Mentirían si dijeran que siempre lo han sabido. Lo suyo ha sido un viaje. De hecho, lo que empezó como un juego para vender camisetas y viajar por festivales de música se ha convertido en un proyecto serio comprometido con la sostenibilidad. Una rara avis dentro del mundo de la moda.
Cuando el fundador de la marca, Mikel Feijoo Elzo, comenzó con el proyecto en 1997 ignoraba qué consecuencias traía el crecer. Al principio, sus tejidos eran europeos, sus proveedores pequeñas cooperativas y su ritmo lento. Pero empezaron a expandirse y, con ese movimiento, tuvieron que buscar otros lugares lejos de su natal País Vasco que les ofrecieran los materiales que necesitaban.
De Marruecos a Turquía y de ahí a Hong Kong y China. Era el año 2003 cuando Skunkfunk llegó a este último país, el detonante del cambio. "Vimos cómo el río cercano a la fábrica estaba rojo, eramos culpables", cuenta sincero el fundador. Su compañía no quiso cerrar los ojos: en 2009 se unió a Textile Exchange, una organización global sin ánimo de lucro que trabaja para transformar la industria de las fibras, impulsando nuevos estándares y redes de suministro responsable.
Desde entonces, han aumentado el porcentaje de fibras de bajo impacto ambiental en sus prendas, que hoy se queda en un 92%. "No es 100% bio, pero es cuestión de esperar a que avance la tecnología", asegura Feijoo, que se muestra convencido: "Es el futuro de la moda, porque no va a haber recursos. La industria hoy es insostenible".
Sus proveedores hoy son 14 fábricas ubicadas en España, Portugal, China e India. En estos dos últimos países forman parte de proyectos que garantizan la producción sostenible. En India, por ejemplo, Skunkfunk trabaja con una fábrica certificada Comercio Justo (Fair Trade) que produce ropa y accesorios a partir de algodón orgánico. Este, de hecho, es el material que más utilizan para sus diseños. Después, tencel, algodón reciclado, poliéster reciclado, rami, cáñamo y lino.
En 2014, Skunkfunk fue la primera empresa de moda en España en conseguir el certificado GOTS (Global Organic Textile Standard), reconocida como la norma líder en el procesamiento de textiles hechos con fibra orgánica. En el camino, dice Feijoo, convencieron a algunos de sus proveedores para que conseguir el certificado, cambiando algunas de sus prácticas. "Es el mayor legado que hemos dejado", asegura.
Su próximo objetivo, poder crear sus prendas con materiales reciclados recogidos directamente en sus tiendas. "Sería cerrar el círculo", añade el fundador. En algunas de sus tiendas, como en las de Bilbao, cuentan con un contenedor de Koopera, una cooperativa que reutiliza y recicla distintos materiales. Con ellos trabajan ahora para conseguir ese último paso.
"Queremos que nos conozcan por nuestros diseños"
Lo cierto es que la marca se está entendiendo muy bien en el norte de Europa, pero todavía tiene que crecer en España. Su apuesta, el diseño. En el equipo hay 14 profesionales que cada seis meses presentan unas 170 prendas para componer una nueva colección. "Queremos ser reconocidos por nuestros diseños, no sólo por la sostenibilidad, porque eso es un modo de hacer las cosas, no un estilo", explica Maia Curutchet, la directora creativa de la marca.
En esto la compañía también está haciendo un viaje. De un estilo de diseño típicamente vasco, con líneas rectas y colores oscuros, Skunkfunk está virando hacia un estilo que convenza a todo tipo de público. No quieren quedarse, tampoco, al margen de la moda.
Levantar las cuentas
Con 26 tiendas físicas y una gran apuesta por la tienda online, Skunkfunk está tratando de levantar sus cuentas después de unos años muy difíciles. En 2013, la compañía superó el concurso de acreedores, con un respaldo del 62% de las empresas y proveedores a los que la marca debía dinero.
Ahora la compañía, con cerca de 40 trabajadores, factura unos 15 millones de euros, una cifra todavía lejana a los 26 que llegó a facturar en 2011. "Formamos parte de una industria que no se puede sostener en el tiempo y queremos ser parte del cambio necesario", asegura Feijoo. Ahora, y con la idea clara, hace falta que los resultados económicos también acompañen.
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