El Banco Popular debería comenzar a comunicar información en breve sobre las ofertas que ha recibido en el marco de su petición urgente de ofertas, cuyo plazo vencía ayer a las 18:30. Pero lo único que está seguro es que la de Bankia no será una de las ofertas que se presenten: La entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri no puede presentar ninguna hasta el 30 de junio.
JP Morgan y Lazard buscan desesperadamente una oferta que cumpla los objetivos de sus clientes, que exigirían subir de los 3.000 millones de euros, lo que al menos implicaría vender por encima de la capitalización bursátil de la compañía, al menos un poco.
El problema es que el Popular arrastra una mochila inmobiliaria cuyo peso no está del todo definido, y conseguir ofertas con ese riesgo en ciernes, más lo que aparenta ser una considerable fuga de depósitos por parte de los clientes parece difícil.
Muy saneada
El ministro de Economía, Luis de Guindos, hizo un guiño a una posible adquisición por parte de Bankia, al insistir en que sus niveles de solvencia están por encima de lo requerido por el Banco de España y el Banco Central Europeo. Ha afirmado que es una entidad “muy saneada, que tiene mucho capital”, y ha subrayado que está analizando la situación como el resto de bancos.
¿Como el resto? No exactamente. Bankia no puede presentar oferta alguna al menos hasta el 30 de junio, según las condiciones de Bruselas. De hecho, la fusión con BMN no se espera hasta el mes de septiembre. Si el banco nacionalizado está dispuesto a contribuir con más dinero de las arcas estatales a la salvación del Popular será únicamente cuando el resto de alternativas queden descartadas. Aunque sea por una mera cuestión de tiempo.
El Fondo de Reestructuración Ordenaria Bancaria podría verse obligado a intervenir en la entidad, incluyendo al Popular en la integración entre Bankia y BMN, vendiendo a Bruselas una píldora difícil de tragar: La creación de una entidad más grande capaz de devolver todas las ayudas, aunque fuera más tarde de lo previsto inicialmente.
Esta operación es complicada, entre otras cosas porque añadiría presión política al Partido Popular y haría que se volviese a hablar de un nuevo rescate a la banca. Pero puede que no quede otra alternativa. No va más.