible afectado por esta nueva situación, ya que es el primero en volumen, alcanzando una cifra de exportaciones a Reino Unido durante 2015 de más de 2.000 millones de euros”, indica KPMG.
En concreto, del conjunto de exportaciones españolas al Reino Unido, tres de cada 100 euros se concentraron en la industria automovilística y dos de cada diez en productos de alimentación ‘made in Spain’.
El pasado ejercicio, España registró un superávit comercial frente al Reino Unido de 5.647 millones de euros, según las estadísticas publicadas por el Icex. Durante 2015, las exportaciones al Reino Unido se incrementaron en un 9,6% y importaciones crecieron aún más rápido, un 12,1%. En total, el valor de las exportaciones fue de 18.231 millones de euros y el de las importaciones, de 12.583 millones de euros.
El golpe a la libra
¿Qué puede pasar después del referéndum del pasado 23 de junio? El informe de KPMG constata que uno de los efectos más inmediatos, con repercusiones a corto y a medio plazo, será la caída de la libra. Sólo desde el referéndum, el valor de la moneda británica frente al euro ya ha caído casi un 15%. Y, si cae la libra, también seguirá el mismo camino la confianza de los consumidores. Si eso pasa puede ocasionar “una reducción del volumen de ventas en el sector 'retail', compensado ligeramente por la subida de precios”, indica el informe.
El estudio señala, además, que el gasto de los consumidores británicos está “bajo presión debido al aumento de la incertidumbre, el esperado incremento del desempleo y la pérdida de poder adquisitivo”. Además de esas previsiones negativas el estudio de la consultora pone nombre a algunos de los artículos que pueden verse afectados.
Así, se apunta que el 40% de la carne de cerdo en Reino Unido procede del extranjero, que cerca del 50% de la mantequilla y el queso que venden en la cadena de supermercados Tesco se elabora con leche procedente de la Unión Europea y que sólo el 15% de la fruta fresca y el 55% de las verduras que se comercializan en el Reino Unido se cultivan localmente.
¿Qué harán las cadenas de distribución para paliar esta situación? Las empresas minoristas británicas tendrán que enfrentarse a nuevas complicaciones comerciales y barreras como aranceles de importación e impuestos sobre los productos procedentes de la UE. El informe también señala que muchos minoristas británicos tienen coberturas de moneda extranjera para paliar las fluctuaciones de la libra esterlina hasta el próximo año. “Sin embargo, a medida que venzan las coberturas tendrán que elegir entre subir los precios o reducir márgenes en los artículos que venden.
Por ello, prevé que, ante ese probable aumento de aranceles y de precios, las cadenas apuesten por los productos fabricados dentro del Reino Unido, en un intento de mantener los precios bajo control. Parece obvio que las empresas españolas notarán los efectos del ‘brexit,’ ya sea en los precios o en los márgenes o bien porque el Reino Unido se verá obligado a renegociar acuerdos comerciales con sus ahora socios comunitarios, España incluida. También se espera un impacto legal y fiscal, dado que que las compañías de alimentación españolas tendrán que adaptarse a la futura regulación del mercado británico, que podría implicar la obtención de licencias o el cumplimiento de nuevos estándares, además de cambios en las cargas fiscales.