“No va a haber sorpresas. Tenemos un equipo fabuloso”. Con estas dos frases despejaba Francisco González esta semana el camino a su sucesión. Palabras que allanan el camino para su relevo al frente de BBVA en 2019 y un plan de sucesión ordenada.
Todas las miradas -incluidas las de la competencia- apuntan a un nombre: el de Carlos Torres Vila, actual consejero delegado de la compañía. El ejecutivo, que llegaba al cargo hace dos años y diez meses, ha ido sentando las bases de lo que será el futuro BBVA con una obsesión: convertirse en la primera entidad digital; la gran apuesta de futuro de su presidente desde hace 15 años.
Un camino que emprendía en 2014 cuando fue nombrado director de banca digital. Un puesto desde el que acuñó aquella vieja teoría del ‘si no puedes con él, únete a él’.
Así comenzó la etapa de expansión de los tentáculos del BBVA por distintas startups que le permitieran rejuvenecerse e innovar en aquello que para muchos era algo de visionarios: digitalizar la entidad. Objetivo que parece avanzar viento en popa a toda vela, habida cuenta de que el 50% de los clientes de la entidad son digitales.
“Si no innovas, estás muerto” reconocía Vila hace unos meses en un encuentro ante emprendedores; en el que explicaba que el objetivo de la entidad es “encontrar soluciones bancarias adaptadas a las nuevas tecnologías”, y servir de plataforma para “servicios más concretos”.
Salmantino con estudios en Ingeniería Eléctrica que culminó en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde también se licenció en Administración de Empresas, llegaba al BBVA en 2008 como director de Estrategia y Desarrollo Corporativo. A él se le atribuyen, entre otras, la compra del turco Garanti en 2011, cuando nadie daba un duro por ella por la idiosincracia del país.
Un olfato con el que ha ido conquistando a Francisco González que lo incorporó desde Isofotón, donde ocupó el cargo de presidente y consejero delegado tras su paso por Endesa. Allí trabajó como director financiero durante cinco años, entre 2002 y 2007.
En los casi tres años que lleva en el cargo ha logrado hacerse con la confianza del presidente, hasta el punto de señalarle el camino para ocupar el primer puesto en la línea ejecutiva del BBVA cuando González cumpla en octubre del año que viene los 75 años. Muestra de ello es su viaje conjunto a la pasada cumbre de Davos.
Poder repartido
Lo que no está claro es si esa primera línea será en solitario o compartida. La tendencia europea en los grandes bancos es la de dividir el poder. Una parte ejecutiva, de la que se ocupará Torres, y otra no ejecutiva, al estilo del chairman tan utilizado en los Estados Unidos.
Hablamos de una figura más representativa, que lidera el consejo de administración. Un paso inferior al actual status de González que -todavía- tiene poderes ejecutivos. Un puesto para el que muchos interna y externamente tienen un nombre: José Manuel González-Páramo.
Consejero ejecutivo responsable de economía, regulación y relaciones institucionales de BBVA desde 2013, su bagaje es de sobra conocido en el sistema financiero español. Fue miembro del Comité Ejecutivo y del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) entre 2004 y 2012. Fue el último ejecutivo de primer nivel en la entidad, una situación que ahora se intenta reconducir con la candidatura de Luis de Guindos a la vicepresidencia.
González-Páramo tiene cualidades de sobra para liderar la parte más representativa del BBVA por el mundo. Conoce el sector, se mueve bien entre los bancos centrales, y es respetado por todos sus competidores. Así que no sería una mala opción para ‘acompañar’ a Carlos Torres al frente de la nueva etapa de la entidad.
Los primeros pasos de este nuevo BBVA podríamos empezar a verlos en la próxima junta de accionistas. Podríamos ver una reestructuración del consejo de administración diseñada a la medida del nuevo líder del banco.
Ocurra lo que ocurra, lo que está claro es que en los próximos meses el banco azul va a ser un hervidero de rumores. Y a veces, cuando el río suena, agua lleva.