Telefónica puso broche final al ejercicio 2016. Y lo hizo con cambios importantes. Cambios en la contabilidad que sembraron la confusión. La inclusión también en 2015 de la filial británica de la empresa, O2, en el resultado consolidado, después de su frustrada venta a un grupo hongkonés, supuso un terremoto en unas cifras que eran difícilmente comparables con las del pasado año. ¿Qué sucedió con las cuentas?
La 'teleco' cerró 2016 con unos ingresos netos de algo más de 52.000 millones de euros, una inversión de más de 8.900 millones y unos beneficios netos de 2.369 millones. Pero, ¿con qué comparar esas cifras? Ese es el problema.
Reino Unido y el impuesto de sociedades
El factor clave de esta revolución en las cuentas de Telefónica tiene que ver con Reino Unido. La ‘teleco’ cerró el acuerdo para vender su filial O2 al grupo hongkonés Hutchinson Whampoa por 13.500 millones de euros, entre el pago en metálico al cierre y otro pago en diferido. Era enero de 2015. La operación estaba a falta del ‘sí’ de las autoridades europeas. Sin embargo, Telefónica se benefició de los apuntes contables y dio por hecho, en sus libros, que esa venta se iba a realizar.
Automáticamente lo eliminó de su perímetro y O2 ya no consolidaba sus cuentas bajo el paraguas de Telefónica, pues se convertía en un grupo “enajenable mantenido para la venta”. Tras el veto de la Comisión Europea, en mayo de 2016, la compañía decidió incluir a la filial dentro de su propio paraguas. Pero ese simple movimiento tuvo efectos en la contabilidad que se han visto en la presentación de las cuentas anuales.
La ‘teleco’ ha reformulado ahora, un año después, las cuentas. ¿Qué dijo en marzo de 2015? Que había duplicado sus beneficios gracias a una partida de 1.185 millones de euros tras el fuerte efecto fiscal por la venta de O2. Ahora, a cierre del ejercicio 2016, la empresa dice que, en esa reformulación de cuentas de 2015, tienen que reflejar necesariamente un fuerte gasto por impuesto sobre beneficios por importe de 1.412 millones de euros.
Hace un año decía que en 2015 ganó 2.745 millones de euros. Ahora, en cambio, rebaja esa cifra a 616 millones.
¿Qué ha cambiado? En concreto, explica, ha tenido que revertir el activo por impuestos diferidos reconocido en el año 2015 por la diferencia estimada entre el valor fiscal y el valor acordado en la venta “altamente probable”. Esa diferencia era de 1.789 millones de euros, a la que se sumaban otros 377 millones de otros ajustes fiscales.
La consecuencia: ¿con qué comparamos?
Este 'simple' cambio genera un problema evidente en el análisis de las cuentas: ¿Cuáles son las cifras comparables? El resultado de esta reformulación de las cuentas del año 2015 es evidente: el beneficio neto de la compañía se queda en la cuarta parte. ¿Tiene sentido? Lo contrario “mostraría un crecimiento ficticio, pues se estaría comparando cosas no comparables”, admitía el responsable financiero de la empresa, Ángel Vilá.
De acuerdo. No tiene sentido la comparación entre ambas cifras, que son reflejadas incluso en el informe anual para accionistas. Otra de las salidas es la comparación de los datos de 2016 con los de 2015 (sin reformular). En este caso, el saldo es negativo: una caída del 13,7% en los beneficios netos. Desde la compañía argumentan que esta forma de hacerlo no refleja totalmente la actividad operativa del ejercicio.
Por si no fuera suficiente, está la tercera opción que sí defendió la empresa: el resultado subyacente. ¿Qué es? Es un nuevo criterio contable que excluye varios factores: saneamientos, plusvalías o pérdidas por la venta de compañías, ventas de torres, gastos de reestructuración y, sobre todo, amortizaciones de activos surgidos en procesos de asignación del precio de compra. La provisión para el programa de bajas incentivadas, las plusvalías de Telefé o el ajuste del valor en libros de los activos de algunos países como Venezuela o México son factores señalados este jueves por el responsable financiero de la empresa. Con esta cifra, el beneficio neto se colocó en 4.029 millones de euros, lo que supone elevarlo un 4,8% respecto al año anterior, en términos comparables.
En el caso del Oibda (la métrica que utiliza Telefónica para medir el beneficio operativo salvo amortizaciones), cerró 2016 en 15.118 millones de euros. Eso en el reportado. En la terminología subyacente, esa cifra asciende a 16.519 millones.
Los inversores recibieron con cierta satisfacción los resultados. La acción de la ‘teleco’ llegó a subir hasta un 3% por la mañana. La sesión la cerró en una subida del 1,8%. En lo que va de año ha ganado un 8%.
O2, en la recámara… ¿Y México?
Más allá de esta confusión, la compañía planteó su estrategia de desinversiones para los próximos meses, tras la venta del 40% de Telxius a KKR (con el que se ha firmado un compromiso para llevar a cabo una salida a bolsa a medio plazo). Precisamente, O2 es uno de los candidatos. Y el presidente de la empresa, José María Álvarez-Pallete, ha asegurado que tienen todo listo para una posible venta, ya sea a un tercero o a través de una salida a bolsa. ¿A qué se espera? A lograr unas condiciones de mercado mejores (tanto en la bolsa, como en la libra)
México era otro mercado que era un quebradero de cabeza para Telefónica. El entorno competitivo, con una fuerte guerra de precios tras la entrada de AT&T, no era el mejor posible. Y hace meses abrió la puerta a una posible salida. Todo sigue como está. “Estamos pendientes de cualquier movimiento de consolidación del mercado; tenemos un buen activo; tenemos bazas que jugar”, ha afirmado Álvarez-Pallete.
En el caso de Argentina, el máximo directivo ha admitido que se encuentran en negociaciones con el Gobierno de Macri para llegar a un acuerdo en la nueva regulación que se está impulsando. “Estamos intentando equilibrar el terreno de juego… No tenemos certeza de cómo se va a desarrollar en el mundo móvil y fijo y queremos ver cómo queda marcada la asimetría del mercado en el decreto”, ha defendido.
Más reducción de deuda orgánica
En el lado de la deuda, la compañía logró cerrar el ejercicio con casi 1.000 millones de euros menos hasta colocarlos en 48.600 millones de euros. Esperan reducirla de manera orgánica, sin incluir ventas de activos, más intensamente de lo previsto por parte de los analistas (3.000 millones de euros en 2018).
¿Y el dividendo? La compañía confirma la estrategia de retribución a sus accionistas para el año 2017: se pagarán 0,40 euros. La totalidad se hará en efectivo. Vilá ha reconocido que se trata de un dividendo sostenible, después de que el nivel de generación de dinero en caja (4.400 millones) por acción es superior al esfuerzo para pagar ese dividendo.