Miles de millones de euros están en juego. Los estadounidenses eligen nuevo presidente mañana y una buena parte de las mayores empresas españolas se juegan un negocio de más de 30.000 millones de euros. Es la cifra de ventas que generaron en el país las seis compañías más expuestas, según sus propias cuentas. El grupo ACS, Santander e Iberdrola son los tres con mayor negocio en este mercado.
Constructoras, bancos y energéticas mirarán la próxima madrugada de reojo mientras se recuentan los votos en Estados Unidos. El resultado puede afectar a un negocio que, en muchos casos, representa hasta el 15% de toda su facturación anual.
La compañía del Ibex más dependiente de Estados Unidos es Grifols. La farmacéutica catalana tiene allí más del 65% de su actividad. Suma 2.506 millones de euros gracias a su negocio de plasma artificial. En ese país, además, tiene tres fábricas: en Carolina del Norte (uno de los estados que puede decidir las elecciones), Nueva York y California.
Las constructoras se juegan mucho
Pero si hay un grupo de empresas que se juegan mucho es el de las constructoras y adjudicatarias de servicios públicos. Hay miles de millones sobre la mesa de centenares de contratos que cuentan a grandes compañías españolas como responsables. Estas elecciones pueden marcar mucho el camino para estas firmas.
A un lado se encuentra el plan de inversiones anunciado por la candidata demócrata, Hillary Clinton: 275.000 millones de dólares en inversiones para los próximos cinco años. A otro está el republicano, Donald Trump, que ha subido su apuesta: asegura que gastará más de medio billón de dólares. A muchos de esos contratos podrán aspirar compañías españolas.
Un ejemplo de la apuesta que ha llevado a cabo en los últimos años algunos de los grandes grupos constructores en España es el ‘megacontrato’ al que aspiran desde hace meses en Los Ángeles. Se trata de la construcción y explotación de un nuevo acceso ferroviario elevado al aeropuerto, un proyecto estimado en unos 2.250 millones de euros. Cuatro compañías españolas, Ferrovial, ACS y un consorcio de OHL y Acciona, pujan por él en un concurso que está aún pendiente.
En este sector, el grupo constructor con más negocio estadounidense es, sin duda, ACS. La compañía cerró el pasado ejercicio 2015 con unos ingresos de 11.270 millones de euros (un 17% más) en este territorio. Es el principal mercado, el que aporta uno de cada cuatro euros que genera y el que más creció para ellos. Su proyecto más paradigmático puede ser el de la construcción de un tramo de la línea ferroviaria de Alta Velocidad que unirá Los Ángeles y San Francisco, por un importe de unos 933 millones de euros.
Ferrovial es otro de los grupos expuestos. La cifra más reciente habla por sí sola: 3.000 millones de euros. Es el contrato de obras de construcción y explotación durante 50 años de una autopista en el estado de Virginia. El año pasado la mayor potencia del mundo representó un 14% de su negocio, hasta superar los 1.384 millones de euros (un 26% más que a principios de década). Este 2016 ha reforzado su presencia con compras como la de la constructora local Pepper Lawson o la compañía australiana de servicios Broadspectrum.
OHL es otra de las constructoras con importantes intereses en Estados Unidos. Opera en nueve estados y en un solo año, desde 2014 a 2015, ha casi duplicado su negocio en territorio norteamericano (incluyendo Canadá): ha pasado de 616 a 1.037 millones de euros, según sus propias cifras. En el último año se ha adjudicado tres grandes contratos que suman más de 400 millones.
Los más expuestos, los grandes bancos
Dos de los nombres más relevantes del sector financiero español son dos de los que más intereses depositan allí. Santander y BBVA confían buena parte de su negocio a lo que ocurre en ese país. Sobre todo la entidad presidida por Ana Botín que genera en él cerca del 17% de su negocio, más de 7.800 millones de euros en el último ejercicio, según los datos de Bloomberg. En el caso de BBVA, su exposición es menor, del 11%, el equivalente a 2.600 millones de euros.
Esta última entidad, logró un beneficio de 537 millones en Estados Unidos en 2015. Lo consiguió principalmente a través de Compass. BBVA desembarcó en el banco estadounidense antes de que estallara la crisis. En 2007 pagó por él 9.600 millones de dólares. No es un ‘Top Ten’, sino la vigesimosegunda entidad financiera más grande de Estados Unidos por cuota de mercado de depósitos.
A través de Compass, BBVA tiene 666 sucursales (a cierre de 2015). Además, está expuesta a estados con elevada presencia de población de origen hispano. Texas es su principal mercado. Allí tiene 340 sucursales. También está presente en Nuevo México, Arizona o Colorado. La otra pata de su actividad es Propel Venture Partners (Propel), con la que BBVA invierte en ‘startups’ del sector financiero.
En cuanto a Santander, irrumpió en Estados Unidos en plena crisis financiera. Lo hizo comprando Sovereing. Mejor dicho, lo rescató. Ya antes, en 2006, había comprado Drive, una financiera de automóviles. En conjunto, entre todos sus negocios, Santander logró unos ingresos ordinarios totales de 9.521 millones de euros en 2015, según las cuentas anuales consolidadas de la entidad.
Inditex, pendiente del consumo
La incógnita del consumidor. Si el resultado de las elecciones de este martes genera una contracción de consumo, una de las empresas que puede replantearse qué hacer en Estados Unidos es Inditex. La mayor cotizada española por valor en bolsa (hoy su capitalización roza los 97.000 millones de euros) tiene su mirada puesta en ese país como uno de sus focos de crecimiento a futuro.
Hasta ahora, no era uno de sus mercados prioritarios. Al cierre de 2015, la empresa presidida por Pablo Isla tenía en ‘territorio USA’ 71 tiendas (68 ‘Zaras’ y 3 locales de Massimo Dutti). Una cifra diminuta comparada con los 1.826 establecimientos del grupo gallego en España, los 566 de China o los 485 de Rusia. Y un número de locales significativo porque EEUU fue el segundo destino extranjero de Zara después de Portugal. Saltó el Atlántico en 1989.
Para Inditex, Estados Unidos no ha sido clave, en parte, porque hasta ahora había una fuerte competencia de operadores locales. Igual que GAP llevaba años retrasando su desembarco en España (sólo está a través de 'corners' en El Corte Inglés), para el gigante gallego Estados Unidos suponía una competición con ‘campeones’ nacionales. Y hoy esos grupos están de capa caída: GAP trata de reinventar su negocio, lo mismo que Abercrombie & Fitch, que está intentando reposicionar su marca; sin olvidar los problemas económicos de Aeropostale y American Apparel.
Ahora, en cambio, Inditex tiene intención de pisar el acelerador. “Estados Unidos se está convirtiendo en un mercado muy importante y atractivo para nosotros gracias a la combinación de tiendas físicas y ventas online”, aseguró Isla a los analista durante la presentación de resultados de la primera mitad de 2016. El objetivo: abrir entre 15 y establecimientos año y aprovechar las sinergias con la tienda digital, que ‘inauguró’ en 2011.
Sus tiendas, al igual que hace en otros mercados estratégicos, están situadas en localizaciones emblemáticas de grandes ciudades. El año pasado, por ejemplo, abrió en las arterias comerciales de Nueva York, Los Ángeles, San Diego o Las Vegas e, incluso, en muchas ocasiones, como hace en Manhattan, aprovecha inmuebles controlados por su principal accionista, Amancio Ortega.
Iberdrola, la eléctrica más estadounidense
Más de uno de cada diez euros que ingresa Iberdrola vienen directamente del país presidido por Barack Obama desde hace ocho años. En concreto, 3.683 millones de euros de los más de 31.400 que facturó la eléctrica en 2015. Allí es el segundo mayor productor eólico y uno de los principales distribuidores de electricidad y gas de cuatro estados: Nueva York, Maine, Connecticut y Massachusetts. En total, suma 3,2 millones de usuarios, casi 7.000 empleados y una inversión de 502 millones de euros durante el último ejercicio.
Prueba de la relevancia de Iberdrola en ese mercado es que uno de sus consejeros se ofreció a la campaña de Hillary Clinton para ayudar a la candidata demócrata, entre otros aspectos, por su bagaje en el terreno energético.
Para Iberdrola, Estados Unidos es un mercado relativamente joven dentro de su negocio. Llegó al gigante norteamericano hace una década con la adquisición de Energy East, valorada entonces en 6.400 millones de euros. Hace un año, volvió a crecer vía talonario con la compra de UIL Holdings Corporation por el equivalente a 2.600 millones de euros. Tras esa adquisición integró sus operaciones bajo la sociedad Avangrid que, desde hace meses, cotiza en el parqué neoyorquino.
Al igual que para Inditex, Estados Unidos es especialmente relevante porque es uno de los países donde quiere crecer. Allí tiene comprometida, a través de Avangrid, una inversión de 9.500 millones de dólares hasta 2020. Quiere crecer y quiere hacerlo en renovables, así que Iberdrola estará muy pendiente de si la próxima administración apuesta por las renovables o si vira su estrategia lejos de la energía ‘verde’.
¿Y las turísticas?
Las grandes empresas que tienen vinculación con el sector turístico también tienen importantes intereses en territorio estadounidense. IAG, que engloba a Vueling, Aer Lingus, Iberia y British Airways, sumó el pasado año 3.440 millones de euros de ventas en el país, lo que supone el 15% del volumen total. En los cinco últimos ejercicios ha crecido un 37%.
Amadeus, la compañía que desarrolla soluciones en los últimos años ha querido reforzar su posición en Norteamérica (Estados Unidos y Canadá). Es, por ejemplo, el segundo mercado en reservas aéreas a través de agencias de viajes clientes de la compañía. Espera más crecimiento en este mercado a medio plazo y para ello se ha ‘blindado’ con dos adquisiciones: la del proveedor NMTI Holding, por 363 millones en 2013, y la tecnológica de servicios informáticos para compañías aéreas Navitaire por 765 millones de euros en 2015.
El traspiés de Abengoa
Abengoa se estrenó en Wall Street, en el índice Nasdaq, hace tres años. Entonces, auguró un prometedor futuro gracias, precisamente, a la creciente apuesta por las renovables de la administración Obama. “Ha sido como tener un segundo hijo. El primero te da mucha alegría porque es una experiencia nueva y el segundo, te la da porque ya la conoces”, aseguraba el entonces presidente de la compañía energía, Felipe Benjumea, tras dar el toque de campana de inicio de sesión.
Pero esos augurios se esfumaron en sólo dos años. Abengoa se acogió hace un año al preconcurso de acreedores, lo que obligó a sus filiales estadounidenses a seguir el mismo camino. Y son relevantes. En 2015, la cuarta parte del volumen de negocio de Abengoa vino de Norteamérica. En concreto, 1.520 de los 5.755 millones que ingresó.
Tuvo que asumir el Chapter 11 (como se denomina en EEUU al equivalente a la suspensión de pagos) y, también, reducir su participación en su filial cotizada en Wall Street. Ahora sólo controla el 41,47% de Atlántica Yield que, en 2014, se rebautizó para perder el nombre Abengoa de su denominación social. La sevillana, además, tuvo que colocar Yield como garantía de repago a sus acreedores en caso de que no pudiera hacer frente a su deuda y colocar buena parte de sus activos norteamericanos a la venta. Y ya ha vendido algunos, por ejemplo, plantas vinculadas al negocio del etanol que no considera estratégicas.
11.000 millones de exportaciones
Más allá de las grandes compañías del Ibex, otras muchas empresas que no operan con filiales pero sí exportan al territorio estadounidense también se la juegan. Según las cifras del Instituto del Comercio Exterior (ICEX), las exportaciones españolas durante el pasado año a la potencia americana sumaron 11.400 millones de euros (el quinto por importancia después de los europeos Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Portugal), lo que supone un crecimiento del 7,2%.
En lo que va de año, las cifras no son tan positivas. Entre enero y agosto se exportaron bienes y servicios por valor de 7.530 millones de euros. Es una caída del 1,8%.