“Es mi última aparición como presidente del Popular”. Así iniciaba Ángel Ron su comparecencia ante los medios de comunicación para presentar los resultados del ejercicio 2016, saldados con unas históricas pérdidas de casi 3.500 millones de euros. Muy por encima de los entre 2.000 y 2.500 millones que el equipo de Ron había barajado inicialmente, en línea con el importe de la ampliación de capital acometida en junio de 2016.
Al final, como reconocía el consejero delegado, Pedro Larena, “se había optado por dotar más provisiones como medida prudencial ante el futuro, de manera consensuada con el nuevo presidente”.
Explicación que dejaba entrever que, al final, Emilio Saracho, el futuro presidente, había logrado su propósito de que Ron firmara unas cuentas con las que no estaba del todo de acuerdo, pero que se vio obligado a respaldar para facilitar que la llegada de su sucesor, el próximo 20 de febrero, se produjera con las menores incertidumbres posibles.
Ron evita presidir la junta del 20 de febrero
Un relevo con el que el propio Ron ha querido tomar distancia. “No voy a presidir la junta de accionistas del día 20. Lo puede hacer alguno de los vicepresidentes”, afirmaba el todavía presidente de la entidad, quien, en cambio, sí hará acto de presencia en el consejo que, tras esa junta, refrenderá el relevo presidencial.
Esta cierta distancia de su sucesor no fue la única cuestión que Ron quiso destacar en su última comparecencia ante los medios como presidente. También tuvo palabras muy críticas hacia algunos de los consejeros.
Sin dar nombres -pero con el de la consejera coordinadora Reyes Calderón flotando en el ambiente- apuntaba Ron su sensación de haber sentido la lealtad de los consejeros “durante casi todo el tiempo”. Pero no en esos momentos, de finales de noviembre y principios de diciembre -cuando se fraguó su salida y la llegada de Saracho-, en los que “salieron discrepancias del seno del consejo con filtraciones que ponían en peligro la estabilidad del banco”, comentaba el todavía presidente del Popular. “Se habían derribado los muros de la institución. Algo a lo que no estábamos acostumbrados”, añadía.
Imposible transmitir a Saracho el legado de Valls
Al margen de cierto distanciamiento con Saracho y de reconocer abiertamente el enfrentamiento con algunos consejeros, en su balance de casi 11 años al frente de la presidencia del Popular, Ángel Ron se congratulaba de haber logrado cumplir con el legado de Luis Valls, su antecesor, de preservar la independencia de la entidad. Algo que, ahora, reconocía, no estaba en condiciones de asegurar. “No voy a trasmitir ningún legado al nuevo presidente. Hará lo que estime oportuno”, señalaba Ron.
A pesar del tramo final crítico de su presidencia, saldado con los 3.500 millones perdidos al cierre de 2016, Ron no dudaba en señalar que se iba “con la sensación del deber cumplido”, dejando un banco que será “más pequeño y sencillo, pero más rentable”, precisaba.
Una entidad que pondría el foco en el negocio principal de pymes y familias, y solo en España, dando por hecho la venta de activos en México y Estados Unidos, por los que, tanto Ron como Larena, reconocían la existencia de un gran interés y por los que se podrían obtener grandes plusvalías.
Ante las críticas vertidas por la excesiva exposición inmobiliaria que, al final, había llevado al Popular a la actual crítica situación, Ron se defendía diciendo que “en el momento en el que el banco acumuló estos activos, nadie se quería quedar fuera del auge de la construcción”.
'Mucho banco para tan poco negocio'
“Yo ya no voy a tomar ninguna medida”, respondía Ron ante la cascada de preguntas dirigidas a saber si el Popular aumentará capital o entrará en alguna operación de fusión. Aunque, tras reconocer que en España hay “mucho banco para tan poco negocio”, se mostraba convencido de que el sistema financiero se verá “abocado a un nuevo proceso de consolidación”.
Lo que sí cree Ron es que el banco tiene capacidad, por sí solo, para superar el alicaído poco más de 8% de capital con el que se ha quedado tras las pérdidas registradas al cierre de 2016.
Los responsables del banco confían en generar 22 puntos básicos de capital por cada 100 millones de beneficio retenido, otros 20 puntos por cada 1.000 millones de euros menos de activos no productivos, 105 puntos por la venta de autocartera y reducción de minusvalías de renta fija y 100 más por la venta de activos no estratégicos.