Renfe también quiere ser una empresa de servicios. Si un denominador común hay en industrias tan diversas como la electrónica, la construcción, la automoción o el ferrocarril es la decidida apuesta que los principales actores de cada una de ellas en dirección a la servitización.
Este palabro no hace sino identificar la evolución de los modelos de negocios tradicionales de la venta de productos a la venta de servicios.
Los constructores de coches quieren vender tiempo de uso en sus vehículos en lugar de coches. Apple o Microsoft quieren vender suscripciones a servicios de música en lugar de ordenadores. Del mismo modo, compañías bancarias o aseguradores están poniendo gran interés en convertirse en plataformas de servicios.
Desde los tan de moda Saas, software as a service, pasando por los Paas, platform as a service, ahora Renfe entra quiere entrar en el mundo de los servicios de movilidad en plataforma o mobility as a service, Maas.
La operadora española ha dado un paso más con la entrada en la alianza europea publico privada Maas. Esta asociación nació con el objetivo de crear las bases para un enfoque común de la movilidad como servicio. Desbloquear las economías de escala necesarias para la implementación exitosa y la adopción de servicios de movilidad urbana en plantaforma en Europa y más allá.
Además de Renfe, esta alianza ya cuenta con miembros que van desde el constructor ferroviario Alstom, a la ciudad de Barcelona, pasando por jóvenes compañías de primer nivel como Uber.
Cambio de filosofía
El nuevo equipo conformado por e actual presidente de Renfe, Isaías Táboas, con Manel Villalante i Llauradó, director general de desarrollo y estrategia,como cara más visible, han entrado en la compañía ferroviaria convencidos de que para asegurar que Renfe siga existiendo dentro de unas décadas, lo primero que tiene que hacer la operadora ferroviaria es dejar de ser Renfe.
Los próximos años se presentan como una especie de tormenta perfecta para la actual operadora ferroviaria: Un mercado del ferrocarril liberalizado con gigantes ferroviarios como la SNCF o la Deutsche Bahn llamando a la puerta Y operadores privados siendo configurados para rentabilizar sólo determinados nichos.
A diferencia de otros sectores en los que la liberalización implica una batalla por un mercado determinado en su conjunto, Renfe se enfrenta a una competencia que va a pelear por ella a muerte en los nichos más rentables de su negocio de larga distancia mientras que, por su componente de servicio público, la empresa va a tener que seguir prestando servicio en las rutas y horarios menos rentables.
En este contexto, la experiencia del usuario va a cobrar una importancia vital para estas empresas. Una experiencia en la que obviamente va a influir la relación entre la empresa y sus clientes dentro de los propios trenes, en su web, en la atención al cliente... Pero en la que también va a jugar un papel primordial el papel de Renfe como compañera de viaje antes y después de que el usuario monte en el tren.
Un cambio que, como comentaba Villalante a este diario, afecta de lleno al negocio tradicional de la operadora, que pasaría de comercializar asientos determinados en rutas determinadas de un tren a ser una plataforma de servicios que ayuda a sus clientes desde que salen de su casa hasta que llegan a su destino.
Una experiencia que sería 100% Renfe ya que, según los objetivos de la empresa, se realizaría y comercializaría en todo momento sin salir del canal de la actual operadora ferroviaria.
En este futuro el cliente diría: quiero ir de mi casa a una reunión en una dirección concreta y Renfe debería de ser capaz de ofrecer varias soluciones intermodales (taxi, bus, patinete, metro, tren...) punto a punto.
El cliente según sus intereses (tiempo, precio, tipo de transporte...) elegiría la que mejor cubriera sus necesidades y compraría un solo billete que lo incluiría todo.
Según indican desde la propia compañía, en 2019 Renfe realizará sus primeras incursiones en este sentido y estará lista para comercializar algunos servicios de terceros junto con su propio billete. Todo apunta a que los primeros pasos lo darán con los servicios de movilidad urbana de ciudades como Madrid o Barcelona, aunque aún no hay nada firmado.
Una batalla llena de competidores
El problema para Renfe es que la movilidad está siendo observada como oportunidad de negocio por multitud de agentes que también apuestan por convertirse en plataformas sobre las que todos los operadores de movilidad oferten sus servicios.
Ferrovial presentaba Wondo el pasado mes de octubre. Una plataforma para facilitar el acceso a los ciudadanos a los principales servicios de movilidad urbana. El objetivo de esta aplicación es que el usuario tenga acceso en una sola plataforma a distintos tipos de transporte y tenga capacidad para contratar todos los servicios necesarios. Una filosofía muy similar a la de Renfe.
En la misma dirección, en 2017 Javier Rodríguez Zapatero, el exCEO de Google; Ángel Cano, ex consejero delegado del BBVA; Domingo Caamaños, exCEO de Alphabet Fleet Services; Julián Recuenco, ex CEO de Seur Logistics o Nacho Pinedo, CEO del centro de enseñanza Isdi, aportaron 180.000 euros para apoyar a Chipi.
Esta aplicación, creada por Emilio Mellado, Javier Galve y Jorge Jurado, cuenta con más de treinta operadores de movilidad urbana, 60.000 usuarios y presencia en Madrid, Barcelona y Málaga. Además, cuenta con la ventaja de que es la única aplicación de este tipo que ya tiene la localización de todos los coches compartidos de Car2Go, Emov, Zity y Wible.
Así las cosas, Renfe tiene una gran oportunidad ante sí para evolucionar su actual propuesta de valor pero, como todo negocio atractivo, contará con competencia de los más diversa.