Manuela Carmena está dispuesta a seguir los pasos de Quim Torra en Cataluña y Ada Colau en Barcelona para ponerse del lado del Taxi. Así que el equipo municipal ha trasladado a las asociaciones de taxistas su disposición a legislar en el mismo sentido que el consistorio catalán. Es decir, obligar a que Uber y Cabify tengan que contratarse con antelación. En este caso con entre treinta minutos y una hora de antelación lo que, en la práctica, supondría también la muerte de ambas empresas en la capital.
Este es el principal motivo que ha llevado a las asociaciones del sector del Taxi madrileño a plantarse en una postura de máximos ante la Comunidad de Madrid. O se precontrata con una hora o no hay acuerdo para levantar la huelga. Una postura que, según explican fuentes conocedoras de las negociaciones, podrían haber estado dispuestos a suavizar si se llegara hasta los quince minutos durante los primeros días del paro. Sin embargo, Barcelona ha trastocado todos los planes.
El hecho de que la Generalitat haya concedido quince minutos y facultado a los Ayuntamientos a aumentar el tiempo hasta una hora (algo que hará Barcelona) ha envalentonado a las tropas concentradas en Ifema. Por tanto, a sus representantes no les queda más remedio que lograr la misma propuesta, algo que en la región se antoja muy complicado.
El Taxi de Madrid quiere ser Cataluña
Por muy buena voluntad que tenga el Ayuntamiento de ganarse a los taxistas, el primer paso lo tiene que dar la Comunidad de Madrid y no parece dispuesto a acercarse a los postulados del Taxi. El Gobierno de Ángel Garrido concede a los taxistas en su propuesta legislar sobre la posibilidad de la precontratación, pero cediendo en exclusiva a los Ayuntamientos el establecimiento del tiempo que quiere fijar.
Aunque suene bien sobre el papel, los taxistas quieren que se haga como en Cataluña; que haya un mínimo de -al menos- quince minutos para que ningún consistorio en la región tenga la tentación de no legislar o cambiar la legislación en favor de las multinacionales de VTC. Además, de ese modo, se garantizan que estas empresas no puedan funcionar ‘en tiempo real’ en ninguna zona de la Comunidad.
Además, el hecho de que unos Ayuntamientos pusieran legislación y otros no a las VTC sobre precontratación, haría que algunas asociaciones del Taxi pudieran perder apoyos al crearse ‘taxistas de primera y de segunda’ en la región. Algo que no ocurrirá en Cataluña con el tiempo mínimo establecido por la Generalitat y al que se opone Madrid.
Indemnizaciones a pagar
El segundo motivo es legal. Los taxistas saben que las ordenanzas municipales pueden tumbarse con cierta facilidad en los tribunales (aunque en el caso de Madrid hay quien tiene dudas de que pueda ser tan sencillo por la jurisprudencia en materia de regulación de movilidad urbana que hay sobre el Consistorio).
Pero Garrido tiene otras tres razones más para no ceder al Taxi. Quizá la más importante es una cuestión económica. Si la Comunidad de Madrid legisla una precontratación, podría tener que enfrentarse (como le puede ocurrir a Cataluña) a pagar millonarias indemnizaciones a las VTC. Se habla de cerca de 1.800 millones de euros, y no hay que olvidar que el decreto Ábalos todavía no cuenta con el compromiso que exigían los grupos parlamentarios de que sea el Estado quien asuma las compensaciones si hay que pagarlas.
La última razón es política. Garrido parece sabedor de que cuenta con el respaldo de la ciudadanía y, por tanto, se ve capacitado para mantener el pulso a los taxistas. Sobre todo porque Fitur ya ha echado a andar y, como se ha visto en los datos, su afluencia no sólo no se ha resentido por el paro del Taxi, sino que se ha incrementado en un 1% con respecto al año pasado.
Garrido está fuerte
Así que, con estos mimbres encima de la mesa, Garrido puede optar por esperar a que la moral del taxi madrileño comience a ceder al ver que sus pretensiones no son escuchadas. Especialmente porque sabe que cuanto más presionan los taxistas y más radicalizan sus protestas, la calle está más en su contra, dando la razón a la postura de la Comunidad.
A eso hay que sumarle que el presidente regional no tiene nada que perder. No es el candidato del PP a las próximas autonómicas (será Isabel Díaz Ayuso), por lo que su desgaste político será cero. Quienes le han visto en las últimas horas, y quienes han hablado con él dicen que está fuerte, con ganas de batallar y que no va a dar su brazo a torcer por mucho que las asociaciones digan que están dispuestas a hacer una “huelga larga”.
Madrid se adentra en su cuarto día de huelga del Taxi, las posturas siguen enfrentadas y ambas partes saben que no pueden apearse y deben resistir. Una partida muy compleja en la que nadie se atreve a vaticinar qué va a ocurrir, así que hay quien dice que en estos momentos cunde el desánimo generalizado. De momento, este jueves, Ayuntamiento y Comunidad celebran una reunión técnica para analizar las reivindicaciones de los taxistas. Tic, tac, el tiempo corre.