América Latina se ha convertido en tierra de oportunidades. Pero, de momento, falta mucho trabajo por hacer y varias dudas que despejar. Aunque, por ahora, al sector adjudicatario de infraestructuras le queda un regusto agridulce cuando prueba bocado de Sudamérica ya que, aun habiendo dinero que destinar hay trabas que impiden su flujo hacia la región.
Los gobiernos de los países de esta región son conscientes del salto cuantitativo y cualitativo que se ha de producir para que los ciudadanos sudamericanos puedan presumir de infraestructuras. Esa ha sido la opinión más compartida durante la conferencia que organizada por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) ‘Infraestructura para la integración de América Latina’.
Tanto Mariana Prado, ministra de Planificación del Desarrollo de Bolivia, como Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda y Crédito Público de Colombia, hicieron un llamamiento a la inversión privada para acometer buena parte de las obras de las infraestructuras que faltan por hacer en esta región.
Según los datos ofrecidos por CAF, razón no les falta a estos dos políticos. Para el año 2040, la cantidad de dinero estimada para cubrir las necesidades se queda cerca de los 65.000 millones de dólares. Cifras que contrastan con la realidad, puesto que se han cubierto alrededor de 53.000 millones de dólares. Es decir, hay un agujero de unos 12.000 millones que no se han podido adjudicar.
Este déficit, se debe en gran parte, a “diversos motivos que implican que las compañías adjudicatarias se replanteen invertir en América Latina”, según Juan Béjar, presidente de Globalvia. Entre otras razones destacan “la depreciación del euro o el dólar respecto a la moneda local del país” o "la importancia de establecer un margen de flexibilidad en los contratos para la construcción de infraestructuras ante las dificultades que puedan ocurrir en el proceso".
Juan Béjar, en representación del sector privado, también pidió a los diferentes gobiernos que sean ellos los que solucionen posibles problemas legales derivados de expropiaciones o conflictos con comunidades locales que pudieran aparecer en proceso de construcción de una infraestructura. En este sentido, el presidente de Globalvia puso como ejemplo de buen hacer a Chile. “Las inversiones en Chile están creciendo debido a que han adoptado un modelo que sigue al estadounidense en el que el gobierno y la empresa no actúan cada uno en su rol clásico de la contratación pública, sino que pasan a ser una especie de socios”, relató.
El nuevo reto de las adjudicatarias
Tras realizar un profundo análisis sobre el panorama de las infraestructuras en Latinoamérica, Juan Béjar propuso un cambio en la visión del sector para los próximos años.
La movilidad conectada será uno de los grandes retos para ciudades, empresas, ciudadanos y gobiernos. Por esta razón, el presidente de Globalvia dejó entrever el cambio de modelo que deberá acometer su compañía y sus homólogas.
En este sentido, en un sector tradicionalmente llamado a pujar por la construcción de carreteras, de vías de ferrocarril, de canales o aeropuertos y puertos, Béjar considera que el sector de las telecomunicaciones ocupará un “papel fundamental en unos años”.
“Es el presente y el futuro. Las telecomunicaciones y las infraestructuras de la tecnología 5G en adelante pasarán a ser el gran negocio del sector porque la conectividad, entre todos los actores, será necesaria para el desarrollo de los negocios y de la vida cotidiana”, explicó. En este sentido, el empresario considera que es “complejo pensar” que las compañías contratistas sigan “peleándose” en adjudicaciones de trenes o carreteras y no se apueste por “la arquitectura de las telecomunicaciones”.
Esta nueva praxis de las adjudicaciones confronta de lleno con el modelo de negocio de su empresa. El proyecto de Globalvia engloba un total de 19 autopistas y 7 Ferrocarriles. La compañía tiene negocios repartidos en España, EEUU, Irlanda, Portugal, Andorra, México, Costa Rica y Chile.
Tiempos desmesurados
Esta nueva percepción del sector provoca un nuevo paradigma. El presidente de Globalvia considera una jugada arriesgada sumergirse en adjudicaciones de “30 o 40 años cuando las necesidades de los ciudadanos pueden cambiar" en ese plazo.
“No sabemos si las infraestructuras del tren de Cercanías o las autovías, como ahora las conocemos, van a utilizarse de aquí a unas décadas”, aseveró. “Podemos empezar a construir una vía pero que para cuando finalicemos la obra se haya quedado obsoleta”, insistía.
La razón principal para llegar a este razonamiento no es otra que la movilidad conectada y compartida que se avecina. “Las grandes compañías ya trabajan en el coche autónomo o conectado. Esto significa que muchos de los medios de transporte que utilizamos a diario, dejarán de utilizarse”, puntualizó.
Pero, no sólo una empresa de la contratación pública ve con buenos ojos la inversión en la tecnología. El consejero ejecutivo de BBVA, José Manuel González-Páramo, resaltaba la "importancia" de invertir en infraestructuras tecnológicas, sobre todo fibra y 5G, para "mejorar el acceso de los ciudadanos de Latinoamérica a internet".
El tendido 5G, cosa de las ‘telecos’ en España
No obstante, la realidad choca con lo que se expuso durante la conferencia organizada por CAF. La semana pasada se abrió el plazo para la subasta de la la banda de frecuencias 3,6-3,8 GHz, sobre la que se desarrollará la nueva tecnología móvil 5G.
A esta puja se han presentado solo las compañías de telecomunicaciones y Movistar, Orange, Vodafone y MásMóvil serán las que se encarguen de la implantación del 5G en España, en el que el importe total de salida de la licitación será de 100 millones de euros.