Máxima expectación esta mañana en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas ante la primera jornada de huelga de los tripulantes de cabina de Ryanair. La llamativa y numerosa presencia de medios de comunicación con sus cámaras, cables, trípodes y micrófonos contrastaba con el ambiente de relativa serenidad que se vivía en los mostradores de check-in de la compañía.
Los servicios mínimos fijados por el Ministerio de Fomento se han cumplido y, por fortuna, pocos pasajeros se han encontrado con la desagradable sorpresa de tener su vuelo cancelado justo antes de embarcar. Los propios sindicatos hablaban de solo tres trayectos con salida prevista desde Madrid suspendidos a lo largo de la mañana: dos a Italia (Pisa y Roma) y uno a Bélgica (Bruselas-Charleroi).
Sí se percibía, no obstante, más movimiento del habitual en las ventanillas de reclamación, aunque sin largas colas. Eran, por un lado, pasajeros de los trayectos cancelados que se acercaban a exigir soluciones, y, por otro, usuarios que acababan de regresar a Barajas en vuelos de otras compañías (que habían adquirido por su cuenta) después de ser informados de la suspensión de su vuelo Ryanair los días previos, y acudían a reclamar.
En el centro de los focos
A pesar de no ocultar su enfado, los pasajeros pasaban por las ventanillas cargados de cordialidad y resignación, y la jornada transcurría sin incidentes. La tónica de normalidad solo se alteraba por el remolino mediático en el que se veían envueltos los reclamantes al terminar sus gestiones: les rodeaban decenas de periodistas para filmarles y preguntarles por su situación, a la 'caza' de buenas historias.
Curiosamente, las únicos momentos de tensión que se vivieron fueron entre los reporteros y el personal de Ryanair que trabajaba en los mostradores de check-in: estos, quizás por temor a reprensiones de sus compañeros, trataban de evitar a toda costa ser grabados y se enfrentaban a los cámaras exigiéndoles que no dirigiesen sus focos en la dirección donde se encontraban.
Alrededor, algunos pasajeros desinformados sobre la huelga que se acercaban a embarcar su equipaje, atendían entre sorprendidos y preocupados a la escena y a toda la concurrencia mediática que rodeaba los mostradores.
Satisfechos con el seguimiento
Los representantes de los sindicatos convocantes, SICTPLA y Unión Sindical Obrera (USO), también se encontraban allí informando a la prensa, equipados con carros llenos de botellas de agua que habían previsto para atender a los posibles afectados por las cancelaciones. Estos seguían casi llenos al terminar la mañana.
A pesar de ello, y de la tranquilidad que se respiraba en la Terminal 1 del aeropuerto de Barajas, los sindicalistas se mostraban orgullosos de la respuesta de los tripulantes de cabina a la convocatoria de huelga: hablaban de un seguimiento del 80% en España y de un gran número de vuelos cancelados en países como Bélgica, Portugal y sobre todo Italia.
El lío de los mínimos
Se han lamentado, al tiempo, de que en nuestro país los servicios mínimos establecidos por el titular de Fomento, José Luis Ábalos, hayan sido excesivos y que este hecho, junto a las cancelaciones efectuadas por Ryanair las semanas previas a la convocatoria (que han tildado de ilegales), hayan provocado ese ambiente de relativa distensión que nos hemos encontrado los periodistas en el aeropuerto.
Han destacado, no obstante, que en países como Italia, donde se esperaba que la respuesta de los trabajadores fuese mucho menor y no se declararon servicios mínimos, se han podido suspender muchos vuelos de modo que el impacto de los paros esté siendo muy pronunciado.
En consecuencia, entienden que la huelga es ya un éxito y que va a obligar a la aerolínea irlandesa a atender a las exigencias del personal de cabina. Y si ello depende del nivel de repercusión mediática de estas dos jornadas, desde luego, lo acabarán consiguiendo.