La elevada tasa de morosidad continúa siendo un grave riesgo para el sistema financiero europeo que podría provocar una recaída en el conjunto de la economía, según admiten las autoridades comunitarias. Los bancos de la UE todavía acumulan créditos tóxicos por valor de un billón de euros, cifra que equivale al 6,7% del PIB de la UE y al 5,1% del total de créditos. Un legado de la crisis que lastra su rentabilidad, bloquea los préstamos nuevos a empresas y hogares y frena el crecimiento. El problema afecta sobre todo a Italia, Portugal, Grecia o Chipre.
Los ministros de Economía de la UE han aprobado este martes un plan de acción para luchar contra la morosidad. Pero pese a reconocer que se trata de un problema transnacional, la estrategia entierra la medida más ambiciosa que se había puesto sobre la mesa: la creación de un banco malo europeo, respaldado con la garantía de fondos públicos, que compraría a las entidades los créditos tóxicos. Es decir, una réplica a escala comunitaria de la Sareb española. "No es un secreto que esta idea crea mucha división entre los Estados miembros", explica un alto funcionario.
La idea de un banco malo europeo fue propuesta a principios de año por el presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés), Andrea Enria, precisamente un italiano. Esta compañía europea de gestión de activos debía contar con alrededor de 20.000 millones de capital público. Unos fondos con los que movilizaría dinero privado para comprar 250.000 millones de activos tóxicos, la cuarta parte del total. Enria consechó la simpatía del Banco Central Europeo y también del director del fondo de rescate de la UE (MEDE).
El problema es que esta iniciativa llevaría a una mutualización de los riesgos dentro de la eurozona, una idea rechazada por países como Alemania o Países Bajos, que no quieren pagar la factura de los bancos del sur. De hecho, el problema de la morosidad está distribuido de forma muy desigual entre los Estados miembros. La tasa de créditos tóxicos oscila entre el 45,8% en Grecia y el 1,1% en Luxemburgo. En las primeras posiciones del ranking están también Chipre (44,8%), Portugal (19,5%), Italia (15,3%), Eslovenia (14,4%), Irlanda (13,6%) y España (5,7%).
"No creo que una solución de talla única pueda funcionar. Los niveles de créditos morosos son muy diferentes entre países y bancos. Y hemos aprendido del pasado que para crear el mercado adecuado para los créditos morosos hay que distinguir entre tipos de activos. Esa es una forma de avanzar mucho mejor, en lugar de crear una gran compañía única de gestión de activos", ha explicado el presidente del Eurogrupo y ministro holandés, Jeroen Dijsselbloem.
El principal argumento de los expertos de los 28 para descartar este banco malo europeo es la dificultad para gestionar de forma centralizada activos tóxicos tan diferentes como hipotecas o créditos a inmobiliarias (que suponen la mayor parte de la morosidad en España o Irlanda) o préstamos a pequeñas empresas (que son el principal problema en Italia).
"La idea de que la centralización traiga beneficios es menos clara, especialmente a nivel europeo. La eficacia es cuestionable", explican las fuentes consultadas. En Bruselas quieren además evitar que los países miembros se aprovechen de una Sareb europea para saltarse las reglas bancarias, que obligan a imponer pérdidas a accionistas y acreedores siempre que hay ayudas públicas.
Una plantilla europea para bancos malos nacionales
En lugar de un banco malo europeo, el Ecofin ha encargado a la Comisión que diseñe una plantilla europea para crear bancos malos nacionales, siguiendo los ejemplos de España, Irlanda y Eslovenia, los tres países de la eurozona que ya lo han hecho. En el caso español, la creación de la Sareb era un requisito del rescate bancario de 2012. Allí se transfirió ladrillo tóxico por valor de 51.000 millones de euros. Las medidas adoptadas por el Gobierno de Mariano Rajoy han permitido reducir la tasa de morosidad desde el 8,8% en septiembre de 2014 a por debajo del 6% en diciembre de 2016.
Esta plantilla europea, que tiene que estar lista antes de que acabe el año, deberá fijar principios comunes sobre el tipo de activos que pueden transferirse, umbrales de tamaño, normas de valoración, estructuras de capital adecuadas y las características operativas y de gobernanza. Bruselas elaborará además, de aquí a verano de 2018, un plan para desarrollar un mercado secundario europeo de activos tóxicos que compita con el que ya existe en Estados Unidos. Es decir, se trataría de facilitar la emergencia de un mercado propio en la UE de fondos buitre que se queden con los créditos tóxicos.
En la UE son conscientes de que el principal problema a estas alturas es Italia, por la talla de su economía y su elevado importe de créditos morosos en términos absolutos (alrededor de una cuarta parte del total de la UE). Sin embargo, alegan que la tendencia es ya a la baja, gracias a medidas privadas adoptadas por bancos como Unicredit y al rescate de Monte dei Paschi di Siena y de los dos pequeños bancos venecianos.
Los rescates italianos se han discutido en la reunión del Eurogrupo celebrada este lunes. Dijsselbloem asegura que tanto Roma como las instituciones de la UE respetaron las reglas bancarias. Pero cree que en el futuro habrá que endurecer las reglas sobre ayudas públicas para reducir todavía más las posibilidades de rescates.
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