“No hay ningún otro mercado de gran consumo que haya caído igual”. Miguel Luengo, vicepresidente de Japan Tobacco International (JTI) valoraba así la evolución de las ventas de cigarrillos en España durante los últimos años. En 2005, se vendieron -contrabando al margen- más de 4.635 millones de cajetillas. En 2016, la mitad. Se comercializaron 2.323 millones de envases, según los datos publicados por el Comisionado del Mercado de Tabacos, el supervisor del sector, que depende del Ministerio de Hacienda.
Entre medias, a lo largo de estos años, los fumadores han vivido una severa crisis económica, la prohibición de fumar en espacios públicos (bares y restaurantes) y varias subidas de impuestos, con el objetivo de incrementar la recaudación fiscal que grava el tabaco.
“Cuando se suben los impuestos y los precios [de los cigarrillos] cae el volumen y no consigues recaudar lo que pretendes”, argumentaba Luengo. Lo cierto es que la recaudación fiscal ha crecido durante estos años, pero el Estado no ha conseguido todo lo que perseguía con las sucesivas alzas impositivas. En parte, según explicó el directivo, porque la subida de precios que sucede a un repunte fiscal hace que los consumidores dejen de comprar marcas caras y se desplacen a las baratas. Así el efecto se mitiga.
¿Cuánto dinero ha ido a parar a manos del Estado gracias a las ventas de tabaco? En 2016, la recaudación fiscal a través de los impuestos que gravan a la totalidad de las labores del tabaco (Impuestos Especiales e IVA) alcanzó los 9.111 millones de euros. En 2005, antes de las últimas alzas, se recaudaban 7.600 millones.
Repunte de fumadores
“En estos años, la cifra de fumadores no ha caído, sino que el número de personas que fuma más de un cigarrillo al día va en ascenso”, indicó Luengo. Según una estadística de JTI más de un 36% de la población es fumadora, un porcentaje que ha crecido en un punto en los últimos tres años.
“En 2011, el consumo por fumador era de 20 cigarrillos diarios, ahora, en 2017, es de 14”, apuntó Luengo. Se fuma menos y, en parte, ese consumo se ha trasladado al tabaco de liar. Por ejemplo, en 2014, las ventas de picadura se dispararon en un 29%.
Lo que sí ha caído, denuncia JTI, es el margen de las tabacaleras. Por ejemplo, según los datos facilitados por JTI durante un encuentro con medios de comunicación, en 2007, justo antes de la crisis, los fabricantes lograban un margen de 1.935 millones de euros. Esa cifra iba a parar a las cuatro grandes: Altadis (filial de Imperial Tobacco), Philip Morris, JTI y British American Tobacco (BAT). Al cierre de 2016, esas mismas compañías han rebajado lo que ingresan gracias a las ventas de tabaco en un 10%, hasta 1.737 millones de euros.
El 80% del precio, para el Estado
Casi el 80% del precio de una cajetilla va a parar al Estado vía impuesto. En el caso de una cajetilla con un precio de venta de 4,44 euros, el 61,9% de esa cifra corresponde a Impuestos Especiales (2,75 euros), otro 17% es IVA (0,75 euros), un 8,5% (0,38 euros) es el margen que se lleva el estanco y el 12,7% (0,56 euros) la parte que se reparte el fabricante y el distribuidor. “Este es un negocio de masa crítica”, argumentó Miguel Luengo. “Y si no vendes una masa crítica suficiente estás arruinado”.
Ante estos márgenes reducidos y la guerra de precios que se desató en diciembre con la última subida fiscal impulsada por Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, la tabacalera aboga por una nueva estructura impositiva. La dueña de Camel y Winston se inclina por actualizar el impuesto mínimo (con el que se trató de evitar las marcas baratas y que ahora hace que no se vendan cajetillas por debajo de 4,1 euros) y balancear hacia un menor peso de 'ad-valorem' (que es el 51% del precio de venta). “No estamos diciendo que bajen los impuestos, sino que se reequilibren”, indicó Luengo. Una opción, señaló, que el Ejecutivo aproveche los próximos Presupuestos Generales del Estado para hacer cambios y dar un respiro al sector.