Cada sistema sanitario es único y diferente, y el caso de España y Estados Unidos no es una excepción. El español se caracteriza por ser público, regulado y fuertemente protegido por las autoridades estatales. En cambio, el estadounidense es marcadamente privado, está liberalizado y las autoridades tienden a intervenir lo menos posible.
Como consecuencia, en el país americano se han producido una serie de escándalos que en España, por nuestra legislación y regulación, es muy poco probable que se produzcan. Negligencias médicas, las violaciones como causa de seguros más caros, subidas injustificadas de los precios de los medicamentos…
En España, más del 75% de la población se muestra bastante satisfecha con el Sistema Nacional de Salud, según el Barómetro Sanitario de 2016. En cambio, en Estados Unidos la cifra disminuye al 65%, según la consultora Gallup.
Diálisis como negocio, no como cura
En Estados Unidos 468.000 personas se someten semanalmente a diálisis, según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK). El tratamiento, el único sufragado enteramente por el gobierno, lo ofrecen sobre todo dos empresas: el conglomerado alemán Fresenius, y la compañía de Colorado DataVita. Entre las dos controlan el 70% del mercado estadounidense.
A principios de este año, el presentador John Oliver, en su programa Last Week Tonight, puso de relieve que estas dos compañías ofrecían un tratamiento deficiente a los pacientes. Lo más escandaloso fue que las compañías convencían a los pacientes para que no se hicieran trasplantes de hígado. La cuestión, según el programa, es que continuar con la diálisis es mucho más rentable. El show mostró que trabajadores de DaVita explicaban a los enfermos que el trasplante “es una opción”, y que los pacientes están tan bien en sus grupos de tratamiento “que no se quieren ir, ya que son una familia”.
DaVita ya tuvo que pagar casi mil millones de dólares en tres procesos judiciales en 5 años por distintas causas relacionadas con este tema. Por su parte, Fresenius acordó pagar 250 millones de dólares para solucionar distintos juicios. El escándalo todavía sigue abierto.
En España esta situación no ocurriría porque este tipo de tratamientos se llevan a cabo, en la mayoría de los casos, en los centros públicos. Además, existen reglamentos estrictos que marcan cómo deben ser los hospitales donde tienen lugar estos tratamientos.
Violaciones y malos tratos, como condiciones preexistentes en los seguros
Con la aprobación de la ley de Donald Trump para derogar el Obamacare se abre la puerta a que las violaciones y los malos tratos puedan ser consideradas condiciones preexistentes por los seguros. Así, se podrá aumentar el precio o denegar la cobertura a una mujer que haya sido víctima.
El Obamacare había conseguido que este tipo de políticas dejaran de aplicarse. En 1994, la mitad de las 16 compañías más admitieron, según The Guardian, que habían considerado las violaciones y los malos tratos como causa para aumentar el precio o denegar el seguro a una mujer. Habrá que esperar a la aplicación de esta política por parte de los estados (encargados de decidir al respecto) para saber si al final estas circunstancias serán consideradas como condiciones preexistentes.
En España esta política no podría aplicar, fundamentalmente, por la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo de diciembre de 2002. La resolución especifica que los seguros no pueden discriminar por razón de sexo, como sí ocurriría en este caso. Además, la ley de violencia de género ampara a las víctimas de malos tratos y, en última instancia, de aquellas mujeres que hayan sufrido violaciones.
La crisis de los opiaceos en Estados Unidos
Estados Unidos está viviendo una nueva crisis de drogadictos: distintos analgésicos (vicodina, oxicodina, percocet) junto con la heroína reinan en las calles americanas. ¿El escándalo? El 75% de estos drogadictos se inició con opiáceos prescritos por su médico, según datos de JANAPsychiatry.
En los años 90, los médicos tenían lo que se conoció como opiofobia, es decir, temían que al prescribir estos fármacos sus pacientes se volvieran adictos. Para combatir este pensamientos las farmacéuticas empezaron campañas agresivas para convencer a los profesionales sanitarios y a los ciudadanos del beneficio de este tipo de medicamentos. El problema es que muchas de esas campañas “falseaban” los efectos secundarios que podrían tener (algunos incluso negaban su potencial adictivo).
La principal compañía implicada fue Purdue con su medicamento oxicodona. A través de peluches, discos de música, anuncios publicitarios… Oxicodona consiguió convertirse en el medicamento de referencia. En el año 2.000 los doctores prescribían 5,9 millones de recetas al año de este fármaco (más que la viagra). Otras compañías también siguieron su estela, como Cephalon o Insys. Muchos han acusado a las farmacéuticas de fomentar los actuales problemas. Como consecuencia, se han visto obligadas a pagar multas millonarias, como Purdue (634 millones de dólares), o Cephalon (445 millones).
En España este problema no existe porque el sistema farmacéutico está regularizado, con lo que la distribución de opiáceos está muy controlada. En cambio, el sistema estadounidense está liberalizado.
“Es más barato que mueran”
En Estados Unidos, los profesionales de primeros auxilios, los bomberos y los policías portan en sus rondas jeringuillas con Naloxona, un medicamento utilizado para reanimar a los drogadictos que sufren una sobredosis.
No obstante, hace pocas semanas The Washington Post se hizo eco de las declaraciones de Daniel Picard, un concejal de Middletown (Ohio), que ha tomado una decisión polémica. El político ha ordenado que las autoridades públicas dejaran de reanimar a aquellos que sufrieran una sobredosis. Concretamente, se pretende llevar un registro de aquellos que han sido atendidos previamente por este problema, y si a la tercera llamada por sobredosis el paciente no ha pagado las dos anteriores no se le atenderá.
Según declaraciones de Picard al TWP, alegaba que era una solución no para el problema de la droga, “sino para el problema financiero”. Explicaba que cada actuación por sobredosis “tenía un coste de 1.104 dólares”, mientras que “una incineración costaba 700 dólares”. De ahí su decisión.
En España no ocurriría este escándalo porque, en primer lugar, las autoridades están obligadas a prestar ayuda a todas las personas, independientemente de su situación económica. En segundo lugar, en nuestro país contamos con un sistema sanitario público y gratuito que cubre este tipo de actuaciones, por lo que no se pondría como condición haber pagado las reanimaciones anteriores.
Martin Shkreli, el “hombre más odiado de Estados Unidos”
Una de las peculiaridades del sistema farmacéutico estadounidense es que está liberalizado. Como consecuencia, los precios los fijan las compañías, no las autoridades como ocurre en España. Esto ha llevado a algunas situaciones polémicas.
La más sonada la protagonizó Martin Shkreli. En 2015 fundó Turing Pharmaceuticals y, ese mismo año, adquirió los derechos de distribución en EEUU del Daraprim, un fármaco antiparásitos. Subió el precio del medicamento de 13,50 a 750 dólares por pastilla, es decir, más de un 5.000%.
La cuestión es que este medicamento es un antiparasitario básico en el tratamiento a mujeres embarazadas, a bebés y a personas con sida. Así, Martin Shkreli pasó a convertirse en “el hombre más odiado en Estados Unidos”.
Los expertos en la industria farmacéutica alegaron que esa subida era injustificable. Sin embargo, Shkreli respondió con la misma excusa que esta industria lleva años usando: el dinero obtenido por las ventas del Daraprim sería invertido en I+D para crear nuevos fármacos contra enfermedades raras.
La subida de precio de la epinefrina
Para las personas que padecen determinado tipo de alergias, sobre todo alimentarias, un pinchazo de epinefrina a tiempo puede salvar su vida. El precio de estos medicamentos es fundamental para muchas familias.
Por eso, surgió un nuevo escándalo cuando la compañía Mylan subió el precio de este fármaco de 57 dólares en 2007 a 600 dólares en 2016. Es decir, un aumento de 952,63%. El medicamento, que llevaba décadas en circulación, fue comprado por la farmacéutica en 2007.
La cuestión es que uno de cada 50 estadounidenses está en riesgo de morir si no la usa. Aunque la compañía alega que esta subida no afecta a las familias que tienen seguros que lo pueden obtener sin coste alguno, este aumento ha sido criticado por muchos.
Por eso, al ser un medicamento básico, los senadores pidieron una explicación a la compañía, que se vio obligada a pagar 456 millones de dólares para solucionar las disputas legales.