Detrás de cada empresa hay una idea, un proyecto que materializar y que persigue una meta y un beneficio. Pero para ponerlo en marcha y sostenerlo en el tiempo hace falta esfuerzo y, sobre todo, financiación. ¿Dónde van los emprendedores y pequeños empresarios cuando necesitan dinero? Normalmente, como pasa en el resto de Europa, se acude a los bancos. Pero este endeudamiento se convierte en un arma de doble filo y puede truncar su trayectoria si el viento cambia de dirección.
Los pequeños y medianos empresarios son la savia de la economía española. De los 2,8 millones de empresas que hay, sólo un 0,2% tienen 250 o más trabajadores. La pequeña y mediana empresa da empleo al 80% de la fuerza laboral y representa un 65% del PIB. Y a la hora de encontrar financiación, tienen la posibilidad de entrar en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), un sistema multilateral de negociación que, sometido a la misma legislación y supervisión que el mercado tradicional, "tiene más flexibilidad para establecer las reglas de incorporación y negociación”, ha explicado Jesús González-Nieto, director gerente del MAB y de Latibex, durante su intervención en el foro ‘Oportunidades de inversión y financiación en mercados alternativos’ organizado por EL ESPAÑOL y QRenta.
“A todos los que hemos sido emprendedores en algún momento de nuestra vida, la financiación nos ha preocupado”, ha señalado Pedro J. Ramírez, director de EL ESPAÑOL, en la apertura del acto. Si bien para poner en marcha el proyecto “resolvimos la financiación de una forma poco reproducible -que combinó una indemnización tras un despido con crowdfunding-, no todo el que pone en marcha un proceso cuenta con ese bagaje”.
Una oportunidad en tiempos de bajos tipos
Como agencia de valores, QRenta trabaja bajo una máxima: que sus clientes no pierdan dinero. Esto les hace estudiar el escenario y, año a año, adaptarse al entorno del mercado para seguir logrando rentabilidad en sus inversiones, explica el presidente de su consejo de administración, David Albacete. Esto, reconoce el directivo, en un escenario de tipos bajos se ha convertido en un gran desafío, pero en el mercado alternativo han encontrado opciones atractivas para sus clientes. "Esto casa poco con nuestros servicios de riesgo moderado, pero entendimos que debería formar parte de una cartera en un porcentaje limitado, como mucho un 20% de las inversiones de los clientes", matiza.
En su opinión, "si todos entendemos que es un mercado que puede dar muchas alegrías, conseguiremos muchos objetivos. El primero, que nuestras carteras crezcan; el segundo, dotar de financiación al talento empresarial español". Eso sí, es necesario, añade, aprender de la experiencia de otros países donde la financiación alternativa está desarrollada ya que "permite el crecimiento económico que, al final, nos beneficia a todos".
En el mercado alternativo entran inversores institucionales especializados en ‘small caps’, family offices, SICAV y carteras gestionadas por bancas privadas. También hay inversores individuales, cualificados o no, y capital riesgo, "bien porque están en el accionariado de alguna empresa del mercado o porque se han ido incorporando", apunta.
Hay, sin embargo, pocos inversores. “El gran reto está en lograr más inversores. Tanto en España como en Europa hay pocos que se estén especializando en este tipo de negocios y compañías”, destaca el director gerente de MAB, que aboga por realizar un esfuerzo por explicar los modelos de negocios y promover este tipo de inversión además de replicar los modelos de éxito de otros países para “tener una masa de inversión más grande”.
La forma de lograr esto, defiende, es a través de los incentivos fiscales. “Hay que señalar positivamente a los inversores que se atrevan a arriesgar un poco más que comprando acciones de grandes compañías, como Telefónica o Endesa, o deuda pública”, enfatiza.
"Hay que señalar positivamente a los inversores que se atreven a arriesgar un poco más que comprando acciones de Telefónica o Endesa".
“Si, como muestran las cifras, estamos convencidos de que estas pequeñas empresas crean más empleo, nos conviene la calidad de su negocio y nos ayudan a tener un crecimiento más sostenible, considero que sería inteligente incentivar fiscalmente a aquellos inversores que apuestan porque estas empresas sean cada vez más grandes y competitivas”, defiende González-Nieto. “Estamos demostrando, con los números sobre la mesa, que en tan solo un año o 18 meses, se recupera todo lo que se dejaría teóricamente de ingresar a causa del incentivo por la vía del impuesto de sociedades, el IVA, etc.”.
Las ventajas del MAB
Para el pequeño empresario, el MAB funciona como plataforma de acceso al mercado para que sus proyectos en expansión logren financiación, visibilidad, liquidez y valoración. Para el inversor, este mercado alternativo es una oportunidad distinta de invertir, “se trata de escuchar ideas, un mercado donde se puede explicar un proyecto empresarial, un mercado de nicho donde no hay prácticamente competencia y en expansión, con un tipo de empresas que si cumplen sus proyectos de crecimiento pueden dar muchas alegrías a sus socios e inversores”, considera David Albacete.
Desde su nacimiento en 2009, el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) ha pasado de dos a 72 empresas en 2017, incluyendo empresas en expansión y socimis, alcanzando una capitalización de casi 5.000 millones de euros. Las empresas del MAB crecen: en 2016, facturaron un 44% más que el año anterior, superando los 1.000 millones de euros, y alcanzaron un ebitda de 118 millones (+85,3% anual). Son, además, una fuente de generación de empleo, con un crecimiento anual entre 2013 y 2016 de 13,6%, asegura González-Nieto.
Entre los nombres reconocibles que forman parte del mercado alternativo están la cadena de comida para llevar Nostrum, la empresa de telecomunicaciones Eurona y la firma de cubiertas de zinc para edificios Asturiana de Laminados (ElZinc). Las tres empresas destacan como ventaja del mercado alternativo la posibilidad de encontrar financiación más allá de los bancos.
"Encontramos un sitio donde nos fue posible encontrar el músculo para sacar adelante nuestro proyecto", afirma Quirze Salomó, CEO de Nostrum. "Esto nos ha permitido profesionalizar la compañía, nos ha hecho cumplir unos requisitos de estructura que, aunque pueden suponer una dificultad, ahora nos permite afrontar nuevos retos".
Para Jaume Sanpera, presidente y CEO de Eurona, es también una ventaja "tener una acción cotizada". "La compra de compañías que hemos hecho a través de acciones ha sumado crecimiento a la compañía".
Macario Fernández, presidente y CEO de Asturiana de Laminados, destaca, además de la financiación, que formar parte del MAB obliga "a una gestión distinta, transparente, con sistemas de buen gobierno".
En el MAB también hay viejos conocidos como el operador virtual MásMóvil, que para Albacete es la gran historia de éxito del MAB, y otras empresas de éxito, como la tecnológica Gigas.
“Son empresas que aportan modelos de negocio poco frecuentes en el mercado tradicional”, subraya González-Nieto. “Por capitalización, el 56% de las empresas del MAB están en el ámbito de las TIC, frente al 9% de la capitalización que suponen en la Bolsa. Por número de empresas, las tres cuartas partes de las empresas son muy intensivas en TIC o en I+D+i. Hay también compañías metidas en economía verde, salud… son un poco distintas”.
Las exigencias que se realizan a las empresas que quieren entrar en el MAB “están enfocadas a dar toda la información y transparencia a estos nuevos inversores”, explica Joan Gelonch, socio fundador de Estatelis Advisors. Entre estos requisitos destaca la necesidad de una auditoría de los dos últimos años, garantizar que no se va a entrar en concurso en el año siguiente a la incorporación al mercado o, si es una empresa de menos de dos años de antigüedad, un plan de negocio auditado que dé un horizonte de al menos un año.
“El inversor que va al MAB busca un proyecto claro, de crecimiento, con un liderazgo claro”, subraya Gelonch, quien comparte la necesidad de mejorar la fiscalidad que rige actualmente ya que los inversores “asumen un nivel de riesgo mayor respecto a los que apuestan por aquellas que cotizan en el mercado tradicional”. La capitalización para acceder al MAB se sitúa entre los dos millones y los 250 millones. A partir de los 500 millones, las empresas saltan al mercado continuo, situación en la que está actualmente MásMovil que el pasado mes de febrero superó ese horizonte y ya está por encima de los 1.100 millones.
...y sus sombras
Pese a las mejoras que se han realizado en cuanto a exigencias en los últimos años, al mercado alternativo le quedan aristas por pulir. Especialmente si recordamos historias complicadas como las de Bodaclick, Zinkia (la productura de Pocoyó), Imaginarium (que tiene la negociación suspendida mientras negocia con el fondo PHI) y, sobre todo, Gowex, la historia de terror de este mercado.
El MAB tiene "dos puntos positivos: son una fuente de financiación y una oportunidad de inversión", afirma Iván Martín, presidente de Magallanes Value Investors, que se presenta subrayando que "por ahora" no tiene inversiones en este mercado. "Muchos de los proyectos son ilusionantes, pero no se materializan si no tienes un inversor dispuesto a invertir contigo, a ser tu socio".
Revisando las cifras del MAB, Martín destaca que la ganancia promedio desde el inicio del mercado está en un 23%, pero si se excluye el efecto MásMóvil el escenario es muy distinto, con pérdidas de un 13%. Desde el punto de vista de la capitalización total, las 42 empresas en expansión alcanzan los 2.181 millones, pero la mitad corresponde a MásMóvil. Además, el 74% de las empresas están en pérdidas, un 19% en pérdida total. "El alto porcentaje de quiebras y fraudes lleva a un riesgo reputacional", sostiene, y la reputación se tarda tiempo en construir "y se puede perder en cuestión de minutos".
El experto, que ha tenido la oportunidad de ver los proyectos del MAB desde su origen reconoce la frustración de ver "planes de negocios de una cuartilla y cojos". En su opinión, "ha habido un daño reputacional y problemas de escala, sobre todo en los orígenes", añade, aunque asegura que "se está mejorando notablemente" gracias a las exigencias aprobadas el año pasado.
Regulación cortoplacista, heterogénea y especulativa
Tras la mejora de estos requisitos mínimos legales y regulatorios, entre los que destaca la revisión de cuentas semestrales o la obligatoriedad de un 'due dilligence' legal y financiero, Martín coincide con González-Nieto en es básico replantear el escenario de incentivos. "No defendemos ni creemos en nada obligatorio, pero sí creemos que uno de los mejores incentivos es el fiscal", asegura. Bajo su punto de vista, la regulación autonómica "es insuficiente, escasa a nivel nacional (sólo Madrid, Cataluña, Aragón y Galicia lo recogen), cortoplacista, heterogénea y especulativa".
Para el experto quizá sería necesario un 'pre-MAB', una incubadora que permita a las empresas prepararse para salir a Bolsa en condiciones sólidas y con proyectos creíbles, más allá de las altas expectativas con que se elaboran los planes de negocio. "El inversor prefiere generalmente realidades que cotizan a descuento frente a proyectos sin números que lo soporten", concluye.