El recibo de la luz ha comenzado el año con todos los factores en contra del consumidor. El precio de la electricidad en el mercado mayorista, el denominado ‘pool’, ha llegado en los últimos días a cifras que no se recordaban desde hace cinco años y se ha duplicado respecto al año pasado, tras un mes de diciembre en el que ya había repuntado un 30%. ¿Por qué? Sobre todo, porque no llueve.
No se está produciendo electricidad con centrales hidráulicas y eólicas que, junto a las nucleares, son las que pueden aportar la electricidad más barata. Hay que tirar de carbón y gas (las energías caras) y, en consecuencia, el precio de la luz en ese ‘pool’ se ha incrementado de forma sustancial.
Este martes, ese precio mayorista se ha disparado por encima de los 78,8 euros por megavatio/hora (MWh), según las estadísticas publicadas por el Operador del Mercado Ibérico de Energía (Omie). Esa cifra es más del doble de lo que se pagaba hace un año. En enero de 2016, con unas condiciones mejores (más viento y/o más lluvia) el precio medio de la luz rondaba los 36,5 euros MWh. Este año, la media en lo que va de mes, ya ha dejado atrás la barrera de los 65 MWh. Y sigue caminando al alza.
Estas sucesivas subidas no han pasado desapercibidas para la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Su presidente, José María Marín Quemada aseguró a mediados de diciembre que el incremento, cuando aún era del 30%, se estaba “mirando con mucho detalle”. “Es un tema que nos preocupa”, reconoció en una entrevista a Radio Nacional. Ahora, con el subidón de enero, esa “preocupación” sigue presente, según señalan fuentes del organismo.
Competencia está, por tanto, analizando qué sucede en el sistema eléctrico. Por ahora es un “análisis”, según las citadas fuentes y, en función de si se detecta alguna tipo de conducta irregular, se pasaría al siguiente nivel, es decir, abriría una investigación. No es la primera vez que está en una situación similar. A finales de 2013 se dio una circunstancia parecida, aunque los precios estaban aún más altos. Rozaban los 100 euros por MWh.
Hasta ese año, los precios mayoristas se basaban en función de una subasta trimestral que determinaba lo que iba a ocurrir en los tres meses posteriores. A ese sistema se le puso punto y final y convirtió la fijación de precios en una práctica diaria. Así, cada día se fija el precio del siguiente. En estos tres años, el precio habitual de la luz ha estado entre 45 y 60 euros por MWh. Ahora esa cifra ha quedado lejos.
¿Qué está pasando?
El motivo de esta subida de los precios es cómo está estructurado el mercado mayorista de la electricidad. Funciona como una cesta, en la que se incluyen todas las energías: nuclear, hidroeléctrica, ciclo combinado, carbón... Pero se prioriza unas frente a otras en función de las circunstancias. Y hay algunas energías más baratas que otras. Así, en función del peso que tengan unas u otras dentro de esa cesta, el precio del conjunto varía.
La energía nuclear, por ejemplo, produce de manera continuada sin interrupciones y dado que las centrales en sí ya están amortizadas, el coste de esa energía es bajo. Algo parecido ocurre con la eólica, que aprovecha el viento para producir energía. Y el viento es gratis, siempre que lo haya, por lo que ‘abarata’ esa cesta. Lo mismo sucede con el agua en el caso de las hidroeléctricas.
Pero si no hay agua, ni hay viento, de esas energías no se puede tirar. Y eso es precisamente lo que está ocurriendo: hace frío, no llueve, no hay viento suficiente y hay que utilizar el gas y el carbón. En estas últimas, sí se está a merced del precio de la materia prima. Son más caras. En lo que va de mes, el peso de estas dos últimas energías representan más de un 20% de esa ‘cesta eléctrica’, según señalan fuentes del sector, el doble que hace un año. La consecuencia, el precio de ese ‘pool’ eléctrico sube.
El problema francés
Así, según el sector, el principal motivo de este repunte de precios es el anticiclón que provoca esa tormenta perfecta de falta de lluvia y de viento. Pero hay más factores. El gas, como el petróleo, está en una espiral de precios alcista y, además, Francia lleva meses tirando de electricidad española porque tienen su propios problemas con la energía nuclear.
Ya en el otoño de 2016, un fallo en varias centrales nucleares francesas conllevó un parón casi una veintena de instalaciones para que fuesen inspeccionadas. Ese cierre tuvo como consecuencia que el país vecino haya ampliado sus compras de luz española y, en consecuencia, también empuje el precio hacia arriba.
En Francia, además, se suma otro problema: va a tener que rescatar financieramente a su gigante nuclear Areva. La prensa gala ya habla de la necesidad de inyectar a la compañía (participada por el propio Estado) cerca de 10.000 millones de euros. Unas necesidades de capital que llegan en año de elecciones presidenciales. Por el momento, ninguno de los candidatos, a derecha e izquierda, se ha posicionado en contra de la energía nuclear, de la que depende dos tercios de la producción eléctrica gala.
¿Cuáles son las consecuencias?
La consecuencia de esta subida de precios mayoristas es que se trasladará al recibo de la luz. La factura eléctrica es un rompecabezas. El precio mayorista de la electricidad tiene un peso cercano al 35% sobre el recibo final. Otro 25% son impuestos. Y hay otro 40% que son peajes. Dentro de ese término ambiguo se incluyen los costes de la distribución (lo que cuesta el uso de la red), las compensaciones a los sistemas no peninsulares (lo que cuesta llevar la electricidad a las Islas Canarias y a Baleares) y la interrumpibilidad, el coste de hacer que el sistema no falle, que no se quede colgado. Esto último significa que los grandes consumidores (industrias) tienen que dejar de tirar del sistema en picos de consumo de luz y se les compensa por ello. Esos peajes están congelados en 2017.
La subida del precio de la luz se trasladará a los consumidores finales con tarifa regulada pero de manera limitada, dado el peso que tiene en la factura final. El sector calcula que la mitad de los consumidores (algo más del 46%) tienen este tipo de tarifas reguladas.