En las últimas décadas del siglo XX, la baja productividad del trabajo explicaba la totalidad de los pobres resultados del tejido productivo español. Sin embargo, con la entrada en el nuevo milenio, esta situación se ha revertido y es ahora la productividad del capital la principal culpable de que los rendimientos del país hayan caído a un ritmo del 0,2% al año desde 1980. Este cambio de tendencia se debe al incremento de las inversiones en capital inmobiliario durante la pasada década, reconocidas por su escaso valor añadido y permanencia en el tiempo, lo que está lastrando la productividad en España y lo seguirá haciendo hasta que todos los agentes económicos se desprendan de las pasadas inversiones en construcción.
Según el último estudio sobre La evolución de la acumulación de capital en España, realizado por la Fundación BBVA y el Ivie, el incremento del PIB en un 74% desde los años ochenta hasta la actualidad solo se debe a un aumento del número de trabajadores y un mayor uso del capital pero no por el rendimiento de éstos.
De hecho, los niveles de productividad han sufrido un estancamiento debido a la intensa caída de la productividad del capital, ahora un 45% por debajo de los niveles de 1980. Por otro lado, la productividad del trabajo -el resultado de dividir el PIB entre el número de horas trabajadas- ha conseguido un aumento del 33% durante el mismo periodo de tiempo. Este último factor se ha visto incrementado sobre todo a raíz de la crisis debido a los despidos en masa que han elevado el rendimiento por hora.
Ese desaprovechamiento de los recursos que la inversión del capital ha supuesto es una anomalía a nivel internacional. Mientras que en 1990, la productividad del capital de la economía española estaba en línea con los resultados obtenidos por la Europa de los quince, ahora nos encontramos hasta un 20% por debajo de los países de nuestro entorno. Sin embargo, la productividad del trabajo, aunque también ha ido distanciándose de la de nuestros vecinos, solo se encuentra a un 5% de distancia.
Escasa calidad de nuestras inversiones
Mientras España iba bien y se encontraba en la Champions League de la economía, las inversiones en activos materiales -principalmente vivienda y otro tipo de construcciones- se dispararon. Esto no solo acarreó las evidentes consecuencias sobre la economía, sino que también contribuyó a acumular activos muy poco productivos y altamente duraderos con la dificultad implícita para desprenderse de ellos.
Este lastre provocado por el incremento en activos materiales con una vida larga es el principal inconveniente que impide mejorar en productividad. La durabilidad de estas inversiones todavía hace que hasta el 85% del stock de capital esté dominado por la construcción. El resto se lo dividen la maquinaria (10%), los equipos de transporte (3%) y las Tecnologías de la Información (3%).
Además, otras de las claves que pone barreras al incremento de nuestra rentabilidad pasa por el reducido tamaño de las empresas, el bajo contenido tecnológico de nuestro tejido productivo y el insuficiente capital humano de los equipos de dirección.
Un cambio insuficiente
Mientras el nuevo patrón de inversión está intentando deshacerse poco a poco de esos activos con poco valor añadido, la inversión nominal en Industria sigue avanzando lentamente. Al mismo tiempo, la construcción y los servicios públicos están dejando terreno a los servicios privados (como telecomunicaciones).
Pese a este esfuerzo, el informe todavía ve insuficiente el gasto en activos inmateriales como la apuesta por el software e I+D. En España, la inversión destinada a este terreno solo supone un 2,8% del PIB mientras que en Francia llega hasta el 5% o en Alemania el 3,5%. En el periodo anterior a la crisis, se dedicaba a esta inversión un 2%.
El mayor avance se ha dado en la desinversión de los activos materiales, que han pasado de representar el 26% del PIB antes del año 2007 al 19% en el periodo posterior. Aun así, el stock de este tipo de activos sigue por encima del de otras economías líderes en el mundo. En Francia, un 17% se destina a estos productos, y en Alemania un 16%.
Un factor más a la hora de analizar la lenta recuperación del tejido productivo español es el ritmo inversor. El capital privado solo crece en torno al 1%, cuando en las etapas anteriores este mismo parámetro desprendía un crecimiento del 4%. El capital neto público aún ha sufrido un mayor revés, y ha pasado de crecer al 4% a caer ahora alrededor del -2%.
La calidad de la inversión determina el desarrollo
Por comunidades autónomas, la productividad ha ido acercándose a lo largo del tiempo entre los distintos territorios, a pesar de que las dotaciones públicas han experimentado una mayor dispersión. País Vasco, Madrid, Cataluña y Navarra son las únicas comunidades que han conseguido sobrepasar la media de productividad del país. Por el contrario, Castilla-La Mancha, Extremadura, Castilla y León, Asturias o Murcia, se encuentran al final de la lista.
El estudio concluye que el capital orientado a la maquinaria, las tecnologías de la información (TIC), software e investigación y desarrollo, es el más propenso a alcanzar un nivel de renta per cápita y nivel de desarrollo superior a aquellos que desvían la inversión a actividades inmobiliarias.