Altos niveles de idiomas, títulos universitarios, grandes responsabilidades desempeñadas en puestos de trabajo anteriores y permisos de conducir que no existen.
Son algunos ejemplos de las pinceladas –o brochazos– de maquillaje que, en ocasiones, se emplean para embellecer un currículum vítae. Esas manos de pintura reciben el nombre de curriculum vitae-padding. Un término inglés que describe la práctica de rellenar este documento con información exagerada o falsa, y que, a día de hoy, lleva a cabo una gran parte de la sociedad española para conseguir el empleo deseado.
Los datos hablan por sí solos. El curriculum vitae-padding (mentiras en el currículum) se ha generalizado y, a día de hoy, es un hábito bastante frecuente en nuestro país. Y a pesar de no parecer algo demasiado grave y de no tratarse de un asunto ilícito, sí puede tener consecuencias severas. Más aún cuando la mentira se lleva demasiado lejos. Pese a ello, no existe ninguna ley que prohíba expresamente mentir en un currículum vítae.
La compañía reclamador.es recoge a continuación las principales mentiras que pueden encontrarse en un currículum vítae y sus respectivas consecuencias.
Las 5 mentiras más comunes en un currículum
1. Manifestar una experiencia laboral que se adecúe a las exigencias de la oferta de empleo. Es decir, afirmar que se ha trabajado en alguna empresa o sector para acreditar que se tiene la experiencia exigida por el ofertante.
2. Exagerar las funciones de trabajos anteriores. Esto es, añadir en el currículum más responsabilidades de las asumidas en anteriores empleos. Se trata de una de las mentiras más fáciles de detectar, pues durante una entrevista de trabajo, el empleador tratará de profundizar en las tareas y logros conseguidos en un puesto.
3. Nivel de estudios y formación académica. Maquillar un currículum con títulos universitarios, másteres o cursos de formación complementarios es otra práctica habitual. Sin embargo, se trata de una operación arriesgada, ya que muchas empresas solicitan como prueba de ello, los títulos físicos obtenidos.
4. Nivel de idiomas. Elevar el nivel de la lengua que se detalla en el documento es también algo común entre la sociedad. Eso sí, hacerlo supone una serie de riesgos: tener que justificarlo con un título que no se tiene, o enfrentarse a conversaciones en las que, rápidamente, se detectará la carencia del idioma.
5. Empresas en las que nunca se ha trabajado. Aunque se dé con menos frecuencia, existen casos de currículums en los que se mencionan empresas ficticias o ya disueltas.
Las consecuencias de cualquiera de estas mentiras dependerán de hasta dónde se hayan llevado las mismas, así como de los argumentos que se hayan empleado para ellas. Las sanciones serán diversas, e irán desde un despido disciplinario a, incluso, meses de cárcel en aquellos casos en los que, el engaño, haya supuesto la falsificación de documentos oficiales, como títulos de estudios o de idiomas.
Despidos disciplinarios
Mentir en el currículum o durante una etapa laboral, puede ser justificación suficiente para que la justicia declare como procedente un despido disciplinario. Esto se debe al Artículo 54 del Estatuto de Trabajadores, que considera que un despido es disciplinario cuando se produce una “transgresión de la buena fe contractual, así como el abuso de confianza en el desempeño del trabajo”.
Un ejemplo de ello fue lo ocurrido en Extremadura en el año 2011. Sucedió que, tras un año y medio de empleo, una constructora descubrió que el jefe de obra había mentido acerca de su título en arquitectura técnica: no lo tenía. El trabajador fue despedido y, además, tuvo que hacerse cargo de los perjuicios económicos derivados de sus propios fallos a lo largo de la construcción debido a su falta de cualificación.
Cuando la mentira se convierte en delito: el intrusismo profesional
El delito de intrusismo profesional es aquel que se comete cuando una persona ejerce una profesión sin poseer el correspondiente título académico expedido o reconocido en España. Este delito se encuentra tipificado en el artículo 403 del Código Penal y está penado con multas de 12 a 24 meses, y prisión de seis meses a dos años (en caso de que el intruso se atribuya públicamente la cualidad de profesional amparada por el título referido o si tiene un local abierto al público en el que anuncie servicios propios de la profesión).
Falsedad documental
Por lo general, las ofertas laborales se muestran orientadas a un perfil concreto de trabajador. Por ello, es habitual que, en ellas, se destaquen requisitos excluyentes y se soliciten credenciales y títulos que acrediten que, quien opta al puesto, cumple con las condiciones que se piden. El problema aparece cuando, esos certificados, son fraudulentos. Es decir, falsificados.
La falsificación de documentos oficiales es un un delito condenado con prisión de tres a seis años, multas, e inhabilitaciones por tiempos de dos a seis años. Está recogido en los artículos 390 y siguientes del Código Penal e incluye la falsificación de documentos públicos, oficiales, mercantiles, privados y certificados.
Un ejemplo de delito de falsificación documental fue el ocurrido en el año 2016. La Audiencia Provincial de Lleida condenó a una mujer por falsificar un certificado oficial de monitora de patinaje artístico para conseguir ser contratada por el Ayuntamiento de la localidad. ¿La consecuencia? Seis meses de cárcel.
No obstante, puede darse el caso de que a pesar de incurrir en este delito, un empleado conserve su puesto de trabajo. Esto sucede cuando el trabajador lleva muchos años ejerciendo sus labores y, se entiende, que está lo suficientemente cualificado para continuar con ellas, a pesar de no tener un título que lo acredite.