El Corte Inglés era, hace sólo dos años, el ejemplo de empresa dirigida de forma jerárquica. Isidoro Álvarez, el sobrino (y sucesor) del fundador de la compañía de grandes almacenes, Ramón Areces, estuvo al frente de la compañía durante 25 años, hasta su fallecimiento en septiembre de 2014.
Álvarez marcó el ritmo de la empresa, su implantación por todo el territorio nacional, la creación de Hipercor, de Sfera… Eran conocidas sus visitas a los grandes almacenes para conocer de primera mano cómo se desarrollaba su negocio, cómo ‘respiraba’ la plantilla, el día a día del grupo. Y se rodeó de un equipo directivo afín. Sus hombres de confianza: Juan Hermoso Armada, Leopoldo del Nogal, Carlos Martínez Echavarría y Florencio Lasaga. Los tres últimos siguen en el consejo de administración, pero su relevo es sólo cuestión de tiempo.
Isidoro Álvarez no dejó férreamente atada su sucesión. El nombramiento de Dimas Gimeno, su sobrino, como nuevo presidente tuvo el respaldo momentáneo de sus hijas: Marta y Cristina Álvarez Guil. Sin embargo, sólo unos meses después, se hicieron evidentes las discrepancias en el modelo de gestión, la necesidad de las hermanas de tener poder ejecutivo. Ambas tienen la mayoría del accionariado de Cartera de Valores IASA, la sociedad de Isidoro Álvarez, que comparten con su primo. IASA tiene el 22,18% del capital de El Corte Inglés, sólo tienen por delante la Fundación Ramón Areces, que controla más del 37%.
Es ahí, en la búsqueda de ese poder ejecutivo, donde hay que situar las dos medidas que anunció El Corte Inglés este miércoles. Por un lado, el nombramiento de Víctor del Pozo como director general de ‘retail’ del negocio de grandes almacenes. Tendrá poder de decisión sobre las áreas de Compras, Ventas y Marketing. De facto, sólo Dimas Gimeno tendrá más poder que él. Del Pozo es un hombre afín a Marta Álvarez y, aunque su nombramiento ha sido por unanimidad, la mano de las hermanas está detrás de esta decisión. Así tienen más poder sin ejercerlo de manera directa. Pero no es la única vía para conseguirlo.
La otra decisión del consejo de administración de El Corte Inglés es la creación de una comisión ejecutiva, un microórgano de poder dentro del propio consejo. Estará integrada por Dimas Gimeno, Carlos Martínez Echavarría, Marta Álvarez Guil y Víctor del Pozo. Pierde peso así Leopoldo del Nogal, el histórico responsable de Compras de la compañía que ejecutó, junto a Gimeno, el desembarco de El Corte Inglés en Portugal. Era el hombre de confianza del anterior presidente y también del actual. Aún sigue en el consejo de administración pero su jubilación es inminente.
¿Quién es Víctor del Pozo?
Es un hombre de la casa, lleva en El Corte Inglés, prácticamente, desde el inicio de su carrera profesional. Comenzó como vendedor mientras estudiaba en la universidad y, hasta este nombramiento como número dos, era el subdirector de compras del grupo. Pero desde hace meses se sabía que estaba llamado a cotas más altas. A finales de diciembre, la Fundación Ramón Areces le nombró patrono. Fue el gran salto.
En la Fundación, sustituyó a Juan Hermoso Armada, otro de los hombres de referencia de la etapa Isidoro Álvarez. Hermoso dejó la dirección de la empresa y la Fundación por motivos personales, después de 40 años en la compañía, en los que había sido el máximo responsable de Hipercor, Bricor, del departamento de ventas y ejerció de baluarte de las relaciones institucionales de la compañía.
Su adiós fue clave porque abría el camino a la salida de los hombres históricos y también de algún recién llegado. A principios de febrero, se conoció la salida de José Luis Romero, jefe del área de Recursos Humanos desde hacía algo más de un año y responsable del plan de bajas incentivadas que supuso la marcha de más de 1.800 personas. Salen nombres y, al mismo tiempo, suenan incorporaciones, nuevos directivos de referencia. Por ejemplo, Jesús Nuño de la Rosa, responsable de la agencia de viajes de la compañía y, también, patrono de la Fundación Ramón Areces, presidida por Florencio Lasaga, que tiene a Cristina Álvarez Guil como vicepresidenta.
Disparidades familiares
La pugna por el poder entre las hijas de Isidoro Álvarez y Dimas Gimeno no es el único problema familiar. El motivo, el desembarco en el accionariado del jeque catarí Hamad Bin Jassim (HBJ) Bin Jaber Al Thani. El inversor se comprometió en el verano de 2015 a inyectar 1.000 millones de euros en forma de préstamo convertible en acciones en un periodo de tres años, que vencerá en 2018. A cambio, pactó un interés anual del 5,25% (52,5 millones de euros) y, al menos, quedarse con el 10% del capital. Ese porcentaje es de partida porque, sin ningún condicionante, recibirá otro 2,25% del accionariado. Además, podrá incrementar ese porcentaje hasta el 15% si la compañía no logra determinados objetivos económicos.
La llegada del catarí no contó con el respaldo de otra de las ramas de la familia fundadora: los Areces Galán, que tienen el 9% de la compañía a través de Corporación Ceslar. Manifestaron públicamente su oposición a la inversión del jeque y fueron expulsados del consejo de administración por incumplir sus deberes de “lealtad y secreto” al filtrar detalles y críticas sobre el pacto con HBJ. Pero ese conflicto se selló. Hace casi un año las partes llegaron a un acuerdo para evitar la vía judicial.
Al margen de los problemas familiares, El Corte Inglés tiene por delante un proceso de reorganización. Esta misma semana trascendió su intención de reestructurar el negocio de hipermercados. Estudia unir Hipercor con su actividad de grandes almacenes. Ambas actividades funcionan bajo sociedades distintas, lo que provoca duplicidades, por eso, El Corte Inglés analizará, centro por centro, qué hacer con cada hipermercado.
Tiene que redefinir su negocio y poner el foco en su actividad digital, en plena expansión en España de su mayor competidor en internet, Amazon. El gigante estadounidense se ha lanzado a conquistar el segmento alimentario y ya lleva la cesta de la compra al domicilio de sus clientes. Amazon ha sacudido el sector reduciendo a una hora el tiempo de entrega de sus productos. El Corte Inglés tarda dos. Son nuevos servicios y nuevas formas de consumo y a los jugadores tradicionales no les queda más remedio que reinventarse o llegarán tarde.
Los nuevos directivos serán los responsables de marcar esa nueva estrategia. Y el tiempo dirá si los problemas internos se diluyen en favor de la actividad de la empresa, si son capaces de cuajar nuevos equipos y acabar con la lucha de poder y los bandos familiares.