Alitalia ha aceptado que la última carta que le queda por jugar es la intervención del Gobierno. El consejo de administración de la compañía aceptó por unanimidad este martes que el Ejecutivo nombrara una administración especial para gestionar la empresa, por lo que el Gobierno ya ha activado el plan y ha aprobado un crédito puente por valor de 600 millones. La nueva dirección nace con la cuenta atrás ya activada, ya que tendrá seis meses para encontrar una salida: encontrar un comprador o echar el cierre.
El préstamo -que cuenta con el visto bueno de la Comisión Europea, según medios italianos- es incluso superior a lo que se ha venido especulando en los últimos días. Y así lo hizo notar el ministro de Desarrollo Económico, Carlo Calenda, que señaló que “esos 600 millones son el máximo que hoy se podría prever”. El titular del ramo añadió que buscarán compradores “en el menor tiempo posible”, al tiempo que “se crea un régimen de garantía y se intenta gastar el menor dinero público posible”. El primer ministro, Paolo Gentiloni, añadió que tratan de “responder a las exigencias de continuidad del patrimonio, sin imaginar una posibilidad de renacionalización”.
El Gobierno ha sido tajante en que esta opción estaba descartada, aunque la intervención pública surge como una solución a medio camino, un salvavidas para evitar una quiebra súbita. La prioridad número uno es conseguir liquidez, porque de lo contrario fuentes de la aerolínea aseguran que no podrían hacer frente a los sueldos de mayo. La compañía asegura en el comunicado publicado este martes que “los vuelos y las operaciones de Alitalia no sufrirán ninguna modificación y continuarán según la programación prevista” y se espera que sea así al menos durante estos seis meses de vida extra.
Fundamental encontrar un socio industrial
El Gobierno nombró además a los comisarios que se encargarán de la administración extraordinaria. La terna está compuesta por Luigi Gubitosi, anterior director general de la RAI; el también apagafuegos Enrico Laghi, que ya pilotó una experiencia similar en la empresa pública de aceros Ilva; y el profesor Stefano Paleari, de un perfil más académico.
Salvados los primeros apuros, su tarea fundamental será encontrar un socio industrial. Es decir, un comprador que se quiera hacer cargo de un gigante anquilosado y deficitario. Las hipótesis son muchas, aunque las voces del mercado han apuntado siempre a la alemana Lufthansa. Analistas citados por Il Corriere della Sera apuntan también que AIG (la fusión entre Iberia y Brithish Airways) podría ser una de las salidas más interesantes, debido a la importante presencia de Vueling en el aeropuerto de Fiumicino en Roma.
Aunque la aparición de un mirlo blanco parece ligada al saneamiento de la compañía, por lo que parece complicado que Alitalia sea atractiva sin antes ser fragmentada. La aerolínea ha acumulado unas pérdidas por más de 7.000 millones en las últimas cuatro décadas y se estima que el año pasado los números rojos alcanzaron los 600 millones. Pendiente todavía de una reestructuración profunda, cuenta con más de 12.000 empleados –con nóminas y jubilaciones difícilmente sostenibles-, es poco competitiva a nivel internacional y ni siquiera es líder en su país. Su cuota de mercado en Italia es del 15% por el 22% que alcanza Ryanair.
Alitalia revive la crisis de 2008
Las rigideces a nivel laboral son las mismas que hace 10 días la condujeron a un nuevo callejón sin salida. Los trabajadores rechazaron un plan industrial, aprobado pactado entre la compañía y los sindicatos mayoritarios, que establecía un aumento de capital por valor de 2.000 millones a cambio de 1.338 despidos. Los empleados insistieron en que la verdadera solución debía pasar por la nacionalización, por más que el Gobierno se hubiera mostrado tajante en ese aspecto.
Alitalia revive así la anterior gran crisis de 2008, cuando el recién reelegido presidente Silvio Berlusconi dio marcha atrás en el plan del socialdemocráta Romano Prodi para vender la compañía a Air France-KLM. El ex Cavaliere se enfundó el traje de salvapatrias al encontrar a un grupo de empresarios nacionales que garantizaran la italianidad de la aerolínea. Sin embargo, la sociedad -en la que están presentes los principales bancos como Intesa San Paolo o Unicredit- fracasó, por lo que en 2014 Etihad se hizo con el 49% de la compañía, mientras que el resto de inversores italianos mantuvo el control.
Los analistas sostienen que aquella fue la última oportunidad perdida de Alitalia para modernizarse, que ya por entonces llegaba tarde a su transformación. El ministro de Desarrollo Económico, Carlo Calenda, responde ante una posible intervención duradera del Estado que “por Europa no se puede y como Gobierno no se quiere”. Los administradores nombrados por el poder político serán los responsables de firmar el futuro de la compañía, ya pase por otras manos o por su liquidación.
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