Dos años después de iniciar su andadura para la toma de control de FCC y salvar de una situación límite a Esther Koplowitz, el empresario mexicano Carlos Slim prosigue tapando agujeros para enderezar el rumbo, tanto de la matriz como de sus participadas, la cementera Portland Valderrivas y la inmobiliaria Realia.
Un permanente encaje bolillos, en el que, por encima de procurar aumentar el volumen de negocio, lo que persigue el empresario azteca es reducir el elevado apalancamiento y, así reducir el elevado gasto financiero.
En estos dos años, las mil y una ampliaciones de capital y refinanciaciones acometidas, han logrado disminuir la deuda conjunta en 1.000 millones, hasta 6.500, mientras que la facturación ha caído un 15%, hasta los algo menos de 6.400 millones previstos al cierre de 2016.
Por eso, de momento, Slim no está sacando lustre alguno a los 1.000 millones de euros invertidos para controlar el 81% de FCC (incluida la prenda del 20% de la participación de Esther Koplowitz), el 78% de Portland y casi el 71% de Realia. Tres participaciones que capitalizan conjuntamente por 3.000 millones de euros.
El último enjuague
En este proceso, el último enjuague ha sido una nueva ampliación de capital, por algo más de 147 millones en Realia. Cubierta sin mayores problemas, toda vez que el propio Slim, para mantener su 67% en la promotora inmobiliaria, garantizaba un desembolso de 100 millones de euros. Ahora, ya supera el 70%.
En esta ocasión, además de mantener la posición, Slim era parte interesada. Parte del dinero captado va directamente a engrosar su abultada fortuna, actualmente valorada en unos 50.000 millones, según la última actualización de la lista Forbes.
Una vez que la inmobiliaria ha recibido esos 147 millones, de la caja de Realia han salido cerca de 22 millones de euros (intereses incluidos) para cancelar anticipadamente un préstamo que el propio Slim, a través de su financiera Inversora Carso, había concedido a la promotora ante el vencimiento de un préstamo participativo, como consecuencia de la cesión a su favor de un crédito realizada por Sareb, el banco malo.
En lugar de capitalizarlo, optó por aplicar una quita de 41,25 millones y otorgar un nuevo préstamo, el que ahora pretende cobrarse.
64 millones para excluir a Portland de bolsa
A partir de aquí, el próximo desembolso previsto por Slim en esta andadura en España serán los 64 millones que deberá aportar, a mediados de febrero, para cerrar la opa de exclusión de Portland Valderrivas, caso de que los tenedores de 10,65 millones de acciones, equivalentes al 20,58% de la cementera, aceptaran los 6 euros ofrecidos por el magnate azteca.
Con todo, lo que de verdad trae de cabeza estos días a Slim son los dos procesos de refinanciación de deuda que está negociando con los acreedores. Uno, por un apalancamiento de 4.500 millones de euros en FCC, y otro, por 678 millones del negocio patrimonial de Realia.
En FCC, las seis grandes entidades financieras española, a falta de cerrar la operación, han obligado a Slim a aportar nuevas garantías, que pasarían por endeudar la filial Aqualia mediante una emisión de bonos de 1.300 millones de euros. Un trámite previo para novar los restantes 3.200 millones, ampliando su vencimiento hasta 2021 y reduciendo el diferencial de interés por debajo del vigente 4%.
En el caso de Realia, en tres meses vence el préstamo sindicado de la actividad patrimonial, del que restan por amortizar 678 millones tras haber reducido en 400 millones el importe principal otorgado en 2007. En este caso, además de los bancos españoles, figuran como acreedores la Sareb, Citibank y Goldman Sachs.