Ni Abengoa, ni los acreedores ni los fondos de inversión pensaban el pasado 8 de noviembre, cuando el juez mercantil de Sevilla dictaba el auto de homologación del plan de rescate de la multinacional sevillana, que tres meses después los más de 500 millones de euros de dinero nuevo todavía no hubieran llegando a la caja de la empresa de ingeniería, ahora dirigida por Gonzalo Urquijo.
Aunque la empresa trataba de echar balones fuera, dejando entrever que esta eventualidad no cambiaba nada, lo cierto es que los fondos -los que deben refinanciar más de 600 millones y poner esos 500 millones para reactivar proyectos y abordar el pago de gastos corrientes- no acababan de verlo tan claro. Querían tener todas las garantías de que su compromiso sobre esos 1.100 millones quedaría a cubierto de lo que pudiera pasar con este inesperado proceso concursal.
Es la razón por la que ni esos millones han llegado, a través de una ampliación de capital, ni tampoco, como se prevé en el acuerdo de reestructuración, se ha procedido a la capitalización de deuda que permita poner en positivo los fondos propios.
Los fondos, con la certeza de cobrar antes
No obstante, tras la reunión de la pasada semana entre Abengoa y los tenedores de los bonos de la filial azteca, las cosas parecen encauzarse. Y, aunque todavía no hay un acuerdo definitivo -hay tiempo hasta junio-, los fondos ya parecen tener la certeza de que, pase lo que pase, serían los primeros en cobrar.
Con estas garantías, las dudas que se habían generado entre los 17.000 empleados de que, de nuevo, surgieran tensiones de liquidez, parecen disiparse por completo. Y la llegada de la tan ansiada inyección de más 500 millones se produciría, como estaba previsto, antes de que acabe el presente mes de febrero, con lo quedará asegurado el pago de la nómina del presente mes de febrero, actualmente cuantificado en cerca de 40 millones de euros.
Una noticia, la de la definitiva inyección de fondos, que vendría a suavizar la retirada que la agencia Standard & Poor’s (S&P) ha hecho de la calificación de la multinacional sevillana, debido a la falta de información suficiente para fijar un criterio adecuado de su capacidad financiera.
La oposición de Banco Base, superable
Antes de que el pasado mes de diciembre, la juez mercantil activara el concurso de Abengoa México a instancias de Banco Base, ya parecía que las negociaciones con los tenedores de estos certificados bursátiles (los conocidos ‘cebures’) llevaban el marchamo de acabar en acuerdo, con el abono de 150 millones de dólares, entre 2017 y 2018, equivalente a los 1.747 millones de pesos mexicanos cubiertos en 19 emisiones realizadas por la filial azteca.
Entre los tenedores de estos bonos se encuentran Bx+ (la entidad controlada por Antonio del Valle, uno de los accionistas que tumbaron a Ángel Ron en el Banco Popular), el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), el Instituto de Pensiones de Jalisco, Mifel, Banco Base, Nafinsa, CI Banco, Banco del Bajío, Banorte, Bancomext y ACE Finanzas Monterrey.
De nuevo en el mercado buscando contratos
Los recursos para abonar estos bonos provendrán de la capitalización de la deuda de Abengoa contemplada en el acuerdo de reestructuración de la matriz, y también de los flujos que generen negocios como la planta de generación Norte III o el acueducto de El Zapotillo.
Mientras tanto, la multinacional sevillana de ingeniería ha vuelto a posicionarse en el mercado con la entrada en procesos de adjudicación, poniendo así las bases para poder obtener ingresos futuros.
En esa línea, estarían los proyectos de transmisión y distribución de energía que le han adjudicado en España Red Eléctrica y las Fuerzas Aéreas de Estados para su base sevillana de Morón de la Frontera. O los adjudicados por Airbus, la Agencia Espacial Europea (ESA) o Gamesa, la multinacional vizcaína fabricante de aerogeneradores.