El reinado del heredero de Samsung: corrupción y móviles explosivos
Lee Jae-yong se enfrenta a la que podría ser la peor crisis de imagen en la historia de la compañía.
18 enero, 2017 03:09Noticias relacionadas
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Receloso de su intimidad, poco se sabe de la vida privada del heredero de Samsung, Lee Jae-yong, sobre el que se ha emitido una orden de detención por su vinculación con un escándalo de corrupción en Corea del Sur; el mismo que ha apartado del poder a la presidenta del país, Park Geun-hye.
Aficionado al golf y a la equitación, la prensa destaca la amabilidad de Lee Jae-yong, de 48 años, a la hora de tratar con los medios de comunicación desde que se vio al frente del gigante electrónico. Fue en 2014, cuando su padre y todavía presidente de la compañía, Lee Kun-Hee, sufrió un infarto, momento desde el que se ha mantenido al margen de Samsung. Lee Jae-yong, también conocido como Jay Y. Lee, es el mayor de los cuatro hermanos, y el único varón, por lo que es el heredero. No en vano, ha dedicado su vida a prepararse para ocupar la presidencia de una compañía que comenzó siendo un negocio dedicado a la venta de pescado seco y frutas.
Lee, que habla tres idiomas (coreano, inglés y japonés), estudió un grado en Historia de Asia Oriental en la Universidad Nacional de Seúl. Su formación incluyó un MBA en la Universidad Keio de Japón, así como estudios en la Escuela de Negocios de Harvard (EEUU) durante cinco años. Inició su carrera en Samsung Electronics en 1991, momento en el que comenzó su camino como heredero del conglomerado.
En 2012 fue nombrado vicepresidente de Samsung, un nombramiento que llegó dos años después de que fuera nombrado presidente de Samsung Electronics, la principal joya de la compañía. A Lee se le atribuye además el mérito de haber favorecido asociaciones con gigantes como Google o Apple.
De móviles explosivos al escándalo de corrupción
Después de apenas dos años al frente de la compañía de forma oficiosa, Lee Jae-yong ha tenido que hacer frente a escándalos que han dañado duramente la reputación de Samsung. Primero, el caso 'Note 7'; comenzaron a surgir casos en los que las baterías de los teléfonos de este modelo que se incendiaban y explotaban durante la carga. La compañía decidió entonces suspender definitivamente la producción y distribución de su modelo, enfrentándose así a un agujero millonario en ventas (podría alcanzar los 15.000 millones de dólares) y una enorme crisis de imagen.
Y ahora, cuando parecía que las aguas se calmaban para la compañía, Lee Jae-yong se ve envuelto en un caso de corrupción que le señala a él directamente. Este mismo lunes, la Fiscalía surcoreana emitió una orden de arresto contra el heredero y presidente de facto del grupo, sospechoso de soborno en la trama del caso de la "Rasputina". El equipo de fiscales tomó esta decisión después de que Lee declarase durante 22 horas entre el jueves y el viernes en relación al caso de corrupción y tráfico de influencias que ha llevado a la destitución de la presidenta del país asiático.
Así, las autoridades creen que Samsung realizó donaciones multimillonarias a varias fundaciones y empresas controladas supuestamente por Choi Soon-il, apodada la "Rasputina" y amiga íntima de la presidenta Park a cambio de favores. En concreto, el conglomerado abonó presuntamente 22.000 millones de wones (17,5 millones de euros) por servicios de consultoría a una empresa con sede en Alemania y presidida por la "Rasputina", y realizó otras transacciones multimillonarias a esta compañía que habrían servido para financiar la formación ecuestre de la hija de Choi.
Además, supuestamente Samsung donó 20.400 millones de wones (16,2 millones de euros) a otras dos fundaciones sin ánimo de lucro vinculadas a Choi entre 2015 y 2016. La fiscalía sospecha que el gigante electrónico pagó estas cantidades a Choi para lograr que el Servicio Nacional de Pensiones, controlado por el Gobierno y accionista de una empresa del grupo, aprobara la fusión de esta y otra subsidiaria de Samsung.
El heredero del gigante tecnológico se enfrenta, sin duda, al reto de levantar la imagen de Samsung en un momento en el que las protestas por la corrupción en Corea del Sur se instalan en las calles del país.