El preacuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido por el Brexit que ha aprobado esta tarde el Gobierno británico ha sido de todo menos tranquilizador para las empresas españolas con intereses en el Reino Unido. El documento presentado, y que se ha conocido en su totalidad a última hora de este miércoles, se valora como poco concreto para evaluar el impacto real que puede tener en el negocio de las compañías.
Es cierto que la Premier británica, Theresa May, ha salvado el primer matchball al conseguir que todo su gabinete respalde los más de 580 folios del acuerdo, pero las dudas están en lo que pueda ocurrir a partir de ahora. El texto debe pasar a manos del Parlamento, y allí los empresarios españoles vaticinan que las cosas van a ser totalmente diferentes y May no lo va tener nada fácil.
Diferentes representantes de empresas españolas con intereses en el Reino Unido consultadas por EL ESPAÑOL explican que todo lo que se ha conocido no cambia absolutamente nada y, por tanto, siguen trabajando con el mismo horizonte: estar preparados para una resolución negativa para sus intereses. Un escenario para el que llevan meses trabajando.
Los planes de contingencia están muy avanzados y, aunque de cara al exterior la mayor parte de las declaraciones son optimistas, se trabaja para estar preparados para dar respuesta a una salida de este conflicto sin acuerdo.
Principales problemas del Brexit para las empresas españolas
Si se llegara a esa situación, en el que los peores augurios se cumplieran, estamos hablando de que el 30 de marzo de 2019 habría riesgo de una gran depreciación de la libra. Ese sería el primer gran golpe que sufrirían las empresas patrias que están allí basadas.
Tanto el negocio que generarían las divisiones de las empresas situadas en territorio británico como el valor de los activos que tienen en libras se depreciaría. Una situación que tendría un impacto en la cuenta de resultados como en los balances y les obligaría a realizar provisiones; e incluso a recalcular el valor en libros de parte de sus activos.
La forma de realizar negocio con las islas británicas cambiaría totalmente respecto a la situación actual: se fijarían aranceles en ambas direcciones, aduanas, restricciones en la movilidad y las cuestiones regulatorias cambiarían por completo.
El problema no solo es que el Reino Unido deje de ser un miembro de la Unión Europea, el problema es que las relaciones comerciales deberían empezar desde cero y eso, en la práctica, significa que el negocio se pararía hasta que las reglas del juego volvieran a estar claras.
Por último, otra de las cuestiones a tener en cuenta es la pérdida de poder adquisitivo que tendrían los consumidores británicos. Las empresas españolas que venden en las islas no solo verían que el negocio disminuye porque la libra se deprecia. Un parón más brusco aún de la economía de las islas supondría una reducción del negocio de las empresas.
Tanto las compañías centradas en vender servicios y productos al cliente final como las que hacen negocio directamente con las corporaciones británicas pasarían a vender menos y a menor precio que a día de hoy.
Empresas afectadas
Entre las compañías españolas más expuestas destacan las del sector financiero. Tanto el Santander como el Sabadell tienen importantes posiciones en el Reino Unido. El primero a través de su filial Santander UK y el segundo a través del TSB, su última adquisición que tantos quebraderos de cabeza le ha dado últimamente.
En el caso de la entidad presidida por Ana Botín, han sido muy claros tanto respecto al impacto que tendría el Brexit, como a su vocación de permanencia en Reino Unido pase lo que pase. A principios de mes el grupo mandó un informe al organismo regulador de la bolsa de EE.UU., la Comisión del Mercado de Valores (SEC), en el que reconocía que el Brexit suponía un "riesgo" para su negocio y que podía impactar "significativamente" en sus resultados operativos, su estado financiero y sus previsiones.
El Reino Unido fue en 2017 el cuarto mercado del grupo. El negocio realizado en el país supuso un 13% de su beneficio. Un porcentaje significativo que hace que la compañía siga apostando por el territorio pase lo que pase.
Las empresas de consumo en alerta
Para Telefónica el Reino Unido supone cerca de un 15% de sus ingresos. La compañía está viendo ya cómo su filial O2 está reportando menos ingresos que en el pasado. Algunos informes señalan que el efecto del negocio en el Reino Unido ya habría provocado de una caída del 25% del negocio.
Al ser el consumidor final la principal vía de ingresos de la operadora de telecomunicaciones en el Reino Unido, tanto la bajada de la libra como la pérdida de capacidad adquisitiva de los ciudadanos le afectaría mucho. Los 25 millones de clientes de O2 tienen un impacto importante en las cuentas de la empresa. Una situación que ahora mismo sería muy distinta si Telefónica hubiera tenido autorización para vender la empresa meses atrás. Ahora, con una salida a bolsa incierta en el horizonte, el futuro del negocio en el Reino Unido es un reto clave para la operadora española.
Otra de las compañías más afectadas por el Brexit sería IAG, conglomerado que incluye a Iberia. La situación accionarial de la aerolínea podría traerle problemas ante un Brexit duro. En el caso de que menos de la mitad de sus accionistas no fueran europeos el grupo se vería en un importante problemas ya que modificaría totalmente las condiciones en las que trabaja hasta el momento en Europa.
Ante esta situación existe gran incertidumbre. No se conoce qué porcentaje exacto de las acciones están en manos de no europeos. Del mismo modo, al no estar claras las relaciones comerciales y regulatorias post-brexit es difícil predecir si el borrador actual juega en favor o en contra de los intereses de IAG.
Ventas y cambios de sede
Iberdrola es una de las empresas españolas que ha tomado acciones más claras ante el futuro acuerdo entre la UE y el Reino Unido. La empresa vendió sus centrales en el Reino Unido aunque, a la vez, declaró que sigue apostando por el país.
Drax Group compró la división de Iberdrola, Scottish Power Generation, por 800 millones de euros. Según la española la razón de esta operación fue la rotación de activos. Esta decisión, de hecho convirtió a Iberdrola en la primera energética 100% renovable del Reino Unido. Una posición desde la que continuará su presencia en el territorio.
Ferrovial también ha tomado decisiones drásticas ante el Brexit. La compañía de construcción y servicios trasladó de Oxford a Ámsterdam la sede por la que controla su negocio fuera de España. El objetivo de esta decisión es mantener todas esas divisiones bajo normativa comunitaria.
Un tercio de los ingresos de Ferrovial provinieron del Reino Unido en 2017. Además de importantes contratos de infraestructuras y servicios, la compañía presidida por Rafael del Pino controla el 25% de Heathrow, el mayor aeropuerto de Reino Unido; y el 50% de los aeródromos de Glasgow, Southampton y Aberdeen. Negocios para los que una economía británica fuerte son muy importantes.
Por su parte, Inditex tiene en el Reino Unido -y en concreto en las calles de Londres- algunos de sus escaparates más representativos. Allí tiene 100 tiendas, por lo que el impacto por el deterioro de la situación sería 'limitado' si se compara con las otras 7.000 tiendas que tiene distribuido por todo el mundo.
Pese a que cada sector y empresa tiene sus condicionantes la realidad es que a día de hoy lo que predominan son las dudas. A poco más de cuatro meses de un punto de no retorno, hay poco optimismo ante una solución a este conflicto que no implique impacto en los negocios.