La entidad presidida por Mario Draghi ha vuelto a la carga con la necesidad de consolidar el sector bancario en su Informe Anual de 2017. En dicho documento la entidad monetaria también repasa cómo fue el año para el sector bancario, y aunque admite que hubo mejoras, tampoco oculta que todavía carga con vulnerabilidades evidentes. Como la de la baja rentabilidad que continúa arrastrando el sector.

Hasta septiembre, la rentabilidad sobre los recursos propios o capital (ROE) de la banca subió hasta el 3,2%, por encima del 2,5% del mismo periodo del año anterior, pero aún muy debajo de un coste de capital (COE) que se mueve entre el 8% y el 10%. O lo que es lo mismo, la destrucción de valor sigue siendo notable. O dicho de otro modo: sobra capacidad, sobran bancos.

De ahí una de sus propuestas. "En cuanto a los retos estructurales, una mayor concentración y digitalización del sector bancario podría ayudar a mejorar la eficiencia de costes", propone la entidad. Es más, también conexiones positivas entre las fusiones, sobre todo transfronterizas, y la reducción de los créditos dudosos (NPL). "Las medidas para reducir el volumen de préstamos dudosos también podrían contribuir a intensificar la actividad bancaria transfronteriza, lo que, a su vez, podría favorecer una mayor diversificación geográfica de los ingresos", añade. Y hasta son una solución para la banca minorista. "Concretamente, las fusiones y adquisiciones transfronterizas podrían reforzar la integración de la banca minorista", continúa.

Ahora bien, como no es la primera vez que el BCE lo pide y como el proceso no arranca, apela a la necesidad de otros ingredientes que catalicen las fusiones. "La culminación de la unión bancaria, así como la adopción de otras medidas para el sector financiero, como la armonización de la normativa tributaria y de insolvencia, ayudarían en este sentido", reclama.

Los tipos influyen... pero menos

El BCE, eso sí, no es ajeno a que su actual política monetaria también complica que los bancos hagan rentable su negocio. Y por dos caminos: "El primero, el entorno de bajos tipos de interés [con los oficiales al 0%] contribuye a comprimir los márgenes de intermediación de los bancos, reduciendo así sus ingresos netos por intereses. El segundo, el tipo de interés negativo de la facilidad de depósito [en el -0,40%] del BCE genera un coste directo sobre el exceso de liquidez para el sistema bancario de la zona del euro en su conjunto".

Pero, consciente de los recelos que esta realidad despierta en el sector, el propio BCE minimiza estos impactos. "Sin embargo, estos aspectos negativos se han visto generalmente compensados, hasta la fecha, por los efectos positivos que tiene una expansión económica sólida y generalizada sobre la rentabilidad bancaria", matiza.

Y de forma más precisa alude a tres efectos positivos derivados de su actual política de 'dinero gratis' y tipos negativos. El primero: "Los gastos por provisiones de las entidades de crédito caen a medida que aumenta la calidad crediticia de los prestatarios debido a la mejora de las perspectivas económicas". El segundo: "El mayor volumen de crédito en el contexto de la recuperación económica y las ganancias de capital derivadas del incremento de los precios de los activos favorecen la rentabilidad de las entidades de crédito". Y el tercero: Aunque hay una rigidez a la baja en los tipos de los depósitos minoristas, los depósitos mayoristas, en especial los de no residentes, suelen estar remunerados a tipos de interés negativos, lo que mitiga el impacto contractivo de los tipos de interés nominales negativos sobre el margen de intereses de las entidades de crédito".

La quimera del valor en libros

Pero el caso es que el sector lo sigue pasando mal para generar valor. Y así lo refleja en bolsa, con una capitalización bursátil que, salvo excepciones, es inferior al valor en libros de las entidades. "Las perspectivas del sector bancario continuaron siendo débiles, como se reflejó también en las cotizaciones relativamente bajas de las acciones de las entidades de crédito de la zona del euro, cuyo valor de mercado permaneció muy por debajo de su valor en libros", admite el BCE.

En su opinión, las reducidas cotizaciones se alimentan de dos tipos de dudas. "En primer lugar, algunos retos estructurales siguieron afectando a la eficiencia de costes de muchas entidades de la zona del euro y a las posibilidades de diversificar sus ingresos", explica. Y continúa: "En segundo lugar, aunque durante el año se avanzó significativamente en la gestión del elevado volumen de préstamos dudosos, dicha gestión fue dispar entre bancos y países, algunos de los cuales se quedaron a la zaga. Las elevadas ratios de NPL continuaron ejerciendo presión sobre la rentabilidad de las entidades de crédito, tanto directamente a través de las elevadas exigencias de provisiones, como indirectamente debido a que los préstamos dudosos consumen capacidad en el balance".

Y eso que durante el año pasado las entidades de la Eurozona volvieron a soltar lastre. Según las estadísticas del BCE, el volumen de NPL se redujo en 119.000 millones de euros entre enero y septiembre, equivalentes al 5,2% de los préstamos totales, cuando en 2014 alcanzaban el 8%,.

 

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