La crisis del Banco Popular empieza a pasar factura, y no solo a nivel de cotización. Los clientes han decidido dejar de confiar sus ahorros a la entidad presidida por Emilio Saracho. Uno de los datos que mejor evidencia esa falta de confianza viene determinado por la decisión que toman los clientes respecto a los vencimientos de los depósitos a plazo. Renovarlos, traspasarlos a una cuenta vista del mismo banco o romper la relación y llevarse el dinero a otra entidad.
A la vista de los datos registrados entre marzo de 2016 y marzo de 2017, son muchos los clientes que han decidido zanjar su relación con el Popular. Solo lograba retener la mitad de los 5.000 millones de depósitos a plazo que vencieron en ese periodo. Y, lo que es peor, esa retención se ha reducido, hasta el 35%, en el primer trimestre de 2017, coincidiendo con el cambio en la presidencia, con Saracho recogiendo el testigo de Ángel Ron.
Fuga creciente de depósitos
De esta manera, de los 1.171 millones vencidos a plazo entre enero y marzo, solo 413 se transfirieron a cuentas a la vista. Los restantes 760 millones buscaron otros destinos, con lo que la fuga actual provoca que el Popular esté viendo mermados sus depósitos en 8,4 millones de euros cada día.
La sangría de los depósitos es una de las grandes consecuencias de la crisis del banco. No es la única. Las cuentas presentadas por el Popular al cierre del primer trimestre volvían a poner de manifiesto las dificultades que la entidad va a tener para poder mantener su independencia. Las cuentas eran las primeras con Saracho en la presidencia y con Ignacio Sánchez-Asiaín como consejero delegado, quien, tras dos semanas en el cargo, dio la cara ante analistas y medios de comunicación, intentando dar respuestas a las mil y unas dudas que sobrevuelan sobre el futuro de la entidad.
Tasaciones inmobiliarias sin actualizar
En este sentido, Sánchez-Asiaín sorprendía a todos al reconocer que el banco, una década después del estallido de la burbuja inmobiliaria, no tiene actualizadas las tasaciones de sus activos inmobiliarios. “Tenemos que revisar otra vez 40.000 activos porque algunos están tasados desde hace mucho tiempo. Hay que ir uno a uno para ver de cuándo es la tasación. Es un trabajo prolijo y llevará su tiempo”, explicaba el nuevo consejero delegado del banco.
A partir de aquí se determinará las necesidades exactas de capital que serán necesarias recabar para ver qué hoja de ruta seguir, la de la ampliación -“creo que sería lógico que fuera dirigida exclusivamente a los inversores institucionales”, decía- u otras alternativas. “No descarto nada”, afirmaba Sánchez-Asiaín.
Antiguo plan: "insuficiente, inexacto e incorrecto"
Durante su primera intervención, el consejero delegado reiteraba en varias ocasiones su intención de olvidarse del pasado para centrarse en el presente y en el futuro de la entidad. No obstante, no tuvo el menor reparo en achacar la pérdida de confianza generada entre los inversores -“la que llevaba a la acción a perder la mitad de su valor en un año, desde la última ampliación”, recordaba- al “haberse tardado mucho en segregar la gestión del ladrillo” y, sobre todo, al haber dicho una cosa para luego no cumplirla. El anterior equipo planteó un plan de negocio que “se ha demostrado insuficiente, inexacto e incorrecto”, apostillaba.
A partir de aquí, Sánchez-Asiaín reconocía, por primera vez, un secreto a voces, que el proyecto Sunrise -para sacar del balance 6.000 millones de activos inmobiliarios- quedaba totalmente descartado, y que, en el futuro, apuntaba, “se podrían ver otras alternativas para reducir los activos problemáticos”. Preguntado sobre el destino dado a Remigio Iglesias y Roberto Rey -nombrados en noviembre para gestionar la nueva sociedad derivada de Sunrise-, el consejero delegado sorprendía a todos con una sorprendente respuesta. “No los conozco de nada”.
Hoja de ruta "hacia el verano"
Mientras el Popular determina sus necesidades futuras de capital tras retasar los activos -“hacia el verano deberíamos tener una respuesta”, fue el plazo más concreto que Sánchez-Asiaín se atrevió a poner sobre la mesa-, la gestión seguirá pasando por vender el mayor número de activos, tanto no estratégicos como productivos.
“Pronto habrá noticias”, confirmaba el consejero del banco, sobre la venta de esos activos que están en el mercado, como la filial estadounidense TotalBank o WiZink, la empresa dedicada al negocio de tarjetas de crédito y soluciones de ahorro participada por el banco y el fondo estadounidense Värde Partners.
En el caso de los activos inmobiliarios, Sánchez-Asiaín trató de concretar algo más. “Esperamos multiplicar por cuatro o algo más los inmuebles vendidos en el primer trimestre y, si es posible, realizar alguna venta ancla”, señalaba. El objetivo, alcanzar los 2.500 millones a través de ventas minoristas y llegar a los 3.000 con una o varias grandes operaciones mayoristas.