En mayo de 2007, Vincent Bolloré fue noticia por su yate. Nicolas Sarkozy acababa de ganar las elecciones presidenciales francesas y una de sus primeras decisiones fue tomarse un descanso. Así que aprovechó el yate de su amigo Bolloré para recorrer, durante unos días, el Mediterráneo.
En realidad, Sarkozy no quería descansar, necesitaba salvar su matrimonio, según confesó el político años después en una autobiografía. Su primera esposa, Cecilia, acababa de pedirle el divorcio y Sarkozy no vio ningún tipo de incompatibilidad en pedir el yate a quien era su amigo desde hacía tres décadas. Pese al poder empresarial de Bolloré, éste no tenía contratos con la administración pública. “Fue un error de juicio incontestable. Todavía hoy me pregunto cómo pude cometerlo”, se arrepintió Sarkozy en “Francia de por vida”, el libro que publicó a principios de año.
Hoy, Vincent Bolloré, una de las mayores fortunas de Francia (valorada en más de 4.500 millones de euros, según la revista Forbes) no es noticia por Sarkozy. Tampoco lo es por una relación de amistad. Lo es porque ha declarado las ‘hostilidades’ empresariales a otro político de primer orden: el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Bolloré a través Vivendi, el grupo mediático que controla, se ha convertido en el dueño del 20% de Mediaset, el brazo televisivo de ‘il cavaliere’.
Su movimiento ha desatado la maniobra defensiva de Berlusconi, que controla Mediaset a través de su sociedad familiar Fininvest. Tiene el 41% de la compañía y asegura que quiere llegar al 49%. Necesita aumentar el control sobre el primer operador televisivo privado de Italia y, también, de España. Su primer paso ha sido presentar un recurso contra Vivendi ante la fiscalía de Milán. Él no sabía que Bolloré iba a dar este paso. No ha sido pactado.
Un inversor agresivo
Vivendi ha pasado del 3% al 20% de Mediaset en sólo unos días. Es la forma de actuar de Bolloré. El inversor bretón de 64 años, dueño de Canal+, no tiene reparo a la hora de desembarcar en el accionariado de una compañía sin contar con el beneplácito de sus accionistas. Hizo lo mismo, por ejemplo, con el grupo de videojuegos Ubisoft. Fue comprando acciones hasta alcanzar el 25% del capital pese a que no contaba con el apoyo de la familia propietaria Guillemot, que ahora sólo tiene el 13%.
En este caso, Berlusconi no puede alegar que le haya pillado del todo por sorpresa. Su relación ha pasado de la afinidad a la hostilidad en solo unos meses. En abril, Bolloré pactó la entrada de Vivendi en Mediaset. Se iba a quedar el 3,5% de las acciones de la compañía, además de comprar el negocio de televisión de pago Mediaset Premium. Pero el francés rompió el acuerdo en verano justificando que la empresa italiana no cumplía con sus expectativas en cuanto a la evolución del negocio.
Mediaset respondió en los tribunales reclamando una compensación porque los movimientos del francés la habían perjudicado en bolsa. Ahora va más allá y asegura que Bolloré ha aprovechado el desplome en el parqué de Mediaset en lo que va de año para hacerse fuerte en el accionariado. Desde finales de mayo hasta el 28 de noviembre el valor de Mediaset en el parqué milanés se recortó más de un 45%. Desde ese día no ha hecho más que subir.
Esta operación tampoco es el aterrizaje de Bolloré en el mercado transalpino. Vivendi ya es el principal accionista de Telecom Italia. Controla casi el 24% de la operadora, después de adquirir el 8,3% propiedad de la española Telefónica. A cambio la empresa española se hizo con el control de la brasileña GVT. También invirtió en Mediobanca y en la aseguradora Generali. Lo suyo es tirar de talonario.
Y capacidad para comprar Mediaset tiene. Al cierre de este viernes, Mediaset vale en bolsa más de 4.188 millones de euros, después dispararse un 31,8% en martes tras desvelarse las intenciones de Vivendi. El grupo audiovisual francés tiene una caja neta de 2.500 millones de euros (al cierre del tercer trimestre) y este año ha vuelto a los mercados de deuda, con la emisión de 2.100 millones de euros en bonos desde mayo.
Poder empresarial
Bolloré no sólo es el presidente del consejo de supervisión de Vivendi, la matriz de Canal+ y de Universal Music Group (de la que controla el 20% de las acciones a través de la sociedad que lleva su apellido). Una compañía que es dueña del 0,95% de Telefónica y que alcanza unos ingresos anuales de 10.762 millones de euros y un beneficio de 697 millones, según datos de 2015. También es el presidente no ejecutivo de la agencia de publicidad Havas. En total, tiene una quincena de máximos puestos directivos, según Bloomberg. También es asesor del Banco Central de Francia. No es un poder en la sombra, es uno de los empresarios con más poder de su país.
El francés controla Vivendi y participa en Havas (que preside uno de sus cuatro hijos, Yannick) a través del grupo familiar Bolloré, que dirige desde 1981. ¿Cuál es el valor de su empresa? La capitalización de su compañía supera los 9.600 millones de euros y sus ventas los 10.800 millones, al cierre de 2015. No sólo se mueve en lo audiovisual. De hecho, la mayor parte de su negocio viene de una actividad muy distinta: el transporte y la logística; otra cuarta parte viene sólo del transporte de crudo. Pero su origen era muy diferente. Su negocio principal era el papel, ya fuese para tabaco o para la edición de libros. Hoy se encamina hacia las baterías y los coches eléctricos Bluecar.
En lo personal, casado y licenciado en Derecho, más allá de su amistad con Sarkozy de él ha trascendido su afición por el coleccionismo, ya sea de cómics o de botellas de agua mineral, según Forbes. Está casado, en segundas núpcias, con la escritora Anaïs Jeanneret. Los 4.500 millones de patrimonio personal lo colocan como la undécima fortuna de Francia y la 248 del mundo.
La consolidación de las ‘teles’ europeas
La inversión de Bolloré en Mediaset no es sólo un movimiento para ganar poder televisivo en Italia y España. Hay que ir un paso más allá. Los grandes operadores audiovisuales están en proceso de consolidación. Dentro de unos años, incluso de unos meses, el número de actores que operan en el sector van a reducirse. Ya lo están haciendo.
Casi a la vez que Bolloré apostaba por Mediaset, el magnate australiano Rupert Murdoch ha lanzado una oferta por hacerse con el control total de Sky, pagará por las acciones que aún no controla cerca de 14.600 millones de dólares (más de 14.000 millones de euros). Y en Estados Unidos siguen el mismo camino. La operadora AT&T anunció en octubre la compra de Time Warner por 79.000 millones de euros en la que es una de las adquisiciones más ‘caras’ de 2016.
Detrás de esta operación está también la necesidad de las operadoras de controlar los contenidos. “2017 va a ser un año de fusiones, adquisiciones y consolidación en Europa que refleja lo que ha estado sucediendo y seguirá pasando en EEUU”, señaló esta semana a Financial Times, Mathew Horsman, director de la consultora audiovisual Mediatique. “Implicará tanto contenido como distribución, será transfronteriza y entre los viejos y los nuevos medios”, indicó. La amenaza de nuevos operadores, de Netflix y HBO, está acelerando el proceso.