No ha sido un buen arranque de año en términos de empleo para la economía del país. Si el mes de enero dejaba 83.000 parados más, con el peor mes desde 2015, el panorama que viene a futuro no pinta mucho mejor. Basta con mirar lo que está ocurriendo en las grandes empresas, que en tan sólo 38 días han anunciado ya el despido de 8.500 personas; es decir, 224 de media al día.
Se trata de salidas anunciadas, pero que no se han consumado y cuyas cifras están sujetas a revisión, dado que muchas están todavía en negociación. La última en sumarse al carro de los expedientes de regulación de empleo (ERE) ha sido Dia. La cadena de supermercados anunciaba este viernes que dentro de su estrategia para salvar los muebles contempla la salida de 2.100 trabajadores. Una cifra que ya ha sido calificada como excesiva por los principales sindicatos de los supermercados.
Antes que ella vinieron otras empresas, e incluso un sector entero: el de las VTC en Cataluña. Allí las compañías han anunciado ya el que será el peor expediente de regulación de empleo en los últimos 40 años. Tres mil personas serán despedidas tras el decreto sobre VTC que ha expulsado a Uber y Cabify de la ciudad.
Caixabank y Unicaja
También Caixabank está inmersa en la negociación de un ERE de cara a los próximos años. En este caso podría afectar a 2.157 personas, una cifra que los representantes de los trabajadores confían en reducir, aunque por ahora parece que la entidad financiera no está dispuesta a dar su brazo a torcer. Lo mismo ocurre con Vodafone, en donde las negociaciones entre empresa y trabajadores continúan, y parece que poco a poco los despidos se reducen ligeramente, han pasado de 1.200 a 1.123 y existe confianza en que todavía puedan reducirse algo más.
A ellas hay que sumarles otros procesos que están en marcha y que son menores. Es el caso, por ejemplo, de La Naval, que ha puesto encima de la mesa un expediente de extinción de 173 personas; o el proceso de prejubilaciones puesto en marcha por Unicaja a principios del mes de enero que podría afectar a algo más de 700 empleados y otros 300 que se podrán acoger a movilidad. Esto elevaría la cifra a más de 9.000 puestos de trabajo, a lo que habría que sumar el cierre de Alcoa. Suma y sigue.
Y lo que es peor, suenan también rumores en otras compañías. Por ejemplo, en Naturgy. Su consejero delegado, Francisco Reynés, no quiso comentarlo y se mostró confiado en que no haga falta ampliar el proceso de salidas voluntarias que la empresa mantiene desde 2017. Se podría tener que ampliar, según se desprende de su plan estratégico, en otras 1.100 personas, dado que contempla una reducción total de 2.500 empleados.
El consumo
¿A qué responde esta cascada de salidas? Para el economista Juan Manuel López-Zafra la cosa está más o menos clara, se debe a “que estamos en una situación precrisis”. Recuerda que las previsiones de crecimiento para España se están ralentizando, y que la OCDE nos da una previsión de crecimiento del 2,1% para este año y del 1,9% el que viene, “suponiendo que no se revisen a la baja”.
El BBVA calcula que en 2018 el aumento del PIB se ralentizó en 0,5 puntos porcentuales. Algo en lo que influyó el mal comportamiento de la demanda exterior que detrajo cerca de 0,4 puntos porcentuales. Las exportaciones bajaron un 1,8% en el caso de los bienes y un 3% en el de servicios.
El tirón del consumo fue evidente, ya que la demanda doméstica aportó 2,9 puntos al crecimiento; y dentro de ella el consumo de los hogares aportó un 2,4% mientras que la inversión en maquinarias y equipos avanzó un 6%.
Sin embargo, de cara al presente curso el servicio de estudios del banco azul considera que el consumo va a bajar al 2,1% este año y el 1,8% el que viene. ¿El motivo de la pérdida de impulso? Básicamente que ya no hay necesidad de tanta compra, pues la necesidad ‘embalsada’ durante la crisis ya se ha cubierto; pero también el ahorro de los hogares que ya han terminado su desapalancamiento pero ven cómo aumenta la incertidumbre.
Las empresas, ahogadas
López-Zafra recuerda que los hogares no son inmunes a lo que ocurre en la política: las subidas de impuestos que se avecinan con el impuesto al diésel o el destope de la Seguridad Social; también el temor a que la ralentización pueda afectar a su economía. “Creo que los ciudadanos han aprendido de lo ocurrido en años pasados”, sentencia.
A su juicio las familias “se dan cuenta de que vienen tiempos complicados, por mucho que las declaraciones oficiales vayan en sentido contrario”. A ello hay que sumarle un cierto “sobrecalentamiento” del sector inmobiliario, y esto a la gente le asusta lo que hace que “empiecen a restringir el consumo”.
“Cuando hay incertidumbre ya sabemos quién lo paga: los ciudadanos con una rebaja del consumo y eso va directo a los empleos”, sentencia el economista.
Por si fuera poco, y como indica indica el economista Daniel Lacalle en su tribuna de este sábado en EL ESPAÑOL, "las empresas están ahogadas y se les impide crecer. Con casi un 40% de empresas en pérdidas" el Gobierno se empeña en subir los impuestos. Sin embargo, a su juicio "recaudamos poco porque la soga aprieta demasiado e impide crear más empleo y crecer mejor".
¿Crisis? ¿Qué crisis? El tiempo lo dirá.
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