El desplome bursátil acaecido durante la crisis ha provocado que algunos de los millonarios españoles, incluidos durante años en la lista Forbes, se hallan no arruinados, pero casi.
La puesta en garantía de acciones para obtener préstamos personales se ha convertido en un arma de doble filo. Los mismos títulos que sirvieron para que los bancos otorgaran esos créditos -cuando cotizaban a un precio muy elevado-, son ahora los que, muy devaluados, acaban en manos de las entidades financieras.
Además, cuando el valor de las acciones avaladas no cubre el nominal de lo prestado, los bancos están obligando a aportar garantías adicionales. Normalmente, propiedades inmobiliarias, obras de arte o cualquier otro activo susceptible de ser capitalizable de manera inmediata.
Manuel Manrique, el presidente de Sacyr, ha sido el último de los grandes empresarios españoles que ha visto menguado su patrimonio a la mínima expresión.
Hecatombe tras el estallido de la burbuja
Hace una década, en plena borrachera del boom inmobiliario, llegó a acreditar una fortuna de 1.600 millones de euros, ligada en su mayor parte al paquete accionarial atesorado en Sacyr. La empresa que, a mediados de los años ochenta del pasado siglo, había fundado con José Manuel Loureda, Luis del Rivero y Félix Riezu, todos antiguos ingenieros de Caminos procedentes de Ferrovial.
Diez años después, la suerte le ha cambiado a Manrique de cabo a rabo. Con el estallido de la burbuja todo se vino abajo. Ahora, tras la última ejecución de acciones llevada a cabo por el Banco Sabadell -uno de sus acreedores-, aquel 9% que llegó a ostentar de Sacyr -en su mejor momento valorado en 1.300 millones de euros- ha quedado diluido al 1,86%. Llegaron a valer 1.300 millones. Ahora, poco más de 20.
Un precio que apenas sirve al presidente de Sacyr para cubrir el 12% de sus deudas personales, en torno a 200 millones. Las que, respaldadas por el valor de acciones en la constructora, Manrique contrajo para acudir a diversas ampliaciones de capital o comprar inmuebles. Entre ellos, la finca, adquirida en Madrid en 2007 a los herederos del general Martínez Campos, por la que pagó 50 millones de euros.
Dilución permanente bajo la presidencia de Sacyr
La ejecución de los 12,6 millones de títulos de Sacyr con los que se acaba de quedar el Sabadell (valorados en apenas 29 millones de euros) ha sido el último de un sinfín de movimientos accionariales llevados a cabo por Manrique en los últimos años.
De la misma manera que amasaba títulos, se vio obligado a soltarlos bajo la presión de los acreedores desde que hace cinco años relevara en la presidencia de Sacyr a Luis del Rivero.
Entonces, acababa de recibir 713.000 acciones como retribución en una ampliación de capital liberada, con los que elevaba al 6% su capital en el grupo constructor, a través de Cymofag y Telbasa Construcciones, sus dos sociedades patrimonialistas de las que no rinde cuentas desde hace un lustro.
Un año después, en 2012, por la misma vía de ampliación liberada, Manrique se hizo con otro paquete de 1,3 millones de acciones. Pero ya se vio obligado a soltar lastre. Vendió casi 200.000 acciones por las que obtuvo cerca de 500.000 euros, dejando su participación en el 5,75%.
Tras una modificación de los derechos de voto, en abril de 2014, la veía reducida al 5,33%. Y, en julio de ese año, se vio obligado a vender 322.639 acciones por 1,33 millones.
En 2015, las presiones de los acreedores empezaron a resultar acuciantes, y Manrique tuvo que desprenderse de más de 842.000 títulos. Y la hecatombe final, el pasado ejercicio. Primero se deshizo de un paquete de casi 4 millones, por algo más de 8 millones, y ahora, esa ejecución de los 12,6 millones practicada por el Sabadell, para quedarse con menos de 10 millones de acciones, equivalentes al 1,86%, que capitalizan en torno a 22 millones.
Esther Koplowitz, del todo a la nada
También figuraba hace uños en la lista Forbes la empresaria Esther Koplowitz, como heredera única del grupo FCC tras adquirir la participación que ostentaba su hermana Alicia. A la postre, el origen de todos sus males financieros. Ahora, su patrimonio ha languidecido de manera exponencial.
Aquellos cerca de 1.000 millones de euros que pagó en 1998 por el paquete accionarial de su hermana los tuvo que financiar con el BBVA y con la entonces Caja Madrid (hoy Bankia). Y los garantizó con sus acciones en FCC.
Durante años, los bancos se mantuvieron tranquilos. La empresaria cumplía con el pago de los intereses del préstamo tras recibir los suculentos dividendos de FCC. Pero en 2012 todo se vino abajo. La crisis puso fin al pago de la retribución y la empresaria empezó a ver las orejas al lobo.
En diciembre de 2013, en ese proceso de refinanciación de su deuda personal, saciaba a los bancos con los 72 millones que obtuvo por la venta del 3,8% de FCC. Y un año después tuvo que dar su brazo a torcer de manera definitiva.
La entrada en el grupo constructor de Carlos Slim fue el punto de no retorno por el que Esther Koplowitz empezaba a quedarse fuera de la empresa que heredó de su padre.
Aquel 50% quedó diluido al 24,5% en diciembre de 2014, con la ampliación de capital por la que el magnate azteca irrumpía en la constructora. Y, posteriormente, tras la reducción de capital que llevó a cabo en B-1998, la dejó definitivamente en el 22,4%.
En manos de Carlos Slim
Y hace un año, el golpe definitivo. De nuevo tuvo que echarse en manos de Slim para acudir a una nueva ampliación y mantener el 22,4% del capital.
Pidió prestados otros 160 millones al empresario mexicano que, sumados a los 840 millones que sigue debiendo, a partes iguales, a BBVA y Bankia, llevan a esos alrededor de 1.000 millones su agujero financiero personal. Su ‘teórico’ 22,4% solo capitaliza actualmente por 640 millones de euros.
Si para 2020, fecha de vencimiento del préstamo, no han retornado los dividendos y la acción no remonta el vuelo, muy por encima de los actuales 7,6 euros, Esther Koplowitz se vería incapaz de hacer frente a sus deudas. En este caso, los bancos se aseguraron que fuera el propio Slim el que asumiera el pago. A cambio, eso sí, de quedarse con todo.
Los Benjumea, solo con el 1% de Abengoa
La familia Benjumea, otro de los clanes ilustres en esa lista de acaudalados españoles, también ha visto cómo la crisis de Abengoa ha dejado su patrimonio diezmado de una manera sustancial.
Aquel 51% que ostentaban en la multinacional sevillana quedará diluido inicialmente en el 1,3% en la nueva Abengoa rescatada por los fondos y los bancos acreedores.
A partir de aquí, habrá que ver en qué queda el preconcurso de acreedores de Inversión Corporativa, la patrimonial a través de la que los Benjumea y el resto de familias canaliza su participación. Una sociedad que recibió un crédito de 100 millones en 2014, garantizado por acciones de Abengoa y unos solares, a devolver entre 2015 y 2018.
Hace un año, en plena crisis y ante los impagos de dicho préstamo, los bancos procedieron a ejecutar parte de los títulos que tenían pignorados a su favor, dejando el principal reducido a 70 millones a un interés del 4%.