La confianza empresarial detectada es homogénea en los diferentes sectores y regiones, y mayor que el año pasado en todas las áreas menos en la de tecnología, donde los niveles de confianza ya eran "extraordinariamente" elevados.
Según la encuesta a analistas, los directivos consideran que las condiciones serán favorables en el futuro y confían, más que en años anteriores, en el crecimiento de la demanda, manteniendo el énfasis en la reducción de costes. La diferencia con respecto a años anteriores es que están invirtiendo de nuevo en su propio capital productivo, así como en tecnología para innovar y competir, y también comenzando a subir los salarios, señala el estudio.
El director de Análisis del área de Renta Variable de Fidelity International, Michael Sayers, ha señalado que las grandes empresas quieren aprovechar las elevadas rentabilidades sobre el capital para recompensar a los accionistas con mayores dividendos y más recompras de acciones, a la vez que están atentos a las oportunidades de fusión y adquisición. "Confían en que sus balances están saneados, no solo por los ahorros de costes y las inversiones selectivas, sino porque muchas de ellas aprovecharon la racha alcista del mercado de renta fija para refinanciar su deuda a tipos más bajos y con vencimientos más largos", ha explicado Sayers.
VIGILAR LA INFLACIÓN
Pese al repunte de la volatilidad en los mercados, la encuesta "no revela apenas motivos para esperar el fin inminente de estas condiciones casi perfectas y no emite ninguna señal de alarma". Aunque los analistas de Fidelity refieren incrementos moderados de los costes de producción y los salarios junto a un leve aumento del poder de fijación de precios entre sus empresas, están convencidos de que la inflación de los precios de producción "se mantendrá en niveles similares o inferiores a la de los precios al consumo".
Sin embargo, han recomendado actuar con precaución, ya que una inflación excesiva de los costes, los salarios o los precios de la producción, junto con un aumento de los costes de financiación, "desembocarían en unas condiciones monetarias más restrictivas, lo que contendría el crecimiento de la demanda real y obligaría a las empresas a recortar sus planes de inversión y gasto".