Vivimos momentos de incertidumbre en los mercados. Las bolsas de todo el mundo acumulan caídas generalizadas que empiezan a poner nerviosos a muchos pequeños inversores, que no pueden evitar sentir la sombra de la crisis planear sobre sus cabezas. Ante esta situación, sobre todo cuando el inversor ha realizado un gran esfuerzo económico para depositar su pequeño patrimonio en el mercado financiero, lo primero que puede acudir a su mente es la idea de retirarlo para no arriesgarse a perderlo.
Sin embargo, a pesar del miedo inevitable hay que tener en cuenta dos aspectos claros. Uno, que las bolsas son cíclicas y que estas tendencias a la baja, en la mayoría de los casos, no se deben a grandes crisis económicas, sino simplemente a correcciones generadas por el propio devenir de los mercados. Y dos, que para invertir hay que estar dispuestos a pasar por caídas de bolsa, pues es el hecho de asumir ese riesgo lo que nos permite rentabilizar al máximo nuestra inversión, y si no existiera riesgo tampoco habría rentabilidad.
Por tanto, en los momentos en los que la información que nos llega de las bolsas es negativa, lo primero que hay que hacer es mantener la calma y no dejarse llevar por el pánico. Si verdaderamente estuviéramos ante una crisis profunda que podría traducirse en una caída del 50% del valor de nuestras inversiones, entonces sí deberíamos vender inmediatamente. Pero si, como afortunadamente suele ocurrir -aunque no podamos saber la duración de esta tendencia bajista ni el impacto total que tendrá- tenemos claro que no se trata de la siguiente crisis económica mundial, nuestro consejo sería mantener las inversiones sin tocarlas.
Y lo que es más, si tenemos la suficiente tranquilidad, lo que deberíamos hacer sería comprar más. Dice nuestro refranero que “A río revuelto, ganancia de pescadores”: con las bolsas “en rebajas” se genera un momento de gran oportunidad, y si nuestra cartera tiene productos de buena calidad, somos suficientemente valientes y nuestra tolerancia al riesgo nos lo permite, sería muy interesante aprovechar que los mercados están más baratos para aumentar la inversión en nuestros fondos. Es en el momento de mayor inseguridad cuando se generan las mejores rentabilidades, precisamente donde existe el mayor riesgo.
Pensar en el largo plazo
Saber que el comportamiento normal de las bolsas incluye ciclos bajistas no nos libra de llevarnos algún que otro susto, pero no debemos dejarnos llevar por lo inmediato, sino focalizar nuestros intereses en el largo plazo.
Pongamos un ejemplo: imaginemos que acabamos de comprar una casa o una segunda vivienda, y seis meses después un experto en tasación nos dice que en ese momento la propiedad vale un 15% menos que cuando la compramos. ¿Nos plantearíamos venderla? Obviamente, no. Es decir, con las inversiones inmobiliarias tenemos claro el largo plazo. ¿Por qué no lo vemos de la misma manera con los fondos?
Es cierto que el mercado inmobiliario no nos informa diariamente del valor de nuestras propiedades, y que con los fondos sí podemos conocer cada día el valor de nuestras inversiones, pero si queremos llegar a ser buenos inversores debemos ser capaces de reunir dos cualidades: paciencia y visión a largo plazo.
El tiempo mínimo que sería necesario mantener nuestra inversión para obtener una rentabilidad razonable dependerá siempre de nuestros objetivos de inversión y del nivel de riesgo que podamos asumir. No obstante, desde Micappital consideramos que un horizonte de inversión razonable podría ser de tres a cuatro años, y lo perfecto sería mantener nuestro patrimonio invertido durante ocho a diez años, cuando la rentabilidades serán muy atractivas.
Dejarse ayudar
Por otro lado, para ser un buen inversor, aunque seamos pequeños, hoy día tampoco es necesario ser un experto en bolsa o en fondos: por suerte existen alternativas asequibles para todos los bolsillos que permiten disponer de un servicio de asesoramiento personalizado. Basta con saber dejarse ayudar por quienes saben de esto. Sentir que tenemos cerca a un experto que nos va a recomendar qué hacer en cada momento nos ayudará a mantener la cabeza fría, a pensar a largo plazo, a aguantar las caídas y a mejorar la calidad de nuestra inversión.
Una de las labores de estos asesores es también “educar” al inversor. En España existe aún mucho camino por recorrer en cuestiones de formación financiera, algo que en otros países, especialmente en Estados Unidos, tienen mucho más trabajado que nosotros, lo que les evita cometer sencillos errores de inversión.
Por último, sea de forma directa o sea mediante la ayuda de estos profesionales, es fundamental llevar a cabo un seguimiento diario de nuestra cartera con el fin de poder detectar las oportunidades que nos presenta el mercado y corregir posibles errores en tiempo real. Los mercados son imprevisibles a corto plazo, y es esa imprevisibilidad la que nos permite mejorar la calidad de nuestras inversiones.
Miguel Camiña es cofundador de Micappital