El ejercicio 2017 fue uno de recuperación para la economía española, con cifras récord de turismo y una notable recuperación del empleo. Pero el mundo de la empresa se vio sacudido por diferentes tormentas empresariales que se fueron sumando las unas a las otras hasta formar un huracán que, en ciertos momentos, parecía capaz de arrastrarlo todo.
El más importante no tuvo que ver con la actividad, propiamente dicha, de las empresas españolas, sino con la deriva independentista de una comunidad autónoma, Cataluña, que en menos de tres meses consiguió que 3.000 empresas netas pidiesen asilo en otros registros.
Esto supuso una grave preocupación entre los ciudadanos, que protagonizaron una fuga de depósitos cuyo resultado aún no conocemos con precisión. Entre las entidades que forman parte de la Asociación Española de Banca se perdieron más de 8.000 millones de euros, con el BBVA como el principal damnificado. Al menos, hasta que se conozca el impacto en otra entidad clave para la región, CaixaBank.
Frente a todos los bulos independentistas y el supuesto interés de las empresas en sus propuestas, quedó claro que la vía unilateral de Puigdemont y Junqueras sólo llevaba al desastre. El pío dirigente de ERC, hoy en la cárcel, era el principal responsable económico de la Generalitat e intentó, sin éxito ninguno, reconducir la situación. Las multinacionales terminaron plantándole en una reunión "secreta" que tenían prevista y que no llegó a celebrarse.
Incluso Codorniu, una empresa que había jugado durante años a la equidistancia, se distanció más que nunca del independentismo.
La fuga de empresas llevó a cambiar las sedes sociales de empresas colosales y reguladas. Los nombres propios siguieron cayendo con cuentagotas durante meses. Sólo se vieron beneficiarias las nuevas sedes de estas compañías, y Valencia ocupó un lugar preponderante. Pasó de ser la vergüenza de las Cajas a postularse como City española.
La debacle del Popular
De no ser por Puigdemont, la noticia del año para las empresas habría sido, claramente, la debacle del Popular y la venta por un euro al Banco Santander.
El martes 6 de junio a las 15 horas el fugaz presidente del Popular, Emilio Saracho, llamó a Luis de Guindos y le dijo: "El banco está sin liquidez. Mañana no podemos abrir". En EL ESPAÑOL narramos los últimos días de Saracho al frente de la entidad y pasamos meses reflejando las consecuencias de la venta al Santander.
En fechas recientes, se conoció que el 50% de los accionistas habían aceptado el bono de fidelización ofrecido por el Santander, y se cerraron con los sindicatos las primeras salidas. Pero aún quedan infinidad de flecos judiciales que marcarán, sin duda, el año 2018.
Pero no fue lo único que pasó en el mundo de la banca: el Estado siguió vendido acciones de Bankia, la última casi a final de año; Liberbank se enfrentó a una sonora crisis, empujada por los bajistas, y provocó la intervención de la CNMV, y EVO Banco apostó por cerrar casi todas sus oficinas.
La guerra por Prisa
El año también estuvo marcado por una tensa batalla por el control de Prisa, con Juan Luis Cebrián y César Alierta como grandes protagonistas. El periodista que jugó a ser empresario y perdió, frente a un expresidente de Telefónica rodeado de armenios y aragoneses.
En esta batalla, jugó un papel esencial Soraya Sáenz de Santamaría, que abortó al menos en una ocasión el relevo del veterano directivo que le garantizaba el control sobre el grupo de medios.
Pero en un año en el que los medios de comunicación fueron más importantes que nunca para EL ESPAÑOL, tuvimos muchas más historias. Como el seguimiento de las negociaciones entre Carlos Herrera y Cope y el anuncio en primicia de que su polémico programa en RTVE estaba a punto de ser cancelado.
Todos quieren a Abertis
Como el año ha ido in crescendo, también en abril llegamos a creer que la OPA de Atlantia por Abertis podría ser la noticia del año. Era una operación fraguada desde hacía años y tenía mucho sentido.
El problema es que tenía tanto sentido que ACS, el coloso que preside Florentino Pérez, decidió hacer su propia apuesta y comenzó, a través de su filial Hochtief, una guerra de ofertas. A cierre del año estaba claro que el precio de la operación superará los 20 euros por acción, pero no quién ganará finalmente ni que papel jugará un Gobierno que parece más inclinado por la vía hispano-alemana que por la italiana.
Tampoco fue la única oferta importante de un año en el que se empezó a alumbrar el que podría ser el mayor grupo turístico de España, con una posible integración entre NH y Barceló.
Nuestras historias
Pero EL ESPAÑO, en su nueva apuesta por informar del mundo de la empresa y los medios, no se conformó con seguir los dictados de la agenda.
Adelantamos, antes que nadie, qué era Novum, el nuevo proyecto secreto de Telefónica para todos sus mercados.
Seguimos con más atención que nadie el conflicto entre el taxi y las plataformas Cabify y Uber. Una batalla que ha pasado por tres largos años de conflicto. Y prestamos atención a historias como la de las irregularidades, denuncias y traiciones en la gran federación de taxis madrileña.
Narramos cómo la salida de Gemma Nierga destapaba la lucha de poderes dentro la Cadena Ser y el desafío de las grandes hoteleras para cazar turistas de valor en un mundo de comparadores donde la marca pesa menos que la oportunidad. ¿Alternativas? Auténticas sastrerías del turismo de lujo u hoteles desmontables como Vivood.
Algunas historias fueron pequeñas, como la pequeña rebelión de los trabajadores de Nebraska que, ante su cierre, revelaron la receta secreta de su salsa para perritos. Otras afectaron a decenas de empresas, como el secuestro de miles de ordenadores en un ataque informático que provocó uno de los peores días de la carrera de Chema Alonso, el guardián de Telefónica.
También la distribución vive cambios profundos. Mercadona ha pasado de reconocer que su web era "una mierda" a luchar para liderar el comercio electrónico. Pero todas las empresas de distribución pisan el acelerador para reinventarse. Algunas, incluso, intentando transformar la manera en la que consumimos jamón.
Fue un año triste para los clientes que compraban libros de arte en el Vips cuando anunciaron que cerrarían sus tiendas para dejar más hueco a sus restaurantes. Una noticia que llevaba a la nostalgia, a recordar cuando Vips creó a Bob’s: el restaurante gemelo que acabó devorado por su hermano.
El mismo año en el que contamos como Lidl y compañía hicieron su agosto con el Brexit, se cerró con la noticia de que Apple ralentiza sus teléfonos viejos.
Mientras las operadoras se pasaron el año preparándose para asaltar la barrera de los 30GB, Mercadona invertía 20 millones en convertir 150.000 kilos de naranja en zumo cada día.
Aunque Amazon no cerró el año subiendo su servicio Prime, se prepara para una ley europea que hará sudar tinta a su servicio '1-click’.