Más de la mitad de las viviendas en España son eso que, entre amigos, definimos como “un horno en verano y una nevera en invierno”. ¿Por qué? Porque se construyeron antes de 1978, antes de que entrara en vigor la norma que marca las condiciones térmicas en los edificios, lo que supone que, a día de hoy, su eficiencia energética sea deficiente.
Ventanas por las que se cuela el frío, humedades por mala ventilación o falta de protección para el sol que hace que en verano sea imposible estar. Además de la incomodidad que esas circunstancias generan a los residentes, la necesidad de calefacción o aire acondicionado dispara el consumo eléctrico y de gas de un hogar. La diferencia entre un hogar eficiente, tanto en sus elementos estructurales como en el consumo de sus electrodomésticos, y uno que no lo es puede traducirse en un gasto energético de entre 300 y 1.800 euros más al año, según las estimaciones de Kelisto.com.
El consumo energético de una vivienda está relacionado con las condiciones climáticas de cada región, por eso los diseños que atienden al clima donde se construye esa vivienda ayudan a reducir el consumo de energía de ese hogar. Recibir sol en invierno o poder protegerse de él en verano puede suponer una gran diferencia a la hora de mantener un nivel confortable de temperatura, señala el estudio de la Fundación Naturgy.
No es lo mismo el sol en Sevilla en agosto que en A Coruña y, por obvio que parezca, las viviendas que no están preparadas para estos climas son ineficientes y un agujero en el bolsillo para sus habitantes. Mientras que en la ciudad gallega no hay demanda de refrigeración, en la andaluza la necesidad energética está entre 37 y 50 kWh por metro cuadrado de vivienda.
Rehabilitación exprés y solidaria
En España, según la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), hay casi 7 millones de personas bajo el umbral de pobreza energética. Es decir, un 15% de la población sufre bajas temperaturas y se retrasan en el pago de sus facturas porque no pueden afrontarlas. El informe de pobreza energética realizado a nivel autonómico por ACA determinó que un 15% de la población en Cataluña, el 17% en Galicia y el 15% en Andalucía están en esta situación. En Madrid la proporción aumentó hasta el 23% si se incluyen los hogares que no gastan en energía porque no pueden pagarla.
El potencial de un hogar para caer en una situación de pobreza energética depende de tres factores: el elevado precio de la energía, los bajos ingresos del hogar y la calidad de la vivienda. Ante esto, como consumidor, son varias las medidas que puedes tomar: solicitar, si cumples los requisitos, el bono social; si no los cumples, comparar las distintas tarifas que ofrecen las comercializadoras de luz y gas; y, por último, prestar atención a la eficiencia energética.
El Gobierno ha adoptado ya un ‘plan de choque’ ante el aumento del precio de la energía (que amplía el bono social y extiende la ayuda a la calefacción de cara a este invierno), pero mientras avanza en la elaboración de la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, ya hay iniciativas promovidas desde el sector privado para aportar su granito de arena y ofrecer soluciones.
Es el caso del fondo solidario de rehabilitación energética que ha puesto en marcha la Fundación Naturgy este mes. Con el objetivo de apoyar a las familias en situación vulnerable, la fundación aportará y canalizará los fondos que recaude para realizar una serie de obras exprés en las viviendas que mejorarán la calidad de vida de estas familias y contribuirán a reducir su factura energética.
La Fundación realizará una aportación inicial que definirá después de analizar el parque de viviendas en las tres comunidades donde arrancará con el proyecto: Galicia, Cataluña y Madrid. Este proyecto era el “paso natural” que la Fundación quería dar después de realizar en 2017 el estudio ‘Rehabilitación exprés para hogares vulnerables. Soluciones de bajo coste’, explica a EL ESPAÑOL, su director general, Martí Solá.
Como primer paso se ha abierto el fondo a la colaboración ciudadana y a los trabajadores de la energética Naturgy. Por cada euro que reciban como donación, la Fundación pondrá otro, apunta Solá. En paralelo, y después de haber realizado una treintena de reformas exprés en Madrid y Coruña como piloto, la Fundación ha empezado a analizar el parque de viviendas de las tres comunidades para determinar las necesidades y la cuantía inicial que como Fundación aportará al fondo.
El objetivo de este proyecto es ayudar a los que más lo necesitan, razón por la que la Fundación ha optado por formar alianzas con entidades como Cruz Roja, Caritas y otras fundaciones que son titulares o gestionan las viviendas donde viven familias en situación de vulnerabilidad y que serán rehabilitadas.
“Con dinero recaudado de los ciudadanos no vamos a invertir en pisos que son propiedad de fondos de inversión o de personas que no necesitan esta ayuda”, asegura el director general de Fundación Naturgy, que no descarta seguir sumando asociaciones al plan para llegar a un mayor número de ciudadanos a medida que vayan recaudando fondos.
¿En qué consiste una rehabilitación exprés? Desde un cambio de ventanas, hasta el refuerzo de los muros con material aislante, indica Solá. Los técnicos analizan cada vivienda y determinan las soluciones de bajo coste que aplicarán: colocar alfombras en suelos mal aislados, instalar persianas, pinturas aislantes, cambios en los vidrios... Estos arreglos implican una inversión que va desde los 50 euros a casi 8.000 euros por vivienda, según las soluciones que se decida implantar, estiman en la Fundación Naturgy poniéndose en el escenario más desfavorable: que la vivienda no haya sido intervenida desde su construcción inicial.
"Una reforma exprés de siete medidas aumenta en un 22% los días al año sin consumo de energía y puede suponer un ahorro de hasta 650 euros en la factura anual", apunta.
Una ayuda clave para familias en situación de vulnerabilidad que no pueden ni plantearse una reforma integral que supondría una obra de entre 20.000 y 35.000 euros.
A medida que se avance en la rehabilitación de las viviendas en estas tres comunidades la Fundación se plantea ampliarlo a otras, apunta Martí, siguiendo el criterio de las necesidades por clima.
Consumo inteligente que ahorra dinero
Pero además de las mejoras estructurales, otra de las claves está en el uso que se hace de la electricidad y el gas en los hogares. Este domingo se celebra el Día Mundial del Ahorro de Energía para que los ciudadanos reflexionen sobre el consumo que realizan en sus tareas cotidianas.
La ventaja de un uso más eficiente de la energía es doble: ahorro económico y un aporte para el medio ambiente porque será necesario producir menos energía y, con ello, habrá menos emisiones de CO2.
Entre las medidas que se pueden adoptar en la vivienda, los expertos recomiendan, siempre que se pueda, elegir electrodomésticos y aparatos eficientes, que son los que cuentan con certificación A+++ o A++. Las bombillas son otro punto clave en el ahorro energético: cambiando a bombillas LED se pueden ahorrar más de 150 euros al año.
Otro detalle que puede ahorrar, entre 50 y 100 euros al año en la factura, es vigilar el consumo fantasma que hacen los aparatos que al apagarse tienen función standby, como la televisión. Este ‘ladrón silencioso’ supone más de un 2% del consumo energético total de una vivienda cada año, estiman en Kelisto.es.
También es importante mantener en la medida de lo posible la temperatura de la casa en un rango estable, ventilando en las horas de sol y programando la calefacción para mantenerla en 21ºC. Cada grado adicional incrementa el consumo en un 7%, lo que se traduce en 30 euros al año.