Se repite el choque de trenes entre el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, y el ministro de Economía, Luis de Guindos, a cuenta de las previsiones de crecimiento y déficit público. El Ejecutivo comunitario ha avisado este lunes de que la economía española se ralentizará a un ritmo más rápido que el previsto por el Gobierno de Mariano Rajoy. De un crecimiento del 3,2% en 2016, se desacelerará hasta el 2,3% este año y el 2,1% en 2018.
Como ya ocurrió en 2015, los cálculos de Bruselas son mucho más pesimistas que los que maneja Guindos. El ministro de Economía vaticina una expansión de como mínimo un 2,5% este año y un 2,4% el que viene. De hecho, sostiene que estas cifras son "prudentes" y podrían quedarse cortas porque la economía española ha entrado en 2017 "a velocidad de crucero", según dijo en el último Eurogrupo.
Lo cierto es que las cifras de Moscovici sobre España están entre las más negativas publicadas recientemente. La previsión de consenso elaborada por FUNCAS sitúa el crecimiento en el 2,4%, una décima más que Bruselas. En el BBVA son todavía más optimistas y creen que la economía tiene tal inercia que es muy probable que en el primer trimestre no baje del 0,8% y para el conjunto del año se expanda un 2,7%. Sólo el Fondo Monetario Internacional maneja cifras similares a las de la Comisión tras la revisión al alza que hizo en enero.
El Ejecutivo comunitario justifica su pesimismo por la desaparición gradual de los vientos de cola favorables de los que se había beneficiado España, en particular la caída de los precios del petróleo y las bajadas de impuestos de 2015. Eso provocará una ralentización del consumo privado y de la inversión. Las exportaciones caerán también este año, aunque remontarán en 2018 gracias a la recuperación de nuestros principales socios comerciales.
Los técnicos de Bruselas admiten en privado que, pese a todo, la cifra de crecimiento de España estará muy cerca del 2,4% este año. La caída hasta el 2,1% en 2018 se explica sobre todo por el impacto de la subida de los precios del petróleo, a la que la economía española es más vulnerable por su dependencia energética.
Pese a la ralentización, nuestro país seguirá siendo el que más crece entre los grandes de la eurozona, por delante de Alemania (1,6%), Francia (1,4%) o Italia (0,9%). De media, la economía de la eurozona se expandirá un 1,6% este año y el conjunto de la UE avanzará un 1,8%.
La Comisión avisa además de que la creación de empleo se moderará, aunque el paro bajará gradualmente desde el 18,6% de finales de 2016 hasta el 16% en 2018. Aún entonces, España continuará siendo el segundo país con mayor tasa de desempleo de la UE. Otra alerta preocupante que aparece en el informe de Bruselas es que se frenan las ganancias de competitividad de los últimos años respecto al resto de países de la eurozona. El motivo es que los salarios suben por encima de la productividad, provocando un aumento de los costes laborales nominales.
¿Quién tiene razón sobre el déficit?
Guindos sostiene que gracias al mayor crecimiento que pronostica, España cumplirá este año el objetivo de reducir el déficit hasta el 3,1% sin necesidad de ajustes adicionales. Será suficiente con las subidas de impuestos de 7.500 millones de euros pactadas entre el PP y el PSOE. Sin embargo, Moscovici ha empeorado este lunes su previsión de déficit para España y la sitúa ya en el 3,5%, es decir, vaticina un nuevo desfase presupuestario de 4.400 millones de euros.
Esta diferencia no se explica sólo por los desacuerdos sobre el crecimiento, según explican los técnicos de Bruselas. En primer lugar, el Ejecutivo comunitario cree que España incumplió el déficit también en 2016. Los ingresos tras la subida del impuesto de sociedades dieron resultados positivos en octubre, pero generaron menos ingresos de los esperados en noviembre. Por ello Bruselas cree que el déficit se situó el año pasado en el 4,7% en lugar del 4,6% comprometido. Es la cifra más alta de toda la UE. El ministerio de Hacienda todavía no ha publicado su primera estimación.
Al efecto de arrastre del desvío de 2016 se suma que la Comisión duda de que las subidas de impuestos -en particular de nuevo sociedades- vayan a generar los ingresos que espera el Gobierno. Hay "incertidumbre sobre el impacto de las últimas medidas presupuestarias", dice el informe. El Ejecutivo comunitario no tiene en cuenta el nuevo impuesto sobre bebidas azucaradas (con el que Rajoy pretende recaudar 200 millones) ni la subida de impuestos medioambientales (500 millones) porque todavía no se han legislado.
¿Quién tendrá razón sobre el déficit, Guindos o Moscovici? Si atendemos a la experiencia de 2015, es el Ejecutivo comunitario el que afina más con sus previsiones de déficit. Bruselas pronosticó entonces que el déficit de España se situaría en el 4,6%, mientras que Guindos insistió hasta el final que se cumpliría con el objetivo del 4,2%. Al final, el desfase se disparó hasta el 5%, pese a que la economía creció a un ritmo del 3,2%. El ministro de Economía acabó pidiendo disculpas al comisario socialista francés en el Eurogrupo de Ámsterdam de abril del año pasado.
Moscovici, conciliador
"En los últimos años ha habido varios debates sobre la calidad de las cifras de la economía española y siempre tenía razón la Comisión Europea. Así que le pido al Gobierno español que verifique bien las cifras del presupuesto de 2017", le espetó a Guindos el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, el pasado octubre.
Pese al flagrante incumplimiento, España se libró en el último minuto de una multa de 2.000 millones de euros y de la congelación de 1.300 millones de fondos estructurales. Sin embargo, cualquier nuevo desvío podría traducirse en una sanción semiautomática reforzada de hasta 5.000 millones de euros si Bruselas concluye que el Gobierno de Rajoy no ha tomado medidas suficientes para cuadrar las cuentas.
Pero a diferencia de la beligerancia que exhibió en 2015, Moscovici ha optado este lunes por un tono conciliador. Aunque la previsión de déficit empeora, el comisario de Asuntos Económicos no ve necesario que España apruebe de inmediato ajustes adicionales. Aduce que el crecimiento es "bastante sólido" y que lo importante es que el desfase se sitúe por debajo del umbral del 3% en 2018 y cree que Guindos está en "la buena dirección" para lograrlo.
La Comisión no tiene ningún apetito de una nueva guerra por el déficit con España, uno de los pocos países miembros que aporta estabilidad en un contexto de creciente incertidumbre mundial. En sus previsiones de invierno, Bruselas hace un repaso de la larga lista de riesgos que acechan a la economía europea, empezando por la nueva administración estadounidense de Donald Trump.
A corto plazo, el paquete de estímulo presupuestario que prepara Trump podría suponer un impulso para el crecimiento mundial. Pero al mismo tiempo, sus políticas proteccionistas amenazan con dañar el comercio internacional y desestabilizar la frágil recuperación. Y un rápido aumento de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal podría provocar turbulencias en los mercados financieros. Al Ejecutivo comunitario le preocupa además el riesgo de un ajuste desordenado en China.
En el frente interno, el brexit perjudicará las perspectivas de crecimiento tanto de Reino Unido como del resto de la UE. Y las próximas elecciones en Holanda, Francia y Alemania añaden un alto grado de incertidumbre política por el auge de los populismos. Finalmente, Bruselas ve riesgos en el sector bancario de algunos países miembros, en referencia a Italia o Portugal.
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