Después de cuatro directores destituidos, Antonio Fernández-Galiano volverá a intentar tomar las riendas de El Mundo tras el nombramiento de Francisco Rosell, el quinto responsable de la cabecera en tres años y medio. Un periodo de inestabilidad que ha impedido que se consolide el proyecto y que ha arrojado una sangría en la que el diario ha perdido un 37% de su difusión.
Este martes se hacía efectiva la destitución de Pedro García Cuartango, director en funciones de la cabecera durante exactamente un año. El propio Cuartango reconocía ante la redacción de El Mundo que conocía desde hace días la decisión tomada por Fernández-Galiano y su equipo. Un movimiento que “no compartía”, pero que “respetaba”, según indicó.
Las disputas de Cuartango con Cabrerizo
El anuncio sorprendió al sector, pero no a Cuartango, que durante estos últimos doce meses contuvo los intentos del equipo del presidente ejecutivo de controlar la redacción y la línea editorial del diario. Una disputa constante con Fernández-Galiano y con Javier Cabrerizo, el director general del grupo, a quien incluso Cuartango le llegó a prohibir que se asomase por la redacción.
Ahora toca el turno a Francisco Rosell, hasta ahora adjunto a Fernández Galiano y uno de los hombres más cercanos al presidente ejecutivo. Con un perfil conservador, cercano a las instituciones y a las empresas, Rosell era el candidato perfecto para un sillón que ha tenido demasiados dueños en el último tiempo. La idea de Fernández-Galiano es que Rosell sea el definitivo y que se acabe con la rotación que ha afectado al puesto y que ha perjudicado la continuidad del proyecto periodístico de El Mundo.
Esto en la teoría, porque en la práctica Fernández-Galiano lleva tres años y medio buscando sin éxito un director que le permita tener libertad de movimientos. Después de la salida de Pedro J. Ramírez de la dirección en enero de 2014, el presidente ejecutivo de Unidad Editorial nombró a Casimiro García Abadillo, hasta el momento vicedirector del diario y miembro del equipo fundador.
Era la solución más lógica para mantener el legado de Pedro J. Ramírez -que se mantuvo 25 años al mando del diario- y su nombramiento fue interpretado como una solución de continuidad. Pero después de un año y medio la relación con Fernández-Galiano y su equipo precipitó su salida.
Fernández-Galiano no acompañó a García Abadillo
En su discurso de despedida, quince meses después de la salida de Pedro J., García Abadillo explicó que el diario buscaba potenciar un relevo con directores de distinta experiencia generacional. Pero lo cierto es que Fernández-Galiano no acompañó al director saliente durante su charla ante la redacción y esperó hasta la semana siguiente para presentar al nuevo director, David Jiménez.
Fernández-Galiano explicaría posteriomente que la decisión de cambiar de director obedecía solamente a que Unidad Editorial buscaba un director de futuro y consolidar un proyecto a largo plazo. "El nombramiento de David supone un impulso al proceso de transformación digital de El Mundo que venimos desarrollando entre todos desde hace dos años", explicó el presidente ejecutivo intentando acallar las críticas sobre la salida de García Abadillo.
David Jiménez llegó en mayo de 2015 a la dirección de El Mundo, tras 17 años como corresponsal extranjero. Realizó grandes informaciones desde Afganistán, Cachemira, Timor Oriental, cubrió revoluciones en Birmania, Indonesia o Nepal, y los grandes tsunamis del Índico y el Pacífico fueron sus cartas de presentación para presentarse en Madrid. Pero no tenía experiencia previa en dirección de equipos y esto le pasó factura a la hora de gestionar la redacción.
Su llegada no sentó bien en el equipo histórico del diario que nunca llegó a confiar en su gestión. Un año después de su llegada -en mayo de 2016- y en medio de una revolución en la redacción a punto de estallar, Antonio Fernández-Galiano decidió un nuevo relevo y nombrar a Pedro García Cuartango como director en “funciones”. En su nota, el diario explicó que la llegada de Cuartango era temporal para tomarse un tiempo y elegir al director que acabaría con este baile de responsables.
David Jiménez denunció "presiones" de Galiano
Respecto de la salida de Jiménez el periodista presentó en junio de 2016 una demanda y solicitó la nulidad del despido, alegando que durante el año que se mantuvo en el cargo se produjo "una vulneración de los derechos fundamentales y de la cláusula de conciencia por parte de Antonio Fernández-Galiano Campos, presidente de Unidad Editorial". Jiménez denunció las presuntas presiones ejercidas por Galiano sobre Jiménez para determinar la línea editorial del periódico y favorecer sus intereses. En enero de 2017, el periodista llegó a un acuerdo con El Mundo para evitar el juicio.
¿Y la llegada de García Cuartango? Fue sin duda una solución de emergencia para evitar la ruptura con la redacción. El nombramiento de Cuartango tampoco fue casual, ya que se volvió a elegir a un miembro del equipo histórico de la cabecera, que además era uno de los pocos periodistas que contaba con el respeto y la unanimidad de toda la redacción. García Cuartango asumió el cargo sabiendo que sus horas estaban contadas, pero nunca imaginó que su interinidad duraría un año.
El director en funciones nunca llegó a ocupar el despacho del director, pero logró retomar el pulso de las informaciones, poner en valor la investigación periodística, el ADN de El Mundo desde su fundación y lo fundamental, recuperó la confianza de sus redactores para el proyecto. Es por ello que este martes, tras conocerse su salida, algunos miembros del equipo quisieron salir a la calle a protestar. Un conato de revuelta que el propio Cuartango se encargó de controlar.
Francisco Rosell debe pacificar a la redacción
Ahora toca el turno a Francisco Rosell, un periodista con una larga trayectoria y con grandes credenciales tras su paso por El Mundo Andalucía, donde soportó las presiones de la Junta y logró levantar temas tan relevantes como los EREs y la financiación ilegal de UGT. Sus principales tareas serán pacificar una redacción que llora la salida de García Cuartango e intentar definir una hoja de ruta para afrontar la crisis de ventas del sector.
Y es que el más perjudicado con este baile de directores ha sido el propio diario que ha perdido un 37% de su difusión desde que en 2014 Pedro J. Ramírez fuese destituido. En 2013, el último año completo del exdirector, el diario registró una difusión de 172.427 ejemplares según la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD). En 2014 la difusión fue de 150.039 copias, un dato que cayó hasta los 126.369 ejemplares en 2015 y las 108.510 copias en 2016.
Poder absoluto
El ascenso de Galiano hasta hacerse con el control total de Unidad Editorial y El Mundo ha sido imparable. Mucho se lo debe a Vocento, que en 2011 le puso sobre la mesa una importante oferta para dirigir al editor de ABC. Entonces negoció su continuidad con los accionistas italianos y la primera consecuencia fue la acumulación de los cargos de presidente ejecutivo y consejero delegado. Paradójicamente, esto supuso la salida de la entonces presidenta, la prestigiosa historiadora y académica Carmen Iglesias, que había sido una de las personas que más habían insistido a Galiano para que continuara.
La segunda consecuencia fue la salida del hasta entonces director general Luis Enríquez, que fue fichado precisamente por Vocento tras un grave desencuentro con Fernández-Galiano.
Sobre la tercera consecuencia no se supo hasta un tiempo después. En 2015, tras gestionar la destitución de Pedro J. Ramírez, Galiano logró una nueva renovación y una mejora en su contrato en Unidad Editorial, con un notable incremento en su sueldo fijo y de sus complementos en especie. Pero además obtuvo 576.000€ en acciones y recibió un incentivo de permanencia de 1,7 millones, negociado años atrás y que habría ocultado al resto del equipo directivo.
Hoy en la redacción del rotativo se señala que la elección de Rosell convierte a Galiano en director de facto, lo que supone la culminación de un proceso de varios años en el que un profesional que llegó como gerente ha alcanzado el poder omnímodo en las facetas empresarial, pero también en la editorial, en uno de los grandes grupos de medios españoles.
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